El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 17 de noviembre de 2016

La aventura de vivir

    
La vida de la que somos conscientes solamente es la última hoja de un guión que consta de cientos o miles de hojas, y para entender la historia en su totalidad sería imprescindible leer todas las hojas del guión siguiendo su orden numérico antes de llegar a la última, que es precisamente de la que tenemos constancia y un conocimiento solamente parcial.

         Esto quiere decir que para entender el porqué de muchas de las situaciones por las que atravesamos en nuestra aventura de vivir, y que podrían parecer inexplicables, tenemos que aceptar, (ya que de momento no tenemos conocimiento), que antes de nuestra vida actual han ocurrido muchísimas cosas y hemos vivido muchísimas situaciones que nos han marcado  con las cicatrices de tantas y tantas heridas que hemos ido recibiendo en nuestro deambular por la materia, ya que la vida es un continuo desde nuestra primera encarnación hasta la actual.


         Es posible que hayamos escuchado en muchas ocasiones hablar de la reencarnación, sin embargo, no pasa de ser una teoría, que nos agrada, y que nos gusta creer, porque, de alguna manera, es una confirmación de que continua la vida, en alguna forma, desconocida ahora para nosotros, y de que esta no se termina con la muerte del cuerpo.

         Pero la recibimos como una teoría, que nos sirve para aparcar por un momento nuestra aversión a la muerte y aliviar nuestro miedo a la desaparición. Sin embargo, no profundizamos en su significado, ni nos preguntamos el por qué de la vida. Con saber que vamos a seguir vivos aunque sea con otra forma, ya es suficiente para nosotros.

         Es posible que no nos interese mucho, ya que si nos detenemos por un instante en ese enunciado periférico de la reencarnación, enseguida tratamos de ubicar donde quedarían nuestros seres queridos, porque si también se reencarnan, que es lo que cabe suponer, ¿Serían siempre nuestros padres y nuestros hijos?, o entramos en otras cuestiones, siempre relacionadas con la materia, ¿Tendría siempre el mismo sexo?, ¿Nos podemos reencarnar en algún animal? No llegamos más allá de la periferia, no profundizamos.

         Nos asusta, menos que morir, pero nos asusta, porque nos genera confusión, porque nos descoloca lo desconocido, porque es algo que no podemos controlar, y estamos acostumbrados a programarlo y a controlarlo todo.

         Sin embargo, las cuestiones del alma son incontrolables, tal como los seres humanos entendemos el control. Y la muerte y la reencarnación son cosas del alma.

         Para empezar ni tan siquiera estamos muy seguros de que es eso que denominamos alma. Los científicos que son nuestra fuente de información fiable, por sus pruebas, por sus experimentos, por sus conclusiones, han sido incapaces de localizar el alma en nuestro cuerpo. Por lo tanto, ¿Cómo se puede decir que algo existe si no ha sido demostrado por ningún experimento científico?

Pocos han ido sido los que se han atrevido a ir un poco más allá y han afirmado que “no somos un cuerpo que contiene un alma, sino que somos un alma que contiene un cuerpo”. Aunque podemos ir un poco más lejos: No solo no somos un cuerpo que contiene un alma, sino que somos un alma que ha elegido un cuerpo y se ha disfrazado con él para representar un papel que nada tiene que ver con el “papelón” que hacemos cada uno de nosotros en la materia.

Continuará…………….

         

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