El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




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lunes, 19 de septiembre de 2022

Siempre hay una salida. ¡No te preocupes, ocúpate!



            

        Una preocupación es un proceso mental, proceso en el que la mente permanece, casi de manera constante, dando vueltas a un mismo tema, con ínfimas variaciones, y sin querer encontrar una solución.

Es claro que la mente no quiere encontrar ninguna solución, porque si la encontrara, en ese momento, se acabaría la preocupación, y la mente dejaría de tener el control.

En los momentos de preocupación, la persona no tiene ningún poder sobre sí misma, ya que todo el poder lo ostenta, en ese momento, la mente.

La preocupación se alimenta por sucesos acaecidos en el pasado, por problemas presentados en el presente, o por la incertidumbre sobre deseos del futuro.

En cualquiera de los tres casos, la preocupación consume una gran cantidad de energía, afecta de manera negativa al sistema nervioso, mantiene a la persona irritable y malhumorada, y a la mente ocupada hasta el extremo de nublarse completamente,  perder la capacidad de raciocinio, encontrándose fuera de la realidad.

No es necesario decir que darle vueltas y más vueltas a un suceso pasado, no cambia en absoluto dicho suceso, no hay vuelta atrás, no tenemos poder para retroceder en el tiempo. Lo hecho, hecho está. En este caso solo queda la aceptación, asumir el hecho, e integrar la enseñanza.  De la misma manera, obsesionarse con lo que pueda pasar en un futuro, no va a llevar a la persona a buen puerto, y posiblemente afecte negativamente en la consecución del deseo, sobre todo si el pensamiento va encaminado en una dirección negativa. Recordar que energías iguales se atraen.

Para la preocupación generada por problemas del presente, se ha de tener en cuenta que siempre hay una salida para los problemas, por lo que no hay que preocuparse. Mientras dure la preocupación va a ser imposible encontrar esa salida. Es imprescindible que se limpie y se aclare la mente para que pueda dedicarse a la búsqueda de la solución.

No se trata de hacer caso omiso a los problemas. Así es claro que no se van a resolver, de la misma manera que tampoco se van a resolver con la preocupación.

Lo que se ha de hacer es buscar la calma y la serenidad interior para analizar las distintas posibles soluciones y aplicar la mejor para solucionar el problema.

¿Cómo encontrar la calma? La calma se puede conseguir mediante la meditación y mediante la oración, entregando el problema a Dios y pidiéndole iluminación en la búsqueda de la solución. Siempre llega, aunque no lo parezca, o que la solución que llegue no nos agrade. Mientras la persona no se encuentre en meditación o en oración, la mente va a seguir con su proceso de preocupación, por lo que es bueno ocuparla, cuanto más tiempo mejor, en pensamientos conscientes de “alta frecuencia”. Estos pensamientos tienen una doble función: Por un lado, ocupan a la mente impidiendo el proceso de la preocupación, y por otro incrementa el nivel de energía en la persona y limpia las energías negativas generadas por los pensamientos de “baja frecuencia” de la preocupación.

Estos pensamientos de “alta frecuencia” son del tipo: “Yo Soy el alma”, “Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy……. con todo lo bueno que deseas para ti.

Con la mente en calma, va a ser muy fácil encontrar la mejor solución. ¡Ah! y si el problema no parece tener solución, no le des vueltas y aprende a convivir con eso que llamas problema.

sábado, 17 de octubre de 2015

Aquí está la solución a tus problemas

        
El secreto de todo lo que estás buscando, sea lo que sea, está dentro de ti. Ya sé, ya estoy escuchando tus pensamientos, son demasiado fuertes: “Lo que yo busco es una pareja, ¿Cómo la voy a encontrar dentro de mí?”, o “¿Cómo voy a conseguir dentro de mí el dinero que necesito para la hipoteca de la nueva casa?”, o “¿Cómo voy a conseguir encontrar dentro de mí la solución que busco para solucionar el problema del calentamiento global de la Tierra?”, y tantos más pensamientos de todas y cada una de las personas que están buscando algo material. O de personas que no buscan nada material: “Solo quiero consuelo y entender el porqué de la perdida de mi hijo”.

            Aunque también estoy escuchando pensamientos de personas que no están buscando nada en concreto: “Pero ¿Cómo vamos a entrar dentro con todo lo que hay fuera, para ver, para oír, para probar, para tocar, para vivir, para sentir, para gozar?”. 
      
Sería bueno ir desgranando conceptos y saber que significa entrar dentro de uno mismo, sería bueno saber dónde se encuentra la puerta de entrada, y sería bueno saber cómo es posible conseguir dentro algo que se encuentra fuera.

            Entrar dentro de uno mismo significa vivir hacia en el interior, sin dejarse impresionar ni bien ni mal, ni mucho ni poco, por cualquier situación, por cualquier suceso o por cualquier circunstancia que ocurra en el discurrir de la vida. Y cuando decimos cualquier situación, cualquier suceso o cualquier circunstancia, es cualquiera, del tipo que sea, cualquiera de las que en la actualidad se puedan calificar como buena, (que toquen millones en la lotería), como mala, (quedarse sin empleo o que se incendie la vivienda), o dramático, (la muerte de un ser querido).     Puedes añadir esa circunstancia terrible que estás viviendo: “Embarazada del que será tu cuarto hijo, abandonada por tu esposo y sin ingresos fijos con los que hacerle frente a la vida”. Puedes añadir, también, tu circunstancia particular de vida, sin importar la que sea.

            Porque vivir hacia el interior trata de que sin variar ni un ápice tu vida, puedas vivirla sin sobresaltos, sin agobios, sin miedos, sin dolor, sin sufrimiento, sin ansiedad. Si, a pesar de esa circunstancia buena, mala, terrible o dramática que estás viviendo.

            ¿Cómo puede ser no sentirse afectado por tantas y tantas vicisitudes como acontecen en la vida solo con desviar la mirada, del exterior hacia el interior?



Es que no se trata de desviar la mirada, no se trata de ignorar tu realidad, no se trata de olvidar al instante cada hecho, no se trata de jugar a “aquí no pasa nada”, no se trata de cerrar los ojos, no, al contrario, se trata de vivir la vida con los ojos bien abiertos, se trata de mantener vivo el recuerdo, (que no el pensamiento), sin olvidar nada, se trata de saber exactamente qué está pasando en cada momento, se trata de hacerle frente a la vida, se trata, sencillamente, de vivir la Vida, se trata de vivir la Verdad.

Vuelvo a escuchar vuestros pensamientos: “Si estoy viviendo la vida, y me encuentro con un episodio desagradable, tengo que sufrir”. Si, tienes razón, tienes que sufrir, pero las preguntas siguientes serian: ¿Cuánto ha de durar ese sufrimiento?, ¿Cuánto de intenso ha de ser?

Es normal que afecten los sucesos que van ocurriendo en la vida, pero lo que no es normal es que esos sucesos afecten el resto de la vida o una larga temporada. Todo lo que ocurre sucede en un momento, El sufrimiento que eso genere no ha de alargarse en el tiempo, debe de ser asimilado, entendido e integrado en el menor tiempo posible.

La duración del tiempo para asimilar, entender e integrar los sucesos viene determinado por la madurez de la persona, por la madurez de su carácter, por la expansión de su conciencia o por el crecimiento adquirido. O lo que es lo mismo el tiempo de sufrimiento es inversamente proporcional al punto de su viaje al interior en el que se encuentra la persona. Es decir, una persona que viva en la periferia de su conciencia, lo cual significa que solo vive hacia el exterior, va a sufrir lo indecible y durante un largo periodo de tiempo, mientras que otra persona que ha conseguido expandir su conciencia y acercarse a su interior va a sufrir menos, tanto menos cuanto más adentro se encuentra.

¿Significa eso que entrar dentro de uno mismo endurece a la persona? La respuesta es no, al contrario, la dulcifica, la hace más amorosa, más comprensiva, más tierna, más tolerante, porque lo que se encuentra la persona cuando entra en sí, es a Dios, y Dios es Amor. 

Al entrar en su interior la persona conecta con su parte divina, y llega a la comprensión de la razón de su existencia, llega al entendimiento del por qué de todas las cosas, sabe que todo es producto de un plan, del Plan Divino, sabe que todo es perfecto, sabe que cualquier suceso que ocurra o cualquier situación que se presente ha sido planificado con minuciosidad para su propia experiencia y que lo que debe extraer de todo ello es el conocimiento que tal situación comporta. Por eso no tienen razón de ser los enfados por que los resultados no sean los esperados, no tienen razón de ser los sufrimientos por enfermedades o perdidas, no tienen razón de ser las decepciones ocasionadas por familiares o amigos, no tienen razón de ser los miedos ante el discurrir de la vida, y sobre todo no tiene razón de ser las vueltas y más vueltas que se le dan en la mente a esas situaciones buscando ¿Qué?, buscando nada.

Hay que vivir la experiencia totalmente despiertos, con total y absoluta conciencia de lo que está sucediendo para integrar en el alma el aprendizaje, sabiendo que no es más, sea lo que sea, que un peldaño más en el despertar del sueño de la vida.

Todo esto es lo que sucede por vivir en el interior de uno mismo. En la próxima entrada veremos cómo llegar a ese interior y como conseguir lo que buscamos.



domingo, 5 de enero de 2014

Siempre hay una salida, ¡No te preocupes!


Comienza a manifestarse la madurez
cuando sentimos que nuestra preocupación
es mayor por los demás que por nosotros mismos.
                                                                           Albert Einstein
Una preocupación es un proceso mental, proceso en el que la mente permanece, casi de manera constante, dando vueltas a un mismo tema, con ínfimas variaciones, y sin querer encontrar una solución.
Es claro que la mente no quiere encontrar ninguna solución, porque si la encontrara, en ese momento, se acabaría la preocupación, y la mente dejaría de tener el control.
En los momentos de preocupación, la persona no tiene ningún poder sobre sí misma, ya que todo el poder lo ostenta, en ese momento, la mente.
La preocupación se alimenta por sucesos acaecidos en el pasado, por problemas presentados en el presente, o por la incertidumbre sobre deseos del futuro.
En cualquiera de los tres casos, la preocupación consume una gran cantidad de energía, afecta de manera negativa al sistema nervioso, mantiene a la persona irritable y malhumorada, y a la mente ocupada hasta el extremo de nublarse completamente, y perder la capacidad de raciocinio, encontrándose fuera de la realidad.
No es necesario decir que darle vueltas y más vueltas a un suceso pasado, no cambia en absoluto dicho suceso, no hay vuelta atrás, no tenemos poder para retroceder en el tiempo. Lo hecho, hecho está. En este caso solo queda la aceptación, asumir el hecho, e integrar la enseñanza.  De la misma manera, obsesionarse con lo que pueda pasar en un futuro, no va a llevar a la persona a buen puerto, y posiblemente afecte negativamente en la consecución del deseo, sobre todo si el pensamiento va encaminado en una dirección negativa. Recordar que energías iguales se atraen.
Para la preocupación generada por problemas del presente, se ha de tener en cuenta que siempre hay una salida para los problemas, por lo que no hay que preocuparse. Mientras dure la preocupación va a ser imposible encontrar esa salida. Es imprescindible que se limpie y se aclare la mente para que pueda dedicarse a la búsqueda de la solución.
No se trata de hacer caso omiso a los problemas. Así es claro que no se van a resolver, de la misma manera que tampoco se van a resolver con la preocupación.
Lo que se ha de hacer es buscar la calma y la serenidad interior para analizar las distintas posibles soluciones y aplicar la mejor para solucionar el problema.
¿Cómo encontrar la calma? La calma se puede conseguir mediante la meditación y mediante la oración, entregando el problema a Dios y pidiéndole iluminación en la búsqueda de la solución. Siempre llega, aunque no lo parezca, o que la solución que llegue no nos agrade. Mientras la persona no se encuentre en meditación o en oración, la mente va a seguir con su proceso de preocupación, por lo que es bueno ocuparla, cuanto más tiempo mejor, en pensamientos conscientes de “alta frecuencia”. Estos pensamientos tienen una doble función: Por un lado ocupan a la mente impidiendo el proceso de la preocupación, y por otro incrementa el nivel de energía en la persona y limpia las energías negativas generadas por los pensamientos de “baja frecuencia” de la preocupación.
Estos pensamientos de “alta frecuencia” son del tipo: “Yo Soy el alma”, “Yo Soy paz”, “Yo Soy amor”, Yo Soy…….. con todo lo bueno que deseas para ti.
Con la mente en calma, va a ser muy fácil encontrar la mejor solución.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Santa Bárbara bendita.


Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, de la misma manera que levantamos la vista al cielo suplicando, casi exigiendo, ayuda a Dios cuando tenemos algún problema, y casi nunca parece que obtenemos respuesta o ayuda. Aunque realmente, sólo lo parece, ya que Dios sabe de nuestro problema, incluso antes de que aparezca, y siempre nos va guiando, aconsejando, recordando. Lo que pasa es que la Voz de Dios es siempre débil en nosotros. Es tan fuerte la voz del ego que no nos permite escuchar ninguna otra voz, y mucho menos la Voz de Dios que es como un débil susurro en medio del fragor de la batalla de la mente.
¿Qué hacer, entonces, para encontrar ayuda a nuestros problemas? Con tanto ruido en nuestra mente, es claro, que levantar la vista al cielo y suplicar a Dios no es suficiente, hablar o escuchar no es suficiente, asistir a cursos o talleres no es suficiente, leer no es suficiente, incluso meditar tampoco lo es. ¿Qué hacer?
Desde pequeños vamos desarrollando una mente dual. Por un lado anida en ella la Voz de Dios, o la Voz del Alma y, por otro lado, va creciendo y haciéndose cada día más fuerte, la creencia del ego. Tan fuerte llega a ser la creencia del ego, que arrincona, cada vez más, a pasos agigantados, a la Voz del Alma.
En esas condiciones, es normal que todo lo que escuchemos en nuestro interior sea nuestra propia voz, ya que es nuestra propia creación, fruto de nuestras creencias y de los condicionamientos sociales enseñados por nuestros educadores, que determinan, la madurez o inmadurez de nuestro propio carácter, que es el guía de nuestro pensamiento, de nuestra palabra y de nuestras acciones.
Para no tener que levantar la vista al cielo cada vez que nos acosa algún problema, lo mejor sería no permitir que  se presentara el problema, pero como eso, parece una misión imposible, sólo nos queda encontrar la fórmula para sobrevivir al problema, la fórmula para sobrevivir a la vida. Aunque si encontramos la fórmula para sobrevivir al problema, podríamos ir más allá, y utilizar la fórmula para conseguir, de una vez y para siempre, la paz interior, la serenidad y la felicidad.
La fórmula que nos va a permitir todo eso, es simple. Sólo tenemos que ser conscientes de la dualidad de la mente: Queremos sentir a Dios, pero nos falta voluntad y coraje para separarnos de nuestra propia creación, el ego.
Si conseguimos ser conscientes de la dualidad de la mente, sin dejarnos arrastrar por nuestra arrogancia y nuestras propias contradicciones, habremos dado un gran paso, el primero. En ese paso, el ego comienza a debilitarse, abandona la lucha, que es justamente lo que le hace fuerte, y así estaremos en condiciones de dar el siguiente paso. El segundo paso es “elegir” la otra Voz que aparece en la mente, la Voz de Dios. Únicamente con la elección, la Voz comienza a fortalecerse, a la par que se debilita la voz del ego.
Después de esto sólo es necesaria la voluntad para no ceder al chantaje que, de buen seguro, va a presentar el ego. De aquí, a escuchar la Voz del Alma, será “coser y cantar”.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Rediseñar la vida

            ¿Alguna vez te has sentado a la orilla de un río para contemplar como corre el agua por su cauce? El agua que iba pasando, lenta o rápida, por delante de ti, nunca era la misma, siempre era distinta. Lo podrías comprobar si algo flotara en el agua, pasaría por tu espacio visual, sin detenerse ni un instante. Así es la vida, siempre continua, sin detenerse, como el fluir del agua por el cauce del río.
            Y si la vida no se detiene, ¿Por qué intentamos detenerla nosotros, quedándonos anclados en sucesos del pasado, en palabras que alguien nos ha dirigido, o sencillamente en nuestros propios pensamientos?, ¿Qué pasaría si construyéramos en el río una especie de brazo, por el que el agua fluyera para ir a dar a algún lugar donde quedara estancada?, pues que al cabo del tiempo, el agua estancada comenzaría a descomponerse. Se volvería putrefacta y maloliente.
            Ocurre exactamente lo mismo cuando detenemos, en nosotros, el libre fluir de la vida.  Por un lado, nos perdemos vivir la vida, no estamos en su cauce, y la vivimos de manera tangencial, viéndola pasar desde el punto en que nos encontramos detenidos, no la vivimos plenamente. Y por otro lado, en ese permanecer estancados, estamos alimentando nuestro cuerpo físico con la energía estancada, que como el agua, también se pudre. Ahí surge la enfermedad, ya sea física, mental o emocional.
            Nuestra percepción de la vida, no es entonces clara. La vemos y la vivimos a través de nuestra aura, que es tan putrefacta y maloliente como el agua estancada; la observamos a través de nuestros pensamientos, que también permanecen detenidos en algún punto del pasado, y entonces, podemos calificar a la vida, posiblemente, como mala, triste, dura, etc., según sean los propios pensamientos; la sentimos a través de nuestras emociones, que atados a nuestros pensamientos, son incapaces de vivir una vida plena.
            Ante eso, sólo nos queda, para vivir la realidad de la vida, salir del punto donde nos quedamos estancados, y volver al cauce de la vida para seguir su fluir, como un corcho que flotara en la corriente del río.
            Es bueno para no quedarnos anclados en algún punto del pasado, rediseñar la propia vida. Siéntate en soledad y en silencio, con un papel y un lápiz, y honestamente, comienza a rediseñar tu vida, comienza a escribir como es la vida que te gustaría vivir: Lugar de residencia, tipo de vivienda, trabajo, relaciones, etc., etc., etc.
Una vez hecho, compáralo con la vida que vives. Es posible que llegues a la conclusión de que tu vida actual, de seguir en las mismas condiciones, no tiene ningún aliciente. Cuando la realidad, es que cada instante de vida siempre es nuevo, siempre es pleno, siempre está lleno de alicientes, de sincronicidades, de alegrías. Cada instante de vida, vivido plenamente, es un instante menos que nos queda para llegar a gozar de nuestra plena divinidad, sin estar atados al cuerpo, sin estar atados a la materia, que tan difícil hace nuestro recorrido.
            A partir de ahí, está en tus manos hacer realidad la vida escrita en el papel. Recuerda que, en la actualidad, estás viviendo la vida que en algún momento decidiste vivir. Cada acción genera una reacción. Tu vida de hoy, es fruto de tus acciones del pasado. Si tu vida actual no coincide con el nuevo diseño, comienza a trabajar, “con valentía”, para conseguir esa nueva vida. Olvídate de lo que digan o piensen los demás. Tu felicidad sólo depende de ti, no de lo que otros digan o piensen.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Preocupaciones

            Terminaba el lunes pasado, en la entrada de ¿Qué es la mente?, diciendo que mañana hablaríamos de la preocupación. Pero vivo tan feliz y tan despreocupado de casi todo, que durante toda la semana al sentarme delante del ordenador, preparaba lo que llegaba a mí en ese momento, o lo que llegaba durante mi meditación, sin ocuparme, ni, por supuesto preocuparme de mi palabra. Pero hoy me lo han recordado, y aquí estoy, tratando de escribir sobre las preocupaciones.

            ¿Cómo definir una preocupación? Podríamos decir que una preocupación es el proceso de repetir la misma línea de pensamiento una y otra vez, con ligeras modificaciones, sin llegar a un resultado determinado; y, a veces, sin ni siquiera buscarlo.
            Incluso la misma palabra la define: Pre-ocupación, es decir, ocuparse antes de tiempo.
            La mente no quiere perder el control, y para eso necesita estar siempre trabajando. Una buena manera, para ella, es sacar un tema a la luz, y darle vueltas y más vueltas. Por supuesto que no quiere llegar a ningún resultado, ya que entonces se acabaría lo que ella considera su control. Y la persona, que normalmente carece de voluntad y de carácter, no puede enfrentarse a ella, ya que ni siquiera sabe, en la inmensa mayoría de los casos, que está siendo dominada por la mente.
El resultado de esto, es una persona preocupada, dándole vueltas al mismo tema de manera permanente, hablando a todo el mundo de “su problema”, “de cómo puede ser”, “de lo infeliz que se siente”, “de lo injusta de la vida”, etc., etc.
Recuerda: “Somos exactamente lo que pensamos”. ¿Qué será entonces una persona imbuida en una misma línea de pensamiento permanentemente? Pues será lo que su mente la va presentando: Será un reflejo de su preocupación.
Pero recuerda más: Energías de la misma calidad se atraen, con lo cual, la persona está atrayendo a su vida, justamente aquello que ocupa su mente una hora tras otra. Está diseñando su vida con su preocupación.
¿Qué hacer? Lo primero ser consciente del dominio que la mente está ejerciendo, y una vez consciente, es momento de ponerle remedio.
La  mejor manera de deshacerse de un canal de preocupación, es llevar a la mente el pensamiento opuesto. En ese momento, la persona, está utilizando “su voluntad”, está “fortaleciendo su carácter”, está “tomando las riendas de su vida”, está “comenzando a andar el camino de la felicidad”, está “tomando fuerzas desde su interior”, está “acercándose a Dios”.
Pero, a veces, no se sabe muy bien cuál es el pensamiento opuesto al pensamiento de la preocupación, e incluso aunque se sepa, puede ser difícil mantener el pensamiento contrario. Por ejemplo: El canal de preocupación de una madre, puede ser producido por que el niño no estudia lo suficiente y no va a superar el curso. ¿Cuál es el pensamiento contrario?, ¿pensar que el niño es muy listo y estudia mucho?. Si, ese es. Pero la realidad va a golpear a la madre, ya que el niño va a seguir sin estudiar, además la madre va a atraer, debido a su preocupación más desidia y menos ganas de estudiar para su hijo. Entonces ¿qué? Lo que ha de procurar la madre, además de todas las acciones que haya puesto en marcha para que el hijo estudie, es sacar la preocupación de la mente, y lo mejor, ya que el pensamiento contrario es difícil de mantener, es reflexionar en meditación sobre un pensamiento mucho más grande tal como: Yo Soy Paz, Yo Soy Amor, Yo Soy Alegría, Yo Soy el Alma. Y no solamente en meditación, se puede mantener ese pensamiento a lo largo de todo el día.
A medida que se va reflexionando, la Paz, la Alegría y el Amor van a envolver a la persona, con lo cual va a ir desapareciendo cualquier tipo de preocupación.
Porque no solamente hay que dominar a la mente para aprender a pensar, sino también  hay que aprender a dejar de pensar a voluntad. Dejar de pensar a voluntad se consigue cuando la persona lleva la atención a su interior.
Todo esto es mucho más fácil meditando. La meditación es lo contrario a la preocupación, ya que meditar es dirigir a la mente concentrada y fijamente, a cualquier objeto. Y ¿qué mejor objeto que la paz, el amor y la alegría?