El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




Mostrando entradas con la etiqueta Regresiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Regresiones. Mostrar todas las entradas

sábado, 19 de noviembre de 2022

¿Ha sido vivida la vida?

 


Capítulo XIV. Parte 7. Novela "Ocurrió en Lima"

-    Tienes toda la razón. ¿Sabes?, hice otra regresión con Ángel.

-    No, y ¿cómo fue?, -se interesó Indhira.

Antay le relató a Indhira la progresión en la que se vio sentado en el jardín de una residencia de lujo, para adultos mayores, esperando la muerte, después de una vida material, exitosa en cuanto a la cuestión laboral y económica, se refiere, pero triste y solitaria y, por encima de todo, llena de demonios dirigidos por pensamientos de miedo ocupando, un día tras otro, su espacio mental lo que le empujó a vivir en soledad, solo por el miedo a comprometerse para evitar el posible sufrimiento a que se vería abocado si algún día esa relación llegaba a su fin.

A Indhira se le heló la sangre en las venas. “¿Le estaba contando Antay que su vida iba a terminar en solitario? ¿Quería eso decir que la vida ya ha sido vivida y que lo único que hacemos en la materia es recordar esa vivencia, como si despertáramos de un sueño e intentáramos recordarlo? Si fuera así, la que va a sufrir soy yo, porque me estoy enamorando de él”.

-    No pudo menos que interrumpir a Antay- ¿Quieres decir que tu vida va a ser así?, ¿me estás diciendo que la vida ya ha sido vivida?, ¿cómo pudiste vivir esa situación?

-    No. Mi vida no sabemos cómo va a ser, dependerá de mis decisiones, como la tuya y la de todos, porque la vida no ha sido vivida. Me dijo Ángel que lo que viví fue una recreación de cómo sería mi vida de seguir por el mismo camino. En función de las decisiones que vamos tomando va cambiando la recreación de cómo sería, por completo, la vida. Tomamos una decisión y, de inmediato, cambia la recreación de esa vida.

>> Pero creo que antes tienes que saber algo. Ángel no es solamente el nombre de la persona que conocemos, es también la definición de lo que es, es su identidad. Es un ángel que ha aparecido en mi vida para ayudarme, según dijo, a cumplir un deseo que, parece ser, está muy arraigado en mí, pero que soy incapaz de materializar.

>> Por eso aparecía cuando más lo necesitaba y desaparecía como si se evaporara.

-    Indhira no pudo contenerse- ¡O sea, que organizó todo para que nos conociéramos!

-    Parece ser que sí, así fue. Por eso tu computadora solo falló para que me llamaras. Ese mismo día decidí anunciarme como técnico y la señora Claudia encontró mi número para solucionar el problema de la empresa de tu papá y, ya ves, lo que siguió.

-    Esto es de locos. Si lo veo en una película no me lo creo. ¿Será que tenemos que estar juntos?, -Indhira no cabía en sí de gozo, aunque trató de no dar excesivas muestras de ello.

-    No necesariamente. Será lo que nosotros decidamos, -dijo Antay pensativo con la mirada perdida.

>> Déjame que te cuente como fueron las regresiones. El hecho de que Ángel sea un ángel, hizo posible el poder vivir una progresión. Yo me acosté en el sofá, él me puso sus manos en la cabeza y mi vida apareció ante mí como una película. Fue diferente a la regresión que hice contigo porque en aquella todo eran sensaciones y en esta fueron imágenes.

>> Después de la progresión me vi en tres vidas diferentes. En las tres aparecías tú. Parece ser que hemos coincido en bastantes vidas. En una era un hombre tullido, que trabajaba de zapatero, casado con alguien que parecías ser tú. Nos amábamos con locura y teníamos dos hijos. Éramos muy pobres, pero inmensamente felices.

>> En otra vida me vi como una monja en un convento, era muy joven y un poco díscola, que recibía reprimendas diarias, con mucho amor, de la madre superiora, que resultaste ser tú.

>> Y en la última visión era un pescador que trabajaba con mi padre. Estaba felizmente casado, con alguien que no eras tú, porque tu papel en esa vida era el de ser mi madre.

-    Por lo que veo he sido una constante en tu vida,- comentó Indhira.

-    Di mejor que ha sido una constante, de uno en la vida del otro. Según Ángel hemos coincidido en muchas vidas y, alégrate, no tenemos temas pendientes.

-    Y ¿cuáles han sido tus conclusiones después de una experiencia tan apasionante?, -quiso saber Indhira.

-    Que el amor ha sido el ingrediente que hizo que en las vidas que pude visualizar fuera una persona feliz y en la única de las vidas recordadas que el ingrediente es el miedo, la vida actual, no parece que vaya a tener un final feliz si sigo por el mismo camino.

>> De hecho, tanto la progresión como las regresiones, solo fueron para que fuera consciente de la fuerza que tienen tanto el amor como el miedo, el uno para la felicidad y el otro para el sufrimiento.

En ese momento tuvieron que interrumpir su conversación porque los compañeros de Antay, que habían finalizado su cena, se acercaron para despedirse. Antay hizo las presentaciones y cuando les comentó que Indhira era la hija del que podría ser su nuevo jefe parece que se impresionaron y se comportaron más delicadamente.

-    Y ¿Qué deseo es ese que eres incapaz de materializar y que necesita de la ayuda de un ángel?, -la curiosidad estaba matando a Indhira y tuvo que hacer la pregunta.

-    Deseo tener una familia.

Los dos se quedaron pensativos, rompiendo Antay el silencio con un comentario.

-    ¿Sabes?, a veces, en los momentos en los que dejo volar mi pensamiento, pienso en que estaría bien poder ver a través de un agujero como sería mi vida dentro de 5 o 10 años. Así podríamos saber, de antemano, si las decisiones tomadas son acertadas o no.

-    Si, -afirmó Indhira riendo- sería una gran cosa. Aunque aún así, seguro que nos equivocaríamos más de una vez.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Ha llegado un ángel



Capítulo IX. Parte 4. Novela "Ocurrió en Lima" 

        Sentí como Ángel levantaba su mano de mi frente y, de inmediato, volvió la oscuridad.

-    Puedes moverte y abrir los ojos cuando te apetezca –me dijo Ángel de manera suave.

Permanecí en silencio, mientras se recuperaba mi cuerpo, tratando de asimilar todo lo que había contemplado. Aunque estaba seguro de que Ángel me daría una explicación convincente de todo, quería hacerme mi propia composición de lugar antes de escucharle a él.

Estaba claro que había presenciado una analogía entre una vida en soledad, generada por el miedo, y otras vidas llenas de amor. Fue como presenciar un combate incruento entre el amor y el miedo. No tenía ninguna duda de que en las visiones presentadas había ganado el amor.

Después de casi media hora, que tardé en recuperarme por completo, me senté en el sofá.

-    ¿Cómo estás? –me preguntó Ángel.

-    Me molesta la espalda, pero estoy muy bien. ¿Cómo lo has hecho? –no podía resistirme sin preguntar.

-    Yo no he hecho nada. Solo he estado sentado a tu lado acompañándote en tu regresión. Ha sido igual que la regresión que hiciste con Indhira –estaba claro que había hecho algo más que acompañarme.

-    Igual no ha sido, porque con Indhira tuve sensaciones y ahora ha sido una visión perfecta. Fue como si estuviera viendo una película. Y, además, la primera visión yo diría que fue de esta vida. Eso no parece una regresión.

-    Eso fue una progresión –explicó Ángel- Ten en cuenta que el tiempo está asociado a la materia y, en el estado de relajación que has conseguido, la vibración de tu campo energético se ha elevado tanto que has trascendido las leyes de la materia, incluido el tiempo.  En eso sí que he intervenido un poco. Para ayudar en tu relajación he estado meditando para crear, entre los dos, un espacio de silencio, un espacio sagrado, para elevar tu vibración algo más que lo conseguido en la regresión que hiciste con Indhira. Gracias a esa vibración has podido tener una visión y conseguir una progresión.

-    Si en la progresión he podido ver mi vida dentro de cuarenta años, ¿es posible que ya la haya vivido? ¿Eso quiere decir que la vida ya ha sido vivida y esto sea una especie de sueño o de recordatorio? –no se me ocurría otra explicación.

-     ¡Uf!, es difícil de explicar, pero, aunque consiguiera explicarlo, sería imposible de entender. Pero voy a intentar aclarártelo un poco.

>> ¿Recuerdas que te dije que en la vida nos vamos encontrando en el camino con diferentes encrucijadas en las que podemos elegir varios caminos?

-    Si, lo recuerdo.

-    Pues bien. Dependiendo del camino que elijas llegarás a una o a otra meta. Desde el otro lado de la vida, desde fuera de la materia, existe, para cada alma, una especie de recreación del proceso de la vida, en cada uno de los posibles caminos elegibles, con el resultado final.

>> Tú has tenido acceso a una de esas recreaciones. Has visto una en la que, si siguieras, exactamente, el mismo camino por el que estás transitando, en este instante, el resultado final sería el que tú has visto. Viviendo en una residencia para personas mayores después de una vida de soledad, atenazado por el miedo. Pero hay muchas más recreaciones de tu vida –concluyó Ángel.

Tenía los ojos como platos para tener más canales de entrada a la información que Ángel me estaba regalando. Me costaba trabajo de creer. Estaba seguro de estar escuchando una lección magistral.

-    ¿Sí?, ¿eso es así?, entonces, ¿podemos volver a hacerlo para ver las otras recreaciones de mi vida? –pensaba que eso sería fantástico, poder verlas todas, y así poder elegir la más idónea.

-    Sí, es así –contestó Ángel con una sonrisa- pero no puedes ver más. Has sido muy afortunado por haber podido ver una. Te han permitido verla porque necesitabas esa información en este momento de tu vida.

-    ¿Por qué necesitaba esa información?, ¿quién eres? –otra vez me asaltaron las dudas sobre la identidad de Ángel.

-    Bien, ya es momento que lo sepas. Me han enviado a ayudarte. Pero mi ayuda está casi terminando porque consistía en abrirte los ojos y, por lo que veo ahora –esto lo decía sonriendo- los tienes bien abiertos. Para nada más. Ni yo ni nadie va a decirte nunca que tienes que hacer. 

>> En cuanto a porqué necesitabas esa información, no puedo contestarte nada concreto. Lo importante es que la información ha llegado a ti. Tú sabrás que hacer con ella. Recuerda que siempre recibes aquello que necesitas, no lo que deseas.

martes, 20 de septiembre de 2022

Mirando al pasado

 


Capítulo IX. Parte 3. Novela "Ocurrió en Lima"

        Una pregunta martilleaba en mi mente, ¿había merecido la pena haber salido huyendo ante cada posible relación, para vivir en esa asfixiante soledad?

 Poco duró la oscuridad y la pregunta, porque una nueva visión ocupó el espacio donde estaba instalada la oscuridad.

Estaba en la sala comedor de una modesta casa en la que, aparte de la citada sala, contaba con una especie de cocina y una habitación con dos camastros. Se notaba la falta de lujos. Podría
hablarse de pobreza, sin embargo, la falta de dinero no era en nada comparable a la soledad que había sentido con anterioridad. Me sentía pobre o, mejor diría, sin dinero, pero era feliz.

A mi lado, comiendo una sopa en la que, de vez en cuando, aparecía flotando un garbanzo, se encontraban, una mujer y dos niños de no más de diez años.

Por la ropa que llevábamos debíamos estar, por el siglo XIV o XV, en algún lugar de Europa y, en Helena, la mujer que reía con las gracias de nuestros hijos, me pareció reconocer a Indhira.

Llevábamos casados doce años, a pesar de mi cojera. No había muchos trabajos bien remunerados para un tullido como yo, pero eso no fue obstáculo para que Helena y yo nos enamoráramos, perdidamente, el día que apareció ante mí, con unos zapatos para que los arreglara. Era mi oficio, zapatero remendón.

Nuestros hijos de 6 y 10 años eran felices, como nosotros.

En ningún momento tuvo mi esposa ningún género de duda ni por mi defecto físico, ni por mi oficio, ni por mi pobreza. Y yo tampoco. Nos enamoramos y nos casamos a pesar de la oposición de su familia que ilusionaba para ella un marido de alta alcurnia que la sacara a ella y a la familia de la pobreza. En nuestra historia pudo más el amor.  

Desapareció la visión y me encontré, de nuevo, sumergido en la nada. Parecía que, ahora, el intervalo era mayor, dándome tiempo a analizar cada una de las dos situaciones en las que me había contemplado.

Visto desde la objetividad que otorga la distancia, elegiría, sin ninguna duda, la vida del tullido, sin dinero, pero lleno de amor y felicidad, antes que la vida sin sobresaltos del hombre sin problemas económicos, pero triste y solitario, durante toda su vida. Aunque, con la idiosincrasia de la sociedad, con que nos encontramos los seres humanos al llegar a la vida, y con sus enseñanzas, muchos apostarían por la vida del hombre mayor, recluido en la residencia, antes que apostar por la vida de un tullido, pobre de solemnidad y zapatero remendón.

En la composición satírica más célebre de Francisco de Quevedo, “Poderoso caballero es don Dinero”, escrito en el siglo XVI, se hace una exposición y reconocimiento irónico del poder del dinero, que trastorna los valores morales y que induce a las personas a cualquier cosa para poseer riqueza. En la actualidad, tiene una vigencia absoluta o aún mayor que en su época. Vivimos para el dinero.

¡Qué diferente sería la vida si nos enseñaran a ser felices antes que enseñarnos a ganarnos la vida! Porque de tanto enseñarnos a ganar la vida del cuerpo, perdemos la vida del alma, sin remedio.

Y, sin embargo, entiendo que es necesario el dinero, pero las enseñanzas tendrían que mantener un equilibrio entre aquello que necesita el cuerpo y lo que necesita el alma. No podemos olvidar que, sobre todo, somos un alma viviendo una experiencia humana.

Nada más llegar a esa conclusión, una nueva situación apareció ante mí. Estaba en alta mar en una rústica barca, acompañado por otro marinero, de más edad, que era quien manejaba el timón y daba las órdenes de lo que había que hacer.

-    Hijo, echa la red. Este es un buen sitio –dijo el patrón que, por la manera de dirigirse a mí, estaba claro que era mi padre.

Estuvimos pescando toda la noche echando y recogiendo la red. Cuando el sol comenzaba a hacer su aparición, por el horizonte, mi padre puso rumbo a la costa. Había finalizado nuestra jornada laboral

Al llegar a la playa nos esperaba una mujer. Era mi madre. De nuevo me pareció reconocer a Indhira en su mirada. Éramos una familia feliz que vivía en armonía. Yo ya estaba casado y mi esposa, embarazada de nuestro primer hijo, nos esperaba en la casa.

Al poco de nacer nuestro hijo mi padre falleció y mi madre siguió viviendo con nosotros, hasta su muerte, con casi cien años de vida.

Me empezaba a doler la espalda por estar tanto tiempo acostado en el sofá, que, por cierto, no era demasiado cómodo, cuando una nueva visión apareció ante mí. Y no era un hombre. Era mujer. Era una monja que residía en un monasterio en algún lugar de España. Era una comunidad de monjas, allá por el siglo XI. Era la monja más joven del monasterio y, con harta frecuencia, recibía amorosas reprimendas de la madre superiora.

Todas las reprimendas eran ocasionadas por mi ímpetu de juventud que, a pesar de los votos prometidos a Dios de pobreza, castidad y obediencia, mi tendencia natural de rebeldía, ante las injusticias, me llevaban al despacho de la madre superiora con demasiada frecuencia.

Yo pensaba que mi pecado no era tan grave. Me escapaba del monasterio solo para llevar comida a los pobres que, en aquella época, eran mayoría en la población.

He de reconocer que las reprimendas de la madre superiora eran tan suaves que más parecían darme permiso para nuevas escapadas.

La madre superiora volvía a ser Indhira.

La visión avanzó, como una película, a cámara rápida, por toda la vida de aquella monja, que sobrevivió, por pocos años, a la madre superiora. Fue, también, una vida tranquila llena de amor hacia Dios y extrapolaba ese amor ayudando a los más necesitados. 

Sentí como Ángel levantaba su mano de mi frente y, de inmediato, volvió la oscuridad.

viernes, 26 de agosto de 2022

Regresión (Recordando otras vidas)



Capítulo III, parte 5. Novela "Ocurrió en Lima" 

El sábado a las nueve y media en punto estaba tocando el timbre en la casa de Indhira.

-    ¿Seguro que eres peruano? –fue la pregunta de Indhira mientras nos saludábamos con un beso en la mejilla.

-    Sí, estoy seguro. Si seguimos mi árbol genealógico creo que podríamos llegar a los incas o, más atrás, a la civilización de Chavín o a la de los Mochicas de Moche.

-    Pues será interesante ver si en la regresión apareces como un inca. ¿Estás hoy más tranquilo?, ¿tienes claro que quieres hacerla? –preguntó Indhira.

-    Creo que estoy totalmente tranquilo y, sí, quiero hacerla. Estoy expectante, como un niño que va al colegio por primera vez –y concluí manifestando una ligera ansiedad- ¿Qué saldrá?

-    No lo sabemos –respondió Indhira- Ten en cuenta que son recuerdos del alma y es ella, el alma, quien decide que vas a recordar. En realidad, el alma va a permitir que recuerdes aquello que sea importante para el momento que estás viviendo en tu vida actual. Esto es como cuando pides algo a Dios o a quien sea santo de tu devoción, nunca te conceden lo que pides, sino aquello que necesitas y, claro, como no es lo que tú querías va a pasar desapercibido y no vas a aprovecharlo. Que no nos pase en esta regresión. Todo será importante.

>>En la primera parte te iré acompañando con mi voz para conseguir que te relajes, cuanto más, mejor. Y después ya te induciré a la regresión. No tengas ningún miedo. Vete contándome todo, sea lo que sea, aunque te encuentres hablando con el pato Donald, porque no sabemos cuáles son los mecanismos del alma para que consigas recordar algún momento importante. 

>>La regresión puede ser a través de sensaciones. Es lo más normal, pero esas sensaciones pueden ser muy nítidas, teniendo la certeza sobre los episodios que se van viviendo. Puede ser pictórica que es como si vieras una película, escenas de la película o, incluso, como si estuvieras viendo fotografías. También puede ser intuitiva que, al principio, sabes cosas de manera intuitiva, pero según avanza la regresión las intuiciones son más definidas. En todos los casos puede ser sinestésica, que es cuando los episodios van acompañados de sensaciones como frío, dolor, calor, tristeza, etc., pero no, necesariamente, siempre.

>> Todas las escenas pueden ser vistas desde dos perspectivas: como si fueras el protagonista o como si el protagonista fuera una tercera persona, pero reconociéndote en alguno de los personajes de la historia.

>> Y te repito, cuéntamelo todo, porque mientras tú estás viviendo tu historia yo estoy aquí, viendo esta sala y no podré acompañarte si no sé qué está pasando.

>> ¿Lo tienes claro?, ¿tienes alguna duda?

-    Antes de contestar hice una respiración profunda- Si, lo tengo claro, no tengo ninguna duda, o las tengo todas, no sé, pero, tampoco sé que preguntar. Empecemos.

-    Mejor vete antes al baño, -me recomendó- que no tengamos que interrumpir la sesión.

A la vuelta del baño, me acosté boca arriba en la camilla. Me tapó mientras comentaba que en la relajación la temperatura del cuerpo baja unos grados y podía quedarme helado.

-    ¿Quieres que grabemos la sesión?, porque la memoria es muy traicionera y puedes olvidar la mitad. Así queda grabado y podrás recordarlo cuando te apetezca.

-    Si, por favor, grábala.

Indhira se sentó en la silla al lado de la cabecera de la camilla y comenzó a hablar muy suave, casi como un susurro. Con el tono justo para que pudiera escucharla sin dificultad.

Me indicó que llevara la atención a mi respiración y respirara por la nariz, de manera lenta y suave, llevando la respiración al abdomen para que, sintiera como subía, en la inhalación, y como bajaba al exhalar. Mientras decía que fuera llevando la atención a cada parte de mi cuerpo sintiendo como con cada exhalación iba llegando la relajación a mi cuerpo.

Tengo que reconocer que me perdí en las indicaciones. Empezó indicándome que comenzara llevando la atención a los pies para seguir subiendo hasta la cabeza. Sin embargo, no había llegado a mis tobillos y ya me había perdido. Sentía su voz como si fuera una dulce melodía, mientras yo permanecía atento a mi respiración y a las sensaciones de mi cuerpo.

Al final de la relajación volví, otra vez, a sus indicaciones. Justo cuando decía que me visualizara o me sintiera paseando por un jardín. En el jardín había un arco de piedra que, después del paseo, me indicó que atravesara.  

-    Pasa al otro lado –me dijo- Sabes que al otro lado del arco te vas a encontrar en un momento de otra vida. En ese momento, de esa otra vida, que tu alma va a permitir que recuerdes. Pasa sin miedo, tranquilamente.

>> ¿Has pasado?, ¿estás en el otro lado?

-    Tardé en contestar porque en un principio lo veía todo, absolutamente, oscuro y, en realidad, no tenía ninguna sensación, hasta que me pareció sentir que estaba caminando por una playa- Si, ya he pasado.

-    ¿Qué sensaciones tienes?

-    Es como…, paz…, tranquilidad…, es una playa.

-    ¿Hay gente en la playa?

-    No

-    Y tú ¿Qué haces?

-    Estoy paseando por la orilla sin zapatos.

-    ¿Cómo vas vestido?

-    Con un pantalón corto y una especie de polo

-    ¿Eres hombre o mujer?

-    Soy mujer.

-    ¿Sabes que haces en esa playa?

-    Solo estoy paseando, nada más.

-    ¿No se ve a nadie en ningún punto?

-    No

-    ¿Cómo está el mar?

-    Tranquilo. Es un día soleado…, es bonito.

-    Voy a contar hasta tres y cuando llegue a la cuenta de tres vas a retroceder un poco en esa sensación, para ver cómo has llegado a la playa y de dónde vienes, para ver qué es lo que has ido a hacer ahí.

>> 1…, 2…, y 3. Ya estás en ese otro momento, que te va a permitir entender por qué estás ahora en esa playa.

>> ¿Qué sensaciones tienes?

-    Es como estar en una casa…, de madera…, sentada en una silla al costado de una mesa.

-    ¿Cómo es la casa?

-    Es de madera…, parece pequeñita.

-    ¿Es como una casa actual?

-    Parece más antigua…, como una casa de campo.

-    ¿Eres la misma mujer?

-    Sí.

-    ¿Cómo vas vestida?

-    Con una falda más larga…, con un gorrito.

-    ¿Tienes conciencia de si vive alguien más en esa casa?

-    No.

-    Voy a contar hasta tres y, cuando llegue a la cuenta de tres, va a ser la hora del almuerzo y, si hay más gente en la casa, vais a estar todos sentados alrededor de la mesa y así podrás ver quien hay contigo.

>> 1…, 2…, y 3. Es la hora del almuerzo, ¿tienes la sensación de estar almorzando?

-    Sí, tengo la sensación de estar con más gente en la mesa…, con un hombre que tiene barba y la barba es como más pelirroja…, parece como si trabajara en el campo…, con algo relacionado a la leña y hay un bebé pequeño o pequeña…, como en una sillita de madera para bebé.

-    Ese hombre de la barba ¿es algo tuyo?

-    Si…, parece ser mi esposo.

-    Y ¿el bebé?

-    Es hijo mío o hija mía…, no sé muy bien si es niño o niña.

-    ¿Te recuerda ese hombre, no por el aspecto físico, sino por la sensación y, si puedes verle los ojos, por la mirada, a alguien de esta vida actual?

-    No.

-    Y ¿el bebé?

-    Siento como que el bebé todavía no viene, pero quiero que venga.

-    Y ¿quién está en la sillita de madera?, o no está todavía.

-    Si está…, si está…, Lucia. Es la bebé. Es una bebé que se llama Lucia

-    ¿Qué sensación tienes de familia?, ¿sois felices?

-    Si, la amo muchísimo.

-    Y ¿a tu esposo?

-    También. A él le amo muchísimo y yo quiero que venga.

-    ¿Quién quieres que venga?

-    El bebé.

-    ¿Estás embarazada?

-    No –la respuesta fue como sorprendida, porque no entendía el porqué de la pregunta.

-    ¿De dónde tiene que venir?

-    No lo sé. –y lo dije con rotundidad.

-    Voy a contar hasta tres, y a la cuenta de tres, el bebé que tiene que venir va a llegar.

>> 1…, 2…, y 3. Ya estás en ese momento. ¿Qué sensaciones tienes?

-    De mucha ternura –y lo dije llorando por la sensación de amor tan infinita que sentía en mi interior.

-    ¿Está el bebé?

-    Sí.

-    ¿Cómo se llama?

-    No lo sé.

-    ¿Te recuerda alguien de esta vida?

-    A mi mamá.

-    Tu esposo ¿Está contento con el bebé?

-    Si…, él como que me acompaña

-    ¿Él hace el trabajo en el campo con la leña y tú te dedicas a los niños y a la casa?

-    Sí.

-    Avanza, avanza un poco en esa vida, hasta que lleguemos a una situación importante, para entender porque tu alma ha elegido, en primer lugar, que vivas ese recuerdo.

>> Voy a contar hasta tres y, a la cuenta de tres, habrás avanzado hasta ese momento que es importante que recuerdes para esta vida actual.

>> 1…, 2…, y 3. Ha pasado el tiempo. ¿Cuánto crees que ha pasado?

-    ¿Diez años?

-    ¿Seguís teniendo dos niños o tenéis más?

-    Hay dos más

-    ¿Cómo son los niños?

-    Traviesos…, juguetones.

-    Los dos nuevos ¿te recuerdan a alguien de esta vida?

-    El segundo es mi abuelo que era sabio.

-    ¿Seguís siendo felices?

-    Sí.

-    ¿Aparece alguien más en la casa? o ¿solo estáis los niños y vosotros?

-    Solamente nosotros.

-    Voy a contar hasta tres y, cuando llegue a la cuenta de tres, vas a seguir en esa vida, más adelante, en algún momento importante, algo que nos indique porque tu alma ha elegido esa vida.

>> 1…, 2…, y 3. Ya ha pasado el tiempo, ¿cuánto ha pasado?, ¿qué sensación tienes?

-    Como tiempo de tribulaciones. Como con la sensación de que las cosas no están bien. Como que la sociedad ya no es tan armoniosa como antes y tengo que protegerlos y defenderlos de la gente que, por alguna razón, están haciéndoles daño y vulnerando sus derechos.

-    ¿A quién?

-    A la gente…, a los más débiles.

-    ¿Quién eres tú, en esa vida, para defender a la genta a la que están vulnerando sus derechos?

-    Soy una mujer común, pero que se ha alzado. No soy de ninguna alta sociedad ni nada, pero que quiere alzar su voz.

-    ¿Ya no vivís en la casa de madera?

-    No. Ya veo más como un centro de ciudad…, con más gente…, más gris…, más piedra.

-    ¿Qué derechos vulneran de la gente?

-    Es como que los más altos, los que tienen más dinero, no sé…,  los fuerzan a trabajar y no les pagan lo justo. Me molesta cuando hacen daño a los más débiles.

-    Tú ¿cómo los defiendes?

-    No confrontando a los más altos, pero como que agrupándolos y diciéndoles que juntos podemos hacer algo.

-    ¿Te escuchan?

-    Sí. Siento que me ven como una líder.

-    Cuando te llaman, ¿cómo lo hacen?, ¿cuál es tu nombre?

-    No sé.

-    ¿Tu esposo interviene en la lucha contigo?

-    No lo veo.

-    Y ¿tus hijos?

-    Yo los trato de proteger…, no involucrarlos tanto.

-    ¿Son mayores ya?

-    Sí. Jóvenes, pero ya adultos.

-    Avanza un poco más en esa vida a ver como se soluciona esa confrontación que hay con los poderosos y si os lleva a algún sitio práctico o no. Puedes avanzar tu sola. Avanza en esa lucha.

-    Siento que de alguna manera me anulan pero dejo algún legado.

-    ¿Te anulan los poderosos?

-    Sí. Como que no vivo para ver lo que pasó, pero dejo algún legado para ellos.

-    Vamos a ir al momento de tu muerte, a ver como se produce. Voy a contar hasta tres y, cuando llegue a la cuenta de tres, estarás en ese momento.

>> 1…, 2…, y 3. Te estás muriendo. ¿Qué sensaciones tienes?

-    No ha sido una muerte natural.

-    ¿Cómo ha sido?

-    Veo que me están enterrando, es como si me hubieran golpeado o torturado antes, y ahora quieren enterrarme.

-    Y tú ¿cómo lo ves si estás muerta?, ¿estás viendo tu cuerpo?

-     Si, lo estoy viendo.

-    ¿Desde dónde?

-    Desde un poco más arriba.

-    ¿Quién está contigo allá arriba?

-    Mi esposo.

-    ¿Ha muerto antes?

-    Si porque está conmigo

-    Tus hijos ¿siguen abajo?

-    Sí, me da pena.

-    Sigue subiendo en el sitio donde estés, hasta que te encuentres con alguien.

>> Voy a contar hasta tres. Cuando llegue a la cuenta de tres estarás en el punto adónde vas después de haber dejado tu cuerpo.

>> 1…, 2…, y 3. Estás al otro lado de la vida ¿cómo te sientes?

-    Muy feliz –me siento eufórico- me estoy reencontrando con varias almas compañeras.

-    ¿Compañeras de esa vida que acabas de abandonar?

-    De vidas pasadas, de varias. Las estoy viendo…, me están recibiendo…, me abrazan, como que me dan la bienvenida. Me felicitan porque he hecho algo bueno en esa vida. Porque aprendí es esa vida y es lindo volver a reencontrarme con ellos conscientemente.

-    ¿Entre esas almas hay alguien que destaque, que tú conozcas más por ser familia, que tengas más afinidad?

-    Veo nuevamente a mi esposo…, mi papá es un alma sabia también.

-    ¿Está en ese momento contigo allá arriba?

-    Sí. Mi mama también.

-    ¿Los de esta vida actual como Antay?

-    Sí.

-    ¿Qué te dicen?

-    Que lo he hecho bien..., Que estamos creciendo juntos..., Que nos estamos acercando cada vez más arriba. Y que están felices de estar juntos.

-    ¿Piensas ahora, que estás ahí, en los hijos que has dejado abajo?

-    Después de una larga pausa- Los amo…, Quiero protegerlos, pero estoy tranquila en el sitio en que estoy..., De alguna manera, confío en que los puedo bendecir, desde arriba, y que ellos cumplirán su misión.

>> Tengo la sensación de un dolor físico en el lado derecho del pecho.

-    ¿Ahora mismo?

-    Sí.

-    Es posible que sea de cuando te dieron los golpes.

-    Sí, creo que sí.

-    Ahora quiero que pidas hablar con tu Maestro. Pide verle. Pide hablar con él. Maestro o Maestra.

-    Sí.

-    ¿Está?

-    Sí.

-    Pregúntale quien es.

-    No dice quién es, pero se parece a Jesús. Tiene muchísima luz y me extiende sus brazos. Muchísima luz.

-    Pregúntale cuál es tu misión, pregúntale que es lo que has venido a hacer como Antay, ahora que estás allá arriba.

-    He venido a ayudar a los demás.

-    Pregúntale como.

-    No tengo que hacer grandes cosas. Elegir a los más desprotegidos, a los más vulnerables y tratar de cubrir sus necesidades, en lo que pueda, con mucho amor, con mucha entrega

-    Pregúntale si eso es algo que estás haciendo en tus últimas vidas.

-    Sí…, sí, trato de hacerlo

-    Pregúntale si hay algo que pueda decirte que sea bueno para ti saber que no sepas.

>> Es tu Maestro, está al lado de Dios, y lo sabe todo. Lo que pueda decirte te lo va a decir, pregunta. Y si quieres que quede grabado dilo en voz alta.

-    Que no importa que me equivoque, igual me ama y sabe que voy a estar luchando siempre. Que no sea tan duro que igual me ama y que una parte del aprendizaje es equivocarse. Y, sobre todo, que no tenga miedo, porque el miedo solo es falta de amor.

-    Cuando creas que no quieres preguntarle más, dale las gracias.

-    Hay algún familiar o algún amigo de esta vida que ya no esté y que te gustaría saludar.

-    A mi mamá.

-    Habla con ella. Si hay algo que no le dijiste aquí, díselo ahora.

-    Que siempre fue mi mejor amiga. Le doy gracias por el corto tiempo que disfrutamos acá, que fue mi valioso. Sé que siempre está conmigo, que siempre me guía. Siento como me abraza ahorita.

-    ¿Hay algo que quiera decirte para ayudarte en el camino de esta vida?

-    Me dice que sea feliz. Que viva feliz. Ella quiere eso para mí. Y me dice que para conseguir esa felicidad me ayudará volver a creer, firmemente, en Dios.

-    ¿Hay algo más que quieras hacer ahí arriba?

-    ¿Quiero preguntarle al que fue mi esposo si nos vamos a volver a encontrar y de qué manera?

-    Pregúntale. Y pregúntale, también, cuantas veces os habéis encontrado.

-    Me viene a la mente el número cuatro.

-    Estas en un sitio donde te pueden explicar que tiene que ver ese número cuatro. Vuelve a pedir a tu maestro, a tu mama o a tus guías, porque aparece el número cuatro en tu mente.

-    Nadie dice nada

-    Pide otra vez hablar con Jesús, con tu Maestro, para preguntarle si has coincidido con Él en la tierra como hombre

-    Si

-    ¿Quién eras?, pregúntaselo.

-    Era un hombre. Vestido con túnica marrón en un lugar como desértico, con tierra, con mucho sol. No me dice quién era y se va…, desapareció.

-    ¿Quieres permanecer ahí más rato o bajamos a ver otra vida en la Tierra?

-    Quiero seguir aquí. Se está muy bien. Se acerca alguien…, también con mucha luz.

-    ¿Puedes ver quién es?

-    Sí. ¡Oh!, es Ángel.

-    ¿Te dice alguna cosa?

-    Bendito seas hijo.

>> Te amo, te protejo…, tienes que dejar pasar las luchas internas entre hacer lo que crees que se espera de ti y lo que te hace feliz…, haz siempre lo que te hace feliz, porque si haces eso, eso es lo correcto…, Dios te ama tanto que no te imaginas todo lo que tiene para ti..., la experiencia humana es para aprender, pero no tienes que perder de vista tu esencia espiritual.

>> ¿Cómo tengo que ayudar a los demás?

>> Ya lo estás haciendo. Recuerda no hacer a los demás lo que no quieres para ti. Te amo y te bendigo.

>> Se ha ido. Me he quedado solo.

-    Es momento de volver Antay.

>> Vuelve a sentir que estás pasando por el arco de piedra que atravesaste al principio, pero ahora haciendo el camino de vuelta, para volver al jardín. Paséate por él y piensa que todo lo que ha pasado solo es un recuerdo. Tu vida es esta que estás viviendo.

>> Haz tres respiraciones profundas alargando la inhalación…, comienza a mover suavemente las manos y los pies y cuando te apetezca puedes abrir los ojos. 

En la página NOVELA: Ocurrió en Lima, puedes leer completos los capítulos I, II y III