El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 21 de marzo de 2016

Compromiso

Los sueños parecen al principio imposibles,
luego improbables,
y luego, cuando nos comprometemos,
se vuelven inevitables.

Mahatma Gandhi

       Para la realización de cualquier actividad en la vida es imprescindible asumir la obligación personal de implicarse y comprometerse para llevar esa actividad a  buen término.

          De la misma manera que un enfermo no sana si no asume la decisión personal de sanar, alguien que quiera avanzar por el camino que le va a llevar a Dios ha de tomar las riendas de su vida, y sujetarlas con fuerza, porque el camino por el que se dispone a transitar no es fácil, ya que supone abandonar la comodidad de lo conocido, supone enfrentarse a sus propios miedos, supone abandonar la manada social para adentrarse en solitario a lo desconocido, supone caerse para tener que levantarse una y otra vez, supone escuchar cómo le tildan de sectario, supone ir contra una sociedad que mira mal a los que se saltan las normas, y todo esto hace que el que decide vivir desde el espíritu para acercarse a Dios, sin utilizar la religión, es una especie de loco o de tonto que posiblemente se haya dejado engañar por “sepa Dios quien”.



         Es imprescindible implicarse, porque en este trabajo no hay nadie que te haga seguimiento, ni que te vaya examinando y poniendo nota para ver cómo y cuanto adelantas o para ver si necesitas refuerzo. Tú eres tu propio maestro, tu propio jefe, tu propio examinador y tu propio evaluador, y podrás engañar a cualquiera, pero no te puedes engañar a ti mismo y mucho menos a Dios.

         Necesitas observarte, necesitas paciencia, necesitas conocerte, necesitas enfrentarte a tus miedos, necesitas trabajar en silencio, sin alardear de nada porque el trabajo que vas a realizar es un trabajo entre tú y Dios.

         No te van a valer medias tintas porque te harán caer en el desánimo, ya que a diferencia de cualquier objetivo que se busca en la sociedad este no tiene premio material, ni el reconocimiento público que tanto nos agrada a los humanos.  


sábado, 19 de marzo de 2016

Yo Soy el alma

Los que nos asomamos a esta ventana, a estas alturas del viaje ya somos totalmente conscientes de que somos un alma.

Es cierto que es imposible mantener esa conciencia de ser alma de manera permanente en nuestra mente, que es a fin de cuentas el vehículo que nos sirve de transporte para desplazarnos a lo largo y ancho de nuestra vida, pero en condiciones normales, de vez en cuando, durante nuestro día, son varias las oportunidades, que por una u otra razón, nos acercan al pensamiento de que somos alma.

También somos conscientes de que “somos lo que pensamos”. Lo cual quiere decir que cada vez que pensamos que somos un alma, si somos capaces de mantener ese pensamiento durante un cierto periodo de tiempo actuaremos como almas, es decir, con todos los atributos que son inherentes al alma.



Según Alice Bailey, en su libro “Alma, cualidad de la vida”, las características del alma son: Inclusividad, amor, alegría, felicidad, participación, soledad, indiferencia espiritual, impersonalidad, desapego, libertad, serenidad, calma interna y responsabilidad.

Hemos de tener presente que un hecho que se repite con frecuencia se convierte en un hábito, en una costumbre. El pensamiento es energía, la emoción es energía, los sentimientos son energía, cada vez que se repiten se genera la misma energía, y esta se va acumulando en los chakras, en el campo energético, y hasta en cada célula del cuerpo.

Nosotros somos la energía que hay en nuestros chakras. Cada vez que pensamos y sentimos que somos el alma, añadimos un plus de la energía del alma y de sus atributos a nuestra aura, a nuestros chakras y también a cada célula física de nuestro cuerpo. Pensar y llegar a sentir que somos el alma nos va a hacer actuar desde ella, pensar y llegar a sentir que somos el alma nos acerca a Dios, que es nuestro destino final.

El objetivo es actuar en nuestra vida de manera inconsciente desde el alma y de que ese actuar sea nuestro estado habitual. Para eso todo nuestro campo energético ha de estar impregnado de la energía del alma, y de momento, la única opción que tenemos para mantener el pensamiento de que somos el alma, es haciéndolo conscientemente.


YO SOY EL ALMA.


La espiritualidad y los niños

         ¿Serian necesarios tantos libros de autoayuda, tantos cursos de crecimiento personal, tantos tipos de terapias de sanación o tantos gurús, si ya fuéramos conscientes de quiénes somos y de qué es lo que significa la vida? Seguramente no. Y no serian necesarios porque tendríamos nuestra divinidad, no solo impregnada en nuestro ser, que lo está de nacimiento, sino también asumida.

         A base de lecturas, de cursos de crecimiento de todo tipo, de clases de yoga, de meditaciones y de terapias, la inmensa mayoría de nosotros, llegamos a aceptar esa divinidad, aunque no lleguemos a entenderla y mucho menos a integrarla, porque integrar la divinidad supone vivir desde el alma, y vivir desde el alma supone vivir el Amor, y vivir el Amor supone no volver a la vida. Y esto no parece que lo hayamos alcanzado.

Sin embargo, a pesar de no integrar ese conocimiento en nuestra vida, podríamos aprovechar, al menos, la aceptación de esa divinidad para ahorrar un camino importante, en algunos casos un camino de varias vidas, a nuestros niños.

No podemos cambiar a la sociedad que es la única responsable del sufrimiento del ser humano, pero si podemos cambiar a nuestra sociedad más cercana, familiares y amigos, y sobre todo enseñar a los que se inician en el recorrido de la vida, nuestros niños, para que crezcan con una nueva manera de entender de vida.



Ahorraríamos mucho tiempo, mucho sufrimiento y muchas desilusiones a nuestros niños si desde la cuna fueran conscientes de su divinidad, de su inmenso poder de creación, de la razón de la vida, de su origen y de su destino, de su unión y de su hermandad con el resto de seres, y sobre todo del poder del Amor.

No podemos cambiar a los que dirigen nuestros países fomentando la violencia, buscando enemigos, inventándose guerras y matando inocentes, porque aunque parezca que les elegimos nosotros no es así, los coloca el gran capital que es quien realmente mueve los hilos de las marionetas que nos gobiernan, pero si podemos inculcar la grandeza de la paz en los niños, la grandeza de la vida, el ahorro de dinero en armas y ejércitos que podría revertir en educación, en alimentación, es sanidad. Para eso tenemos que desterrar las televisiones, ignorar los juguetes que generen violencia y cubrirnos nosotros los adultos con el manto de la paciencia, de la tolerancia, del respeto y del amor para el trato con los niños.

No podemos cambiar a los fariseos que dirigen nuestras iglesias, fomentando la intolerancia, fomentando el desprecio y el maltrato a las diferencias, fomentando la desunión y el terror hacia Dios, pero si podemos enseñar el amor a los niños, enseñarles a respetar absolutamente a todos, sin distinción, enseñarles que significan igualdad y hermandad, enseñarles a practicar la amabilidad y la ecuanimidad, enseñarles a buscar a Dios en su corazón, y para todo esto tenemos una herramienta fundamental: El ejemplo.


Aprovechemos lo que nosotros, ya de adultos, estamos aprendiendo para ahorrar a nuestros niños el sufrimiento al que les abocamos con las enseñanzas tradicionales de nuestra sociedad, e incluso, paradójicamente, con nuestro propio mal ejemplo, y enseñémosles el camino de su espiritualidad desde la más tierna infancia. 

domingo, 13 de marzo de 2016

¿Cómo sé que me amo? (y 2)

¿Cómo sé que me amo? es la continuación de ¿Por qué amarse a uno mismo?

No se puede amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos, ya que como decíamos en la entrada anterior para dar algo es imprescindible tenerlo, y para dar la energía del amor también, por lo tanto el primer paso es trabajar en nosotros, es aprender a amarnos.

¿Cómo hacerlo?

Sé tu mismo siempre, en cualquier circunstancia, ante cualquier situación, con independencia de quien está delante de ti. Cuando alguien se ama a sí mismo no tiene porque esconder nada, está satisfecho de sí mismo tal cómo es, por lo tanto no tiene que fingir ser quien no es y no tiene que ponerse ninguna máscara en función de la persona que tiene delante.


Ya sé que puedes pensar: “Si me presento tal cual soy, a veces, las personas pueden ofenderse, o no entenderme, o pueden forjarse una idea errónea sobre mí, o no valorarme en su justa medida. Además soy consciente de algunos aspectos de mi personalidad y de mi carácter que en según qué condiciones, es mejor que no salgan a la luz, Creo que lo más seguro es presentarme tal como le gusta a la persona con la que interactúo, y con mucha más razón si es una persona a la que quiero complacer o una persona de la que quiero conseguir algo. Sobre todo si no me cuesta excesivo trabajo, tengo practica en fingir ser quien no soy”.

Ese pensamiento es una prueba irrefutable de que no te amas. No te sientes satisfecho de ti, entregas tu poder al primero que llega presentándote ante él tal como a él le gusta, le estás engañando dando una imagen ficticia, y te estás engañando a ti, lo cual no te va a permitir evolucionar, vas a quedarte estancado en tu engaño ocultando tus carencias y divulgando tu mediocridad.  

Como inicio del trabajo conseguir ser consciente de tus máscaras, ya tiene algo bueno: Eres consciente de tus debilidades, eres consciente de tu carácter, eres consciente de tus limitaciones, eres consciente de tus malos hábitos.

La parte no tan buena es que una vez eres consciente de todo eso, en lugar de mejorarlo lo escondes. Así no vas a llegar a ningún sitio, y mucho menos a Dios, que es realmente tu destino aunque no seas consciente.

Has de conseguir desprenderte de cada una de tus máscaras, para interactuar en la vida tal cual eres sin esconderte detrás de nada. Por eso has de analizar cuando te escondes, por qué te escondes, para qué te escondes, y como es la actuación que realizas.

Las personas con las que te vas encontrando en la vida solo han sido colocadas por ti, en tu camino, precisamente para que seas consciente de ese defecto que traes de fabrica, para que seas consciente de la debilidad de tu carácter, para que seas consciente de la baja autoestima que sientes por ti, para que seas consciente de tus miedos, de tus malos hábitos, de tu pereza o tu falta de voluntad, para que seas consciente de tu falta de respeto y de tu falta de compasión, en suma, esas personas han pactado contigo en tu Plan de Vida ser un espejo donde aparezcan reflejadas tus debilidades, para que sea más fácil para ti subsanar todos esos “defectillos”, y empezar así a amarte para acumular la energía del amor con la que comenzar a entregársela a los demás.

Cuanto más seas tu mismo, sin máscaras, más cerca estarás de amarte a ti y de amar a los demás.

Carta de Albert Einstein a su hija Lieserl.
“Cuando propuse la teoría de la relatividad, muy pocos me entendieron, y lo que te revelaré ahora para que lo transmitas a la humanidad también chocará con la incomprensión y los perjuicios del mundo.
Te pido aun así, que la custodies todo el tiempo que sea necesario, años, décadas, hasta que la sociedad haya avanzado lo suficiente para acoger lo que te explico a continuación.
Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y aún no haya sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor.
Cuando los científicos buscaban una teoría unificada del universo olvidaron la más invisible y poderosa de las fuerzas.
El Amor es Luz, dado que ilumina a quien lo da y lo recibe. El Amor es gravedad, porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras. El Amor es potencia, porque multiplica lo mejor que tenemos, y permite que la humanidad no se extinga en su ciego egoísmo. El amor revela y desvela. Por amor se vive y se muere. El Amor es Dios, y Dios es Amor.
Esta fuerza lo explica todo y da sentido en mayúsculas a la vida. Ésta es la variable que hemos obviado durante demasiado tiempo, tal vez porque el amor nos da miedo, ya que es la única energía del universo que el ser humano no ha aprendido a manejar a su antojo.
Para dar visibilidad al amor, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más célebre. Si en lugar de E= mc2 aceptamos que la energía para sanar el mundo puede obtenerse a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión de que el amor es la fuerza más poderosa que existe, porque no tiene límites.
Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de las otras fuerzas del universo, que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos de otra clase de energía. Si queremos que nuestra especie sobreviva, si nos proponemos encontrar un sentido a la vida, si queremos salvar el mundo y cada ser sintiente que en él habita, el amor es la única y la última respuesta.
Quizás aún no estemos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan el planeta. Sin embargo, cada individuo lleva en su interior un pequeño pero poderoso generador de amor cuya energía espera ser liberada.
Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida.
Lamento profundamente no haberte sabido expresar lo que alberga mi corazón, que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Tal vez sea demasiado tarde para pedir perdón, pero como el tiempo es relativo, necesito decirte que te quiero y que gracias a ti he llegado a la última respuesta!

Tu padre: Albert Einstein”


¿Por qué amarse uno mismo? (1)

Le preguntaron a Jesús sobre cuál es el primero de los mandamientos, y Jesús respondió: El primero es: “Escucha Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No existe otro mandamiento mayor que éstos.

Supongo que cuando Jesús contestaba esto ya debía de saber que al prójimo no se le ama en exceso, y que parece lógico, ya que tampoco nos amamos a nosotros mismos. ¿Sería alguien capaz de amar a otros si no se ama a sí mismo? Ciertamente no. ¿Por qué?

Solo se puede dar algo que se tiene, y amar a otros es darles amor, es darles respeto, es darles libertad, es valorarles. De la misma manera que no se puede dar una moneda si no se tiene, no se puede dar amor si no se tiene.


El amor es algo permanente, es tan permanente que es la energía que mantiene el Universo en perfecto orden, es tan permanente que Dios lo entrega, desde siempre, a nosotros, Sus hijos. Decía Einstein en dos párrafos de una carta que escribió a su hija Lieserl: “Hay una fuerza extremadamente poderosa para la que hasta ahora la ciencia no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza que incluye y gobierna a todas las otras, y que incluso está detrás de cualquier fenómeno que opera en el universo y que aún no ha sido identificado por nosotros. Esta fuerza universal es el amor. Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, que es el amor querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quinta esencia de la vida”. Al final de la siguiente entrada (¿Cómo se que me amo?), aparece la carta completa.

Esa energía tiene que existir en la persona para poder entregarla a los demás.

Ya tenemos claro entonces que el amor es una energía, que no un sentimiento, ya que el sentimiento solo es un estado de ánimo, es una alteración del ánimo producida por diferentes factores. El amor es inmutable, no se altera, todo lo que se puede hacer con él es entregarlo y conseguir que crezca.

Por lo tanto para amar ha de existir esa energía en el interior de la persona, y si existe solo es porque la persona ha acumulado la suficiente cantidad de energía, y la única manera de conseguirlo es amándose a sí misma. No se acumula amor por generación espontanea. Como todo en la vida, hay que trabajarlo.

Es entonces cuando las cualidades inherentes al amor las está recibiendo la persona de sí misma. Eso quiere decir que se respeta a sí misma, sin infringirse ningún tipo de vejación o autocastigo; que se valora en su justa medida, sin vanidad, sin soberbia, sin orgullo; que no se juzga ni se critica, porque sabe que todo está bien y que sus actuaciones están regidas por el amor, y si algo no está bien y ha de cambiarse, lo hará con amor, con voluntad, con disciplina, con caridad hacia sí misma, con benevolencia.

Ese trato que la persona que se ama se da a sí misma, va a ser el mismo trato con el que va a acercarse a los demás.

Y por supuesto en ese acercamiento a los demás y en el trato con el que va a dispensar a todos, no hay diferencia entre familiares, amigos o desconocidos. Cuando se ama no hay distinción.

Ya sé que esto es difícil, pero es así. Este es el verdadero motivo de nuestra estancia en la materia.

Pero tiene un inicio y no podemos saltarnos los pasos. No se puede amar a nadie si no nos amamos a nosotros mismos, por lo tanto el primer paso es trabajar en nosotros.


Continuará…….

domingo, 6 de marzo de 2016

Miedo

PERLAS PARA EL ALMA


Si. Solo estás en la vida para aprender a Amar, pero mientras no cambies el punto de mira no solo no vivirás en el Amor, sino que ni tan siquiera sabrás de qué te están hablando.

Es seguro que los que se han erigido en “jueces del mundo”, en “críticos intolerantes”, en “perfeccionistas de los demás”, desprecian cualquier idea o creencia que no sea coincidente con la suya propia. Esa es una manifestación más de la falta de Amor y de la sobredosis de miedo que arrastran, porque de la misma manera que la oscuridad es falta de luz, la falta de Amor provoca miedo.

Miedo a que otros sean mejor que él, miedo a que le quiten la razón, miedo a que le engañen, miedo al ridículo, miedo a lo que puedan pensar los demás, miedo a perder lo que ha conseguido, miedo a la muerte, miedo a la vida. Aunque pudiera parecer lo contrario, no se valora a sí mismo, por eso es imposible que conozca la valía de los demás, tampoco se respeta, razón por la que maltrata a todo el mundo, camina por el mundo aterrado tratando de ver entre las sombras para preservar su integridad. 

Vivir así es no vivir, y no vive porque no sabe de Amor.




Amor y punto.

PERLAS PARA EL ALMA


Si juzgas a tu pareja cualquier acción por nimia que sea, si tratas de cambiar a tu pareja porque “tú crees” que es lo mejor para ella, si tratas de dominarle o de manipularle “por su propio bien”, si coartas su libertad, si haces estas y muchísimas cosas más “en nombre del amor” que profesas a la otra persona, o “por su propio bien”, o “porque realmente sabes lo que le conviene”, o “porque está cegado y no ve la realidad”, o “porque………”.  Realmente no amas.

Porque el Amor lo único que desea es ver feliz al ser amado, es libertad, es ayuda, es servicio, es comprensión, es dar, es aceptación, es perdonar. Este Amor es la relación más profunda que pueda existir. Cualquier otra cosa es un sucedáneo.


                Ama y punto.


Libertad

PERLAS PARA EL ALMA


Cuantas personas crecen, envejecen y mueren, sin tan siquiera plantearse, ni una sola vez en su vida, que es lo que están haciendo aquí. De la misma manera que no se cuestionan que el Sol salga cada día.

Pero se lo planteen o no, la vida es una escuela en donde cada uno de nosotros aprende y practica las lecciones correspondientes a su nivel de estudio, a su nivel de evolución. Y en nuestro libre albedrío podemos hacer la vida que queramos, Dios nos lo permite, nos permite adecuar nuestro aprendizaje. Somos libres para vivir nuestra vida, somos libres para practicar las lecciones o darle satisfacción al cuerpo físico, somos libres para ser felices o para sufrir, somos libres para sentirnos culpables o para amar, somos libres para perdonar o para odiar.




Primera vida (y 2)

Sólo estamos aquí para volver a Dios. Y retornar a Dios no quiere decir que después de abandonar el cuerpo físico, por la muerte de este, el alma se quede en lo que podíamos llamar, (más que nada para darle un nombre al estado de conciencia que existe al otro lado de la vida, y entendernos),”el Paraíso”, en compañía de otras almas, rodeada de Maestros, de Ángeles y de Arcángeles, envuelta en Paz y en Amor.

         Retornar a Dios quiere decir que el alma pierde su individualidad para fundirse con la Energía Divina, para fundirse con Dios, de la misma manera que una gota de agua desprendida de una ola por la acción del viento, al caer en el océano se vuelve océano perdiendo su individualidad como gota independiente. Para que esto ocurra, para que el alma pueda finalizar sus viajes a la materia tiene que haber alcanzado un estado de pureza total y de Amor total, es decir, tiene que ser “casi” igual que Dios. Hasta que eso ocurra seguirá siendo un alma individual.



         Recuerdo que la primera vez que escuché esto sentí un escalofrío que recorrió mi cuerpo desde la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies, como si estuviera muriendo en ese instante, o lo que yo imaginaba entonces que era morir, algo que yo siempre había desdeñado. Decía que no solo no tenía miedo a la muerte, sino que me encantaría ir al otro lado de la vida para ver cómo era. Sin embargo, en ese momento al pensar que iba a dejar de ser un alma individual, sin llegar a entender y mucho menos a integrar la grandeza de, no ya de ser Uno con Dios, sino de ser Dios, entré en pánico, porque ya no era perder el cuerpo, era perder también el alma. Por supuesto no me lo creí, ya que se enfrentaba a lo que yo creía, que no era más que lo que yo deseaba entonces.

         Ahora que han pasado una pila de años, y deseo fervientemente la llegada de ese momento, ya sin ningún tipo de trauma, esa experiencia me sirve para colocarme en el lugar de los que me dicen que tienen miedo a morir, pero que de alguna manera les alivia creer que seguirán como almas. ¡Si supieran que un día tampoco seguirán como almas!

         Todos estos miedos solo son razonamientos de la mente y de la vida en la materia, porque cuando estamos al otro lado de la vida, el volver a ser parte de Dios es lo único que ansiamos, de ahí nuestro afán por volver a la vida una y otra vez para ver si aprendemos a Amar de una vez por todas y se acaba de una vez este peregrinaje. Tarea difícil o al menos lenta, muy lenta. El no tener conciencia de lo que somos hace que nos olvidemos de nuestra auténtica realidad y del objetivo de nuestro viaje a la materia.


         La mejor manera de avanzar en el laberinto de la vida es ver a Dios en el otro, es verlo en el animal, en la planta, en la montaña. Si te cuesta trabajo ver a Dios, pues cambia, en lugar de ver a Dios piensa que es tu madre, o tu hijo, o mejor, tu mismo. 


sábado, 5 de marzo de 2016

Primera vida (I)

         Todas almas que un día decidieron encarnar tuvieron una primera vida. Esa primera vida, como todas las posteriores sólo tenía un fin en sí misma: Retornar a Dios, y para conseguir ese fin esa primera vida, como todas las posteriores estaba perfectamente planificada, programada y estructurada con un Plan de Vida consensuado con el mismo Dios.

         Cabría suponer que todos los que llegan por primera vez a la vida física tendrían que tener el mismo Plan Divino, ya que todos van a realizar el mismo camino de ida: desde Dios, y el mismo camino de vuelta: a Dios.
   
Sin embargo, no es así. Cada primer Plan de Vida es diferente para cada alma porque cada alma elige para su viaje un vehículo diferente y una actividad central, que suele repetirse con matices diferentes en las sucesivas vidas. No es lo mismo ser médico y ayudar a las gentes a sanar en el siglo XXI, que intervenir en sanaciones hace millones de años. No es lo mismo ser abad de un monasterio católico en el siglo XXI que ser un monje jaina (Jainismo) en el siglo III. 


Lo único que tienen en común todos los planes es que en todos se ha de aprender a Amar en la materia como si estuviéramos al otro lado. Esto es lo esencial. Podemos elegir actuar como rey, como mendigo, como banquero o como anarquista, es indiferente, esa elección solo tiene un fin en sí misma: Aprender a Amar.

Los Planes de Vida tienden a igualarse, excepto en lo esencial, según se van sucediendo las vidas porque todos los seres humanos vamos cometiendo prácticamente los mismos errores y todos vamos acumulando Karma vida tras vida, lo cual es normal ya que todos tenemos las mismas enseñanzas inútiles, y nos las vamos transmitiendo nosotros mismos generación tras generación.

¡Qué diferente sería si nos permitiéramos saber que hacemos aquí y cuál es el proyecto a realizar!, o no. Porque los seres humanos somos tan apegados a la materia y a nuestras propias creencias, que cualquier pensamiento nuevo y que no parezca resonar con nuestra propia sintonía es rechazado de inmediato.

Y eso que las creencias solo son pensamientos, que se van adquiriendo de las personas que ayudan a crecer al bebé, del lugar en el que se nace, de la religión del propio lugar, del color de la piel, y de otras tantas circunstancias pasajeras, que finalizan con la muerte del cuerpo. Y con toda seguridad, en la próxima vida, se cambiarán las creencias porque seguro que se nace en la orilla contraria, con un color distinto de piel, con otra religión y con un sistema político opuesto al anterior.

Si somos capaces de entender esto, ¿No sería mejor aparcar la creencia y ver al otro como a uno mismo, limpio, puro, sin prejuicios, sin críticas?, ¿No sería mejor en lugar de separar, tratar de unir?, ¿No sería mejor enfocarnos todos, es decir toda la humanidad, en hacernos más fácil nuestro paso por la vida?, ¿Para qué sufrir?, ¿Para qué engañar si tienes que pagar el engaño en la próxima vida?, ¿Para qué robar si tienes que devolverlo más pronto que tarde?, ¿Para qué perder otra vida luchando por aumentar tus ahorros si en tu próxima vida vas a actuar de indigente?, ¿Para qué seguir actuando solo como humanos cuando somos básicamente almas?  


Continuará……………     


martes, 1 de marzo de 2016

Nostalgias del otro lado de la vida

Esta es una anécdota de un paciente, que me ha permitido relatar, siempre que no dijera su nombre. Me ha parecido interesante por la explicación que da a dos emociones molestas, tristeza y ansiedad.   

El hombre abrió los ojos. Aún estaba completamente oscuro, no se veía ni el más mínimo resquicio de luz.
-      “¿Qué hora será?”, pensó, “Deben de ser cerca de las cinco. Ya no tengo sueño”.

Extendió su mano hacia la mesilla de noche donde estaba el reloj despertador, uno de esos en los que apretando una tecla en la parte superior se ilumina la hora en el techo de la habitación, apretó la tecla y se reflejó la hora: Eran las cuatro y diecinueve.
-      “¡Cómo se nota que anoche me acosté temprano!”, siguió en su soliloquio el hombre, “Aún puedo meditar un rato antes de levantarme”.



Y así, tal como estaba, acostado, dejo caer los caer los brazos a ambos lados del cuerpo, separó un poco las piernas y llevó la atención a su respiración. Respiraba lentamente, y después de cada exhalación suspendía la respiración unos segundos. Las sensaciones en su cuerpo empezaron a aparecer, al principio era una especie de cosquilleo en las manos, en los pies y en la cresta de la cabeza, pero casi de inmediato esas sensaciones se multiplicaron, el cosquilleo se incrementó hasta convertirse en una especie de vibración ligera, que se extendió a todo el cuerpo. Sentía el cuerpo pesado, se sentía uno con el colchón, uno con la habitación, uno con la vida, pero…., había más, notaba algo que le hacia percibir su individualidad, notaba algo que le acompañaba con mucha frecuencia en su despertar, tanto si se demoraba meditando durante unos minutos, como si se levantaba de inmediato. Lo mismo lo notaba meditando que en la ducha o afeitándose: Era una sensación de tristeza, era un punto de ansiedad.
-      “Otra vez aquí, y ¿Por qué?, si no hay nada consciente en mi vida que me lleve a sentir esta sensación de tristeza, todo es felicidad y alegría, ¿Por qué será?”

Es un hombre joven, a punto de llegar a la cuarentena, felizmente casado, enamorado de su esposa, enamorado de sus hijos, (tiene una parejita de diez y ocho años), con un trabajo apasionante, como él dice, y yo personalmente puedo dar fe de su alegría de vivir.

Esta sensación de tristeza y ese punto de ansiedad le duraban casi una hora, no sabía la razón por la que aparecían al despertarse, y lo que hacia durante el tiempo que permanecían en él era bendecir a los miembros de su familia, amigos y conocidos, así como ofrecer a Dios su día y agradecer la vida. Esta era la manera que había descubierto para volver a su estado alegre, que era su estado habitual.

Cada día se preguntaba ¿Por qué?, sin encontrar la respuesta, hasta que un día……..

Los momentos en los que este hombre se encontraba más conectado con “no sabemos muy bien qué” eran meditando y en la ducha. En esos momentos llegaban a su mente pensamientos que, (aunque todos sabemos que los pensamientos son imprevisibles), parecían colocados en su cerebro por una mente ajena y que él mismo calificaba como “resbalaciones”, ya que eran una especie de revelaciones, por supuesto sin ninguna confirmación ni certeza y que como se producían en la ducha él las llamaba así, resbalaciones. El caso es que normalmente tenía en cuenta, siempre con mucha cautela, eso que aparecía en su mente y le iba bien, (dejémoslo ahí, a petición suya), en un ochenta por ciento de los casos.

Pues bien, este día, dejó su meditación cerca de las cinco de la mañana, que suele ser la hora habitual en que se levanta. (Lo hace a esa hora porque comienza a trabajar a los ocho y Lima es una mega ciudad con un caos vehicular importante y se necesita tiempo para desplazarse por la ciudad).

Llegó al cuarto de baño con la misma sensación de tristeza, que no había desaparecido con la meditación, y cuando entro en la ducha apareció en su cerebro una resbalación:
-     “Esta noche has estado en el otro lado de la vida y la tristeza y la ansiedad que sientes solo son consecuencia de la nostalgia inconsciente que sientes por volver al otro lado de manera definitiva”.
Y nuestro hombre comenzó a hablar con su pensamiento:
-      “Bueno, si se supone que voy al otro lado de la vida cada noche, ¿Por qué siento nostalgia unos días si y otros no?
-     “Sencillamente por lo que haces al otro lado. Unos días estás volcado en cuestiones para la vida física que no te causan ningún tipo de añoranza, pero otros estás colaborando con los seres que permanentemente están en ese otro lado de la vida y durante cierto tiempo después de despertar añoras el Amor, la alegría y la paz que has vivido”.
-      “Y ¿Qué hago para no sentir esa nostalgia?, ¿Me suicido?”
-      “Llegará un día en que ya no tendrás esa nostalgia. No porque ya no tengas ganas de volver, sino porque habrás aceptado cosas de ti que hoy no aceptas, esas cosas que te parecen inaceptables, y habrás integrado en ti el trabajo que has venido a hacer. A pesar de tu cambio, que ha sido, o mejor está siendo importante y costoso, estas lejos de la senda que te has propuesto recorrer para esta encarnación”.
-      “Y ¿Qué trabajo he venido a hacer?”
-      “Tú lo sabes”
-      “Ya estamos con huevadas”, (Es la palabra que él dijo).
-     “Cuando aceptes hasta eso que te parece inaceptable de ti, cuando te permitas ser quien realmente eres, cuando te ames realmente, tu misión aparecerá”.
-      “Ya”.
Y ahí dijo que se acabó la resbalación.
Ahora está trabajando en amarse.