El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta opinión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta opinión. Mostrar todas las entradas

viernes, 10 de junio de 2016

Deporte universal: Juzgar, criticar, opinar


¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?,  posiblemente nadie, y sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.

Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.


Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿Por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.

Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.

Te propongo un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar. Ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.

Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.


Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez permanentemente es agotador. 


jueves, 9 de junio de 2016

Vive tu vida

PERLAS PARA EL ALMA


Dedícate a vivir tu vida, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de otros dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta.


La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es además un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, si es inteligente seguirá viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita. Estás desperdiciando tu vida para nada.


lunes, 4 de agosto de 2014

Y a mi que más me da


            ¿Qué va a decir la gente si sales a la calle con esa pinta?, ¡Ya sabes que tu padre quiere que seas ingeniero!, ¡La pareja con la que sales no es la adecuada para ti y no nos gusta!, ¡Qué vergüenza, un hijo mío separado! Puedes seguir añadiendo frases que seguro te han dicho, o que tú has dicho, o que has escuchado en múltiples ocasiones.
            Vivir de la opinión de los demás es una de las mayores causas de sufrimiento en los seres humanos, porque por mucho que se haga por satisfacer al resto del mundo, siempre va a haber alguien que no esté de acuerdo con tu conducta, con tus pensamientos, con tus palabras, o con tu manera de respirar, es igual, lo importante es opinar y criticar.
            Y ¡Qué más da! Que critiquen. Qué sabe nadie de tus razones, de tus emociones, de tus sueños, de tus pensamientos, de tus creencias, de tus deseos, de tus anhelos más íntimos, de tus frustraciones o de tus miedos.
          
            Cada ser humano tiene un camino que recorrer, el suyo propio, cada ser humano tiene que vivir su propia vida, cada ser humano tiene que experimentar en carne propia, cada ser humano tiene que adquirir el conocimiento que le corresponde para su alma, cada ser humano ha de vivir su propia experiencia.
            Lo que pueda pensar o decir el resto del mundo no debería de ser más que una pequeña anécdota que añadir en el margen de una página en el libro de la vida, una anécdota que no puede, ni debe, interferir en la propia vida.
            El mundo está lleno de personas frustradas, tristes e infelices que lo único que pretenden es conseguir que el resto del mundo sea tan infeliz y viva con tanta tristeza y frustración como la suya. Su deporte: Juzgar, criticar, opinar: Yo opino que…………, yo creo que lo que tendrías que hacer es…………., parece mentira que fulanito haga…………, no tienes razón en nada de lo que dices……….., hay que ver como viste………, no sé cómo no le da vergüenza………, lo mejor para ti sería………, vaya amigo que se ha echado……….
            ¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?,  posiblemente nadie, y sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.
            Los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿Por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, no son más que una falta de respeto, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.
            Vivir pendiente del exterior, vivir pendiente de los juicios y de las opiniones de los demás, es poner la vida en sus manos, es entregarles el poder. Qué más da. Por mucho que digan tú no vas a ser ni más alto, ni más bajo, ni más listo, ni más tonto, ni más rico, ni más pobre.
            Así que ante la opinión de los demás puedes repetirles: ¡Y a mí que más me da!
 

domingo, 23 de octubre de 2011

Hablar por hablar

            Desde el principio de los tiempos, los seres humanos hablan unos de otros, prácticamente sin parar. Parece que ese es un buen entretenimiento, que ahora sigue siendo así, y así lo seguirá siendo hasta que todos hayan alcanzado un cierto grado de madurez y evolución.

             Pero todo ese hablar, que en muchas, muchísimas ocasiones, está falto de amor, sólo es una vibración pasajera en el aire, y no será más que eso, a no ser, que nosotros decidamos y permitamos que sea otra cosa. Lo que digan los demás, por muy desagradable que sea, no debe de importarnos en absoluto. De hecho, si no escuchamos lo que dicen de nosotros, está claro que no nos va a importar, pero si lo escuchamos, tampoco debería importarnos, porque si nos importa, si nos enoja, si nos llena de rabia, sólo es un problema nuestro, sólo es un signo de nuestra propia inmadurez, somos nosotros mismos los que nos estamos haciendo daño, no las palabras de los demás.
            Por qué… ¿Qué sabe nadie de los demás?, ¿Qué saben de sus circunstancias?, ¿Qué saben de sus sentimientos o sus emociones? Lo que digan los demás no tiene ninguna importancia, nunca saben lo que dicen. Y de la misma manera que ellos no saben nada de nuestras circunstancias, ¿Qué conocemos nosotros de las suyas?, nada, nadie sabe nada de nada de lo que pasa en un instante por el interior de la persona, por lo que el que escucha tampoco sabe las razones por las que otro puede hablar de él. En todos los casos, lo único que hay que ser: es amable, es amoroso, es bendecir al que habla.
            Cualquier sentimiento de sentirse ofendido o herido, solo es debido a la sensación de separación, de falta de unidad con todo lo creado, de sentir la necesidad de tener que estar defendiendo el propio espacio de manera permanente, solo es debido a la mente, ¡tan egoísta ella!. En el momento que aceptamos que todos somos la misma energía, y dejamos de pensar en nosotros mismos, ya no se siente ninguna ofensa, todo está bien, por muy grave que sea lo que se escuche.
            Jesús dijo: “Ama a tu enemigos y ruega por aquellos que te injurian”.
            Todos sufrimos juicios, críticas e injurias. No hay que preocuparse por ello. La Ley del Karma, colocará a todos y cada uno en su sitio. El trabajo de los que sufren los juicios, las críticas y las injurias es amar más, es perdonar, ser más bondadosos. Así las críticas y las injurias van a servir para un mayor crecimiento y más evolución del injuriado.

lunes, 22 de agosto de 2011

La posibilidad de ser feliz

             La posibilidad de ser feliz no es algo que se presente una vez en la vida, o dos. No. Se presenta en cada instante de nuestra vida y es mucho más fácil de lo que podamos imaginar. Porque la realidad es más rica que nuestra imaginación. Y porque es y fluye, a pesar de nosotros. 

Pensar las cosas o solamente imaginarlas es la posibilidad menos cercana a la felicidad. En cambio, vivirlas, a pesar de la dureza de muchas circunstancias, es abrirse a un mundo nuevo, inesperado, lleno de riquezas. No puedo quedarme esperando a que llegue un momento feliz y, que tal y como ha llegado se desvanezca y, entonces volver a la normalidad de infelicidad. Ni puedo  vivir permanentemente en el recuerdo de lo que fue, ya que la posibilidad de que vuelva a sentirme feliz, se convierte en la persecución imposible de un ideal que no existe.
Tampoco puedo obrar de la manera en que los demás creen que yo seré feliz, para hacerles felices a ellos. Amar es hacerlo desde un estado de paz interior muy grande en que, como decía Confucio, “El peso de mi conciencia es más fuerte que la opinión que puedan tener de mí. Incluso aquellos a los que más quiero”. 
Si me paso la vida tratando de satisfacer a  los demás y eso implica renunciar a mi plenitud interior, ni soy feliz, ni les hago felices a ellos. Pero si sigo mi camino, aún cuando ellos no lo compartan y/o no lo respeten, al menos puedo mostrarles que Amar no es dar nuestra aprobación a lo que el otro hace, sino acompañarle en su camino, sin condiciones. Para ser feliz no es necesario que nadie apruebe lo que haces. Mientras eso no suponga pisar su camino o hacerles sentir mal intencionadamente, tu nunca puedes sentirte mal por no seguir lo que ellos creen que sería “normal”. Es más, tu estado de felicidad debería ser la felicidad de los que te aman solamente por ver tu alegría y tu paz.
Conversando con una buena amiga me decía algo que me sugiere una respuesta: Siempre es necesario seguir adelante. La vida no se detiene y no podemos estar elaborando hipótesis y elucubrando de porqué los otros tienen determinadas reacciones conmigo, de porque no me quieren como nosotros creemos que merecemos y de porqué es así aún cuando nosotros les amamos de todo corazón.
¿Por qué lo hacemos tan complicado, siendo tan sencillo?
Y seguía diciendo: El Amor de madre y/o padre podrían hacernos comprender que damos amor porque queremos, sin esperar nada a cambio, porque ese es el estado natural del ser.
Muchas veces sufrimos por las reacciones de los demás y aún peor sufrimos porque la cabeza y el corazón se empeñan en entender que ha pasado. Pero incluso esta respuesta, que regresa a nosotros vacía y sin explicación, forma parte del misterio que nos envuelve a todos y, como tal, solamente podemos respetar, esperar y confiar, confiar plenamente.
El Amor es la fuerza que lo revoluciona todo, sólo cabe esperar, porque sólo en él cabe la posibilidad de ser feliz de manera permanente. Entonces ya no hay preguntas ni respuestas vacías. Deviene un espacio donde el reencuentro es la razón del Amor y donde ya no caben las justificaciones. Se desmoronan las ideas, los pensamientos, la imaginación. Todo es un vacío mental donde lo único importante es sentir ese Amor y reconocerse como hermanos. Ya no sirven las palabras que quieren clarificar nuestras reacciones y el corazón se olvida de hacer reproches o guardar resentimientos, porque el reencuentro con la esencia de uno mismo está por encima.  

Sólo cuenta el saber que estás en el lugar adecuado y en el momento adecuado, al lado de aquellos que has amado tanto, sin remedio, y sin posibilidad de odio ni rencor. 

Y ni las palabras pueden atesorar ese momento ni describir como llega. En él solo puedes reconocer una certeza, Dios está ahí. Ha estado siempre, incluso en los momentos más duros, y ahora es feliz de ver como sus amados hijos retornan al origen, retornan al Amor. Porque el Amor, todo lo puede. 

Gracias, amiga.
Entrada publicada por Elisenda Julve.

martes, 2 de agosto de 2011

Prefiero amarte en lugar de sufrir por tí

            Los seres humanos tenemos, en todo momento, libertad para elegir los derroteros por los que queremos que discurra nuestra vida.

            Haciendo uso de esa libertad de elección los seres humanos van tomando decisiones y eligiendo caminos, que les llevan a su propio sufrimiento o al de las personas que les rodean, sin ser conscientes, de que otra decisión distinta a la tomada con anterioridad, les podría suponer una paz interior equidistante ciento ochenta grados, del sufrimiento generado por la primera decisión.
            Recuerdo cuando mi mente era todavía una jaula de grillos, cuál era mi estrategia para evitar, en todo lo que pudiera, tomar decisiones que me desestabilizaran emocionalmente: Pensaba “Si se parara mi corazón en los próximos dos minutos, ¿De qué me serviría este enfado?, incluso, aunque en mi mente pensara, y en mi interior sintiera, que era mía la razón, ¿Qué ganaba con el disgusto si dejaba de existir en los dos minutos siguientes? Y de manera inmediata trataba de suavizar la situación, y eso era suficiente para mantener mi estabilidad emocional, aunque no siempre lo conseguía. La situación, entonces, podía variar o no, pero incluso, si no lo hacia y todo seguía igual en el exterior, yo, al menos, me mantenía estable.
            Haciendo uso de mi libertad de elección, hace ya tiempo que decidí intentar no sufrir por los demás, y en su lugar intentar amarles, a pesar de……. Amar a los demás supone tenderles siempre la mano, supone eliminar la crítica, incluso de pensamiento, supone no verse afectado por juicios ajenos, supone intentar ayudar cuando lo soliciten, supone no inmiscuirse en vidas ajenas, supone aceptar cualquier vida, y cualquier situación de esas vidas, supone alejarse cuando no se es aceptado, supone desear siempre lo mejor para todos, a pesar de……..
¿Cuál es la diferencia entre sufrir por los demás o amarles? Ya sabemos que todo es energía, y que la energía afecta físicamente, sanando o enfermando al cuerpo, en función de la calidad de esa energía. El sufrimiento es energía sucia, oscura, pesada, es esa energía que va afectando al cuerpo de manera negativa, enfermándole lentamente como si una gota de veneno entrara en él cada día. El amor también es energía, pero a diferencia de la anterior es una energía limpia, clara, luminosa y sanadora.
Sufrir o amar, amar o sufrir, sólo es una elección, pero esa elección, a diferencia de otras, como el lugar de vacaciones o el color del coche, cambia completamente la vida, ya que permite vivir, de manera permanente, algo que los seres humanos buscamos desde que tenemos uso de razón: la felicidad.  
Todos podemos decidir cuál es la forma de vida que queremos, sólo hemos de tener claro cómo queremos vivir y trabajar para ello. Puedo asegurarte que se consigue. ¡Tú decides!

domingo, 22 de mayo de 2011

Esperar....esperar

Que cansado es estar permanentemente dando explicaciones sobre lo que haces, dices o piensas esperando que te comprendan, te quieran y se alegren contigo de tus pasos.  Y que sencillo es no hacer nada de eso y vivir la vida sin preocuparnos de que pensaran, dirán o como actuará la gente que nos rodea. Desgraciadamente, estamos todavía demasiado sometidos a los juicios y opiniones de los demás. Y  menudo a cada paso que vamos a dar miramos hacia todos los lados para ver si nadie se ofenderá, si no perderemos amistades…… Y eso nos paraliza y no nos permite avanzar. Nadie nos obliga, es cierto, pero lo hacemos.

La espera, es la espera eterna de que las cosas sean como “se supone” que deberían ser. Pero claro las cosas son como son. Y son perfectas, aunque nos duelan. Además que absurdo esperar tanto cuando todos sabemos, por experiencia, que  la mayoría de las veces, nada ni nadie es cómo esperábamos. Por ello unas veces la vida nos sorprende en positivo y nos alegramos y otras nos sorprende de tal forma que “nos descoloca” (lo mal nombraríamos como negativo), pero lo que está claro es que jamás deja de hacerlo. Y está muy bien porque si todo fuera como queremos a menudo no tendríamos lo que realmente necesitamos para avanzar. Y no hablamos aquí de las cosas materiales, las que nos ocupan demasiada parte del precioso tiempo que tenemos para vivir. Ese es otro cantar.

Hablamos pues de lo que esperamos de las personas y de todo lo que esperamos recibir de ellas. Unas veces porque consideramos que hemos dado tanto que, claro, también queremos recibir. Otras porque se trata de mi mejor amigo, otras porque es la familia. Y así constantemente.  Parece un juego de a ver quién da más y siempre esperando recibir. Todo ello por supuesto trae disgustos, decepciones y hasta discusiones absurdas. A partir de ahí, a menudo pensamos e incluso podemos verbalizar  ofendidos “pues la próxima vez que pase tal cosa haré esto o aquello “ o “me voy a volver un egoísta y no pienso hacer favores a nadie”  o “cuando me llamen para visitarme diré que me marcho” o “no pienso felicitarle para su cumpleaños”………………….. Y así reaccionamos, a menudo, en caliente. Por suerte eso no sucede siempre. Porque por encima de nuestros instintos está la capacidad de perdonar, de reflexionar, de sentir que no vale la pena. Está la capacidad de Amar. Ese es nuestro trabajo, Amar por encima de todas las circunstancias. Estar allí siempre hasta para aquel que trató de ofendernos por si  un día decide regresar y acercarse a nosotros. Y si no lo hace, no pasa nada, pero hay que seguir ahí, queriendo de corazón.  Pero sin esperar, sin esperar nada de nadie.

Cuando encuentras tu equilibrio interior y te sientes en paz contigo mismo/a no necesitas estar pendiente de que harán los demás ni andar justificándote y defendiéndote permanentemente.   De la misma manera, tampoco actúas según lo que esperan ellos de ti. Eso no es amor. Es egoísmo disfrazado. Amar, por decirlo de alguna manera, es un “pack” indivisible que no depende de nada ni de nadie. Y  hemos venido para sentirlo y vivirlo, sin separaciones. No nos pongamos pues barreras nosotros mismos y dejemos de esperar. Avancemos con la vida que es puro movimiento, fluido, constante y rápido. Apenas estamos aquí unos años y algunos, muy pocos. Permitámonos pues ser, estar y  fluir con el devenir de la vida según sintamos cual es nuestro camino.

No malgastemos ya más energía esperando a…………. La felicidad está en nuestras manos,  sólo depende de uno mismo.

Entrada publicada por Elisenda Julve

jueves, 24 de febrero de 2011

Juicio, critica, opinión,,,,,,,,,,, respeto

            Yo opino que…………, yo creo que lo que tendrías que hacer es…………., parece mentira que fulanito haga…………, no tienes razón en nada de lo que dices……….., hay que ver como viste………, no sé cómo no le da vergüenza………, lo mejor para ti sería………, vaya amigo que se ha echado……….
            Este es el deporte universal: Juzgar, criticar, opinar.
            ¿Quién ha dicho a nadie que su misión en esta vida sea ejercer de juez, ejercer de crítico, o ejercer de comentarista de la vida del resto del mundo?,  posiblemente nadie, y sin embargo, existen muy pocas conversaciones en las que no se juzgue a alguien, o no se le critique, o no se opine sobre lo que sería mejor para la vida de esa persona.
            Cualquier juicio, cualquier opinión, cualquier crítica, no es más que un reflejo de la propia persona, no es más que un reflejo de sus pensamientos, no es más que un reflejo de sus creencias.
            Pero, los pensamientos y las creencias de cada uno, ¿por qué han de ser aplicables al resto del mundo? Los pensamientos y las creencias de las personas no son más que una manifestación de su nivel de evolución, no son más que una manifestación de su carácter, y en ningún caso sirven para ninguna otra persona, porque cada persona está en un nivel de evolución determinado, cada persona vive una circunstancia específica en su vida, distinta a cualquier otra.
            Para que se termine el juicio, la opinión y la crítica, sólo hay que aplicar una regla, el respeto. Cuando se respeta se acepta, y ante la aceptación todo está bien. Cualquier cosa que haga cualquier persona, ha de ser aceptado y respetado, porque es algo que pertenece a su vida, a su aprendizaje y su evolución.
            Te proponemos un ejercicio sencillo, dedica un día a vivir sin juzgar, sin criticar y sin opinar lo que hagan los demás, a mirar con otros ojos, a respetar y aceptar cualquier cosa que hagan las personas de tu entorno, a colocarte en su lugar si por cualquier causa la mente pudiera contigo y surgiera la crítica. Ni tan siquiera tienes que comprender, solo respeta y acepta.
            El respeto y la aceptación es entrenamiento y practica, por lo que la crítica va a surgir, no te enfades contigo, si la crítica ha sido mental, pide perdón mentalmente y comienza nuevamente, observando lo mejor de la persona, focalizando tu atención en sus cualidades. Con la práctica, te acostumbrarás a observar las acciones de los demás como observas un día de sol, o las flores, o el vuelo de los pájaros, sin que te afecte lo más mínimo.
            Cuando consigas incorporar a tu vida el respeto y la aceptación, vas a sentirte libre, ya que el ejercer de juez permanentemente es agotador.
Dedica la vida a vivirla, no a vivir la vida de los demás. La vida es plenitud, y cada segundo que intentas vivir la vida de los demás dejas de vivir la tuya, dejas de vivir un segundo de tu tiempo que no volverá a repetirse, conviertes tu vida en una vida incompleta. La vida es demasiado hermosa para desperdiciarla, aunque sólo sea un segundo. Desperdiciar la vida juzgando, opinando o criticando a otros es además un trabajo insulso, ya que ese otro al que estás juzgando, es posible que siga viviendo su vida tan feliz, sin enterarse de tus críticas o pasando de ellas, porque sencillamente no las necesita; estás desperdiciando tu vida para nada.
Empieza ahora a mirar con otros ojos, empieza ahora a aceptar y a respetar, no esperes a mañana, no desperdicies más tu vida.