Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Puedes
visualizar a una madre esperando a su hijo con el que ha quedado a una
determinada hora para realizar unas compras. Como el hijo es muy puntual, la
madre llega unos minutos antes de la hora de la cita al lugar del encuentro.
-Llega la hora de la cita y el hijo no llega, y piensa:
“¡Qué raro, con lo puntual que es!
-Pasan cuatro minutos y el hijo sigue sin llegar, y
sigues pensando: ¡¿No le habrá pasado nada?, es raro, es muy puntual! El miedo
y la ansiedad comienzan a hacer mella.
-Un minuto más tarde decide llamarle a su teléfono. Lo
hace pero su hijo no contesta. Su cabeza está a punto de estallar pensando lo
peor, ya que ahora se han unido dos circunstancias que no ocurrirían en
condiciones normales: Una: llega tarde, y dos: no contesta la llamada, cuando él
es muy puntual y además siempre contesta las llamadas.
-Si la cabeza está a punto de estallar, el corazón
parece que va a salirse del pecho por la velocidad con la que late, y el estómago
arde por el miedo y la ansiedad acumulada. ¡Le ha pasado algo!, ¡Le ha tenido
que pasar algo malo, seguro!, ¡¿Qué hago?, ¿A quién aviso?, voy a llamar a su
padre y a la policía!
-Y en ese instante siete minutos después de la hora
de la cita aparece su hijo. Suerte que la madre tiene el corazón en la garganta
y no puede hablar para recriminarle todo lo que está sintiendo y escucha como le
dice: Como veía que iba a llegar cinco minutos tarde te iba a llamar por el
celular para avisarte, pero cuando lo he sacado del bolsillo se me ha caído y
se ha roto, así que no pude llamarte, lo siento.
No nos interesa mucho lo que sigue a continuación. Solo nos interesa lo
que ha ocurrido en esos siete minutos, en los que la madre podría haber sufrido
un ataque cardíaco, y todo producto de un pensamiento.
Un porcentaje muy importante de nuestras emociones tienen su origen en la
mente. Si queremos evitarlas, solo tenemos que evitar ese tipo de pensamiento.
En este caso la madre solo ha sufrido siete minutos, pero cuantos
pensamientos de este estilo tenemos a lo largo del día, y cuantos se han
instalado de manera definitiva y están de manera permanente dando vueltas y
vueltas en nuestro cerebro.
Cuando
consigo mantener el pensamiento consciente de que soy un hijo de Dios, de que
solo estoy ejecutando un plan establecido de antemano, de que me encuentro
momentáneamente sobre un escenario representando un personaje que a su vez
trata de recordar sus orígenes, y que todos los que me acompañan están también
representando su papel y tratando de activar sus recuerdos, siento una
serenidad especial. La serenidad del que sabe que “todo está bien”, y de que
nada malo puede suceder porque Dios me está llevando de la mano, la serenidad
del que no tiene que competir para demostrar nada a nadie, la serenidad del que
sabe que no ha de esperar a una próxima parada para encontrarse con Dios,
porque Él es quien conduce el autobús, porque Él es el cobrador, porque Él es
mi vecino de asiento.
Cuando
consigo mantener el pensamiento consciente de que solo estoy tratando de
recordar por donde volver al camino que me llevará a casa, recibo con
generosidad los frutos que se encuentran a ambos lados de los caminos que me llevan
al camino central, y sé que siempre voy a recibir aquello que necesite.
Tengo
que reconocer que me cuesta trabajo y que tengo que permanecer muy atento,
porque para mí es difícil, supongo que para ti también lo debe ser, y que como
yo tratas de boicotearte manipulando tu vida para que sea tal y como se va
proyectando en la estepa de la mente, pero cuando consigo cambiar la estepa por
el paraíso, y consigo mantenerlo durante un tiempo merece la pena, porque me
inunda la Energía Divina.
¡Inténtalo!, si yo
puedo a veces, seguro que tu también.
Tú no eres
consciente, pero llevas cientos de vidas buscando a Dios. Y esta no tiene por qué
ser una excepción, también en esta vida sigues buscando a Dios
Cuando buscas la
felicidad y pretendes encontrarla en la compra de tu nueva casa, en tu viaje de
vacaciones, en esa pareja espectacular, en conseguir un trabajo estupendo, o en
amasar más y más dinero, en realidad, estas buscando a Dios.
Cuando te rebelas
ante el sufrimiento y emprendes una lucha solitaria para conquistar la paz
interior, en realidad, estás buscando a Dios.
Cuando buscas
eliminar el estrés a través del yoga, cuando realizas cualquier práctica para
encontrar tu equilibrio, cuando buscas tu sanación emocional, o cuando meditas
para alcanzar la serenidad, en realidad, estás buscando a Dios.
Cuando te escondes
hasta de ti mismo porque crees que lo que has pensado, lo que has dicho o lo
que has hecho no tiene perdón, en realidad, estás buscando a Dios.
Cuando en la
desgracia preguntas dónde está Dios, cuando le increpas por las injusticias del
mundo, cuando le maldices o hasta cuando le niegas, en realidad, estás buscando
a Dios.
Toda tu vida es una
búsqueda desesperada de Dios. Estás cansado de venir a la vida una y otra vez,
con un único propósito, que es encontrar a Dios, y marchar de la vida sin
haberlo conseguido….., una vez más.
Para desgracia
nuestra no somos conscientes de esto hasta que dejamos el ropaje del cuerpo y
volvemos a Casa. Es Allí donde somos, de manera inmediata, conscientes de lo
que somos y de lo que intentamos conseguir con la vida en la materia.
Y no vamos a invertir
esa dinámica hasta que un buen día, acompañados únicamente por nuestra soledad
surja en nosotros la pregunta que desencadenará nuestro auténtico trabajo en la
vida: ¿Qué hago aquí?
El mejor termómetro para saber cuan separado
estás de Dios es comprobar el apego que le tienes a la vida. Cuanto más apegado
te sientes a la vida y a lo que en ella puedas conseguir, más separado te encuentras
de Dios.
Antes de seguir es bueno recordar que
nada tiene que ver si asistes o no a los oficios semanales que publicitan todas
las religiones, porque para acercarse a Dios no es imprescindible, ni tan
siquiera necesario, entrar en las iglesias, templos, pagodas o lugares de
reunión. Dios también está ahí, porque está en todas partes, incluido el
lupanar, pero el lugar más cercano lo tienes en ti, está en tu corazón.
Siguiendo con nuestro termómetro,
puedes hacer una relación de tus apegos, tus preocupaciones, tus deseos y tus
miedos. Intenta que sea lo más completa posible, al menos que aparezca todo
aquello que de manera consciente ocupa tu mente y afecta a tus emociones. No
olvides tu preocupación por el futuro de tus hijos, por quedar bien delante de
la gente, por mantener tu trabajo, por llegar a final de mes, por mantener tu
figura, porque no se vea esa arruga, por cambiar el coche, porque te mire la
vecina del quinto, por conseguir el ascenso, por hacer una maestría, en fin,
cualquier cosa que ocupe tu mente.
Y ahora recuerda quien eres, recuerda
que has venido a hacer a la vida, recuerda de dónde vienes y adónde vas. ¿Crees
realmente que todo lo que aparece en tu lista es necesario para aprender a
Amar?, ¿Crees que alguna de ellas te acerca a Dios?
Si no es así, estás perdiendo tu
tiempo, estás perdiendo otra vida, y ya van…… Es muy posible que tengas que
cambiar tu escala de valores y empieces a valorar lo que realmente es
importante, porque todo lo que hasta el momento parece importante no lo es
tanto, en realidad no lo es nada.
¿Qué es importante para acercarse a
Dios? Lo importante para acercarse Dios
es tratar a todo el mundo como si fueran el mismo Dios. Empieza por los tuyos, dales
tu amor, tu alegría, dales estabilidad emocional, trátales con respeto, en suma
trátales como si ellos fueran Dios, sin engaños, sin gritos, sin reproches, sin
críticas, sin silencios, y cuando ya tengas un poco de práctica sigue con todo
aquel que se cruce en tu camino.
Aparte de esto “nada es importante”, y
las cosas materiales que necesites, (ojo, las que necesites), te llegarán, no
lo dudes. Así que deja de preocuparte por lo que no es importante y “ocúpate”
de lo que si lo es.
La vida de la que somos conscientes solamente es la última
hoja de un guión que consta de cientos o miles de hojas, y para entender la
historia en su totalidad es imprescindible leer todas las hojas del guión
siguiendo su orden numérico antes de llegar a la ultima hoja, que es
precisamente de la que tenemos constancia y un conocimiento solamente parcial.
Esto quiere decir que para entender el porqué de
muchas de las situaciones por las que atravesamos en nuestra aventura de vivir,
y que podrían parecer inexplicables, tenemos que admitir y aceptar, (ya que de
momento no tenemos conocimiento), que antes de nuestra vida actual han ocurrido
muchísimas cosas y hemos vivido muchísimas situaciones que han marcado nuestra
vida actual con las cicatrices de tantas y tantas heridas que hemos recibido o
nos hemos generado en nuestro deambular por la materia, ya que la vida es un
continuo desde nuestra primera encarnación hasta la actual.
Las relaciones, los trabajos, las situaciones, las circunstancias
y muchas de nuestras emociones no son más que las herramientas que hemos
seleccionado para nuestro trabajo actual.
No achaques nada a la buena o a la mala suerte, no
culpes al destino. Tanto el rey como el bufón se han colocado en el lugar del
tablero que ellos mismos han elegido, y lo han hecho porque han determinado que
es el lugar idóneo para la realización del trabajo establecido en su Plan de
Vida.
En un principio es posible que te sea muy difícil llegar a
ser consciente de los pensamientos, sobre todo de esos pensamientos que te
pueden hacer daño, Pero si llegas a ser consciente de pensamientos de miedo, de
carencia, de orgullo, de envidia, en fin, de cualquier aspecto negativo, no te
enfades contigo ni con el pensamiento, solo tienes que quitarle la energía. Los
pensamientos ya sabemos que son energía,
por lo tanto si le quitamos la energía el pensamiento desaparece, y la
mejor manera de quitarle la energía a un pensamiento es llevar la atención a otro
sitio, por supuesto de manera consciente.
Ante los pensamientos que te abruman, ante
las preocupaciones que te angustian, puedes hacer dos cosas:
1.Llevar la atención a tu respiración.
oEsto es meditación. Para meditar no
es necesario sentarse apartado del mundo. La auténtica meditación se hace
mientras vives.
oSiente el aire que entra por tu
nariz. Observa el lugar donde roza en tus fosas nasales, advierte la
temperatura del aire.
oSiente el aire que sale, mejor
también por tu nariz. Observa también donde roza en tus fosas nasales, advierte
la diferencia de temperatura con el aire que entra.
oSi aun así vuelven de manera rápida
los pensamientos cuenta las respiraciones, y cada vez que te pierdas o vuelvas
a pensar, vuelve a comenzar por uno.
2.Cambiar el pensamiento negativo
inconsciente por pensamientos conscientes de alta frecuencia del tipo “YO SOY
EL ALMA”.
oAnte cualquier pensamiento negativo
contrarréstalo repitiendo en tu interior de manera consciente una afirmación
contraria: Si el pensamiento es de orgullo repite “YO SOY HUMILDAD”, si es de miedo
repite “YO SOY AMOR”, si es sobre la enfermedad repite “YO SOY SALUD”, si es de
carencia repite “YO SOY ABUNDANCIA”, “YO SOY PROSPERIDAD”. Pero repite cuantas
más veces mejor, ya que si tienes el pensamiento negativo es muy posible que
sea un hábito arraigado.
Supongo que eres consciente de que
con una sola vez que hagas esto no va a ser suficiente. Es un trabajo que
necesita mucha perseverancia. En un solo día pasan por nuestra mente miles de
pensamientos. Este trabajo se ha de realizar muchas veces a lo largo de un día.
La atención ha de ser permanente, no se puede bajar la guardia.
Llevamos en la búsqueda de Dios
cientos o miles de vidas, y en todas esas vidas hemos dejado que nuestra mente
campe a sus anchas. En la hora de ponerle coto a la mente, una vez que somos
conscientes de nuestro trabajo en la Tierra, no podemos creer, aunque nos
gustaría, que lleguemos a dominarla por cambiar un solo pensamiento Son muchos
los pensamientos que hemos de cambiar. Pero cuando seamos conscientes de lo que
queremos y logremos dominar el primer pensamiento, habremos dado un gran paso,
paso que nos ha costado toda la cantidad de vidas que llevamos viviendo en la
materia.
Para evitar que deambulemos por la
vida como una pluma movida por el viento, sufriendo en cada esquina, criticando
en cuanto tenemos quien nos escuche, sintiéndonos mal cuando el centro de la
crítica somos nosotros mismos, y sufriendo, odiando, temerosos o angustiados, hemos
de prestar total atención a la vida, es decir, a nuestros pensamientos, a
nuestras emociones, a nuestras palabras y a nuestras acciones y reacciones.
Es muy posible que pienses que esto
es imposible. No, no es imposible, pero al inicio del trabajo, para qué vamos a
engañarnos, es muy difícil, y lo es mucho. Nunca nadie ha dicho que sea una
tarea fácil, si lo fuera, no estaríamos deambulando por la materia cientos o
miles de vidas sin encontrarnos con Dios. Sin embargo, miles de millones de
seres lo han conseguido, y ninguno era superior a ti, a mi o a ninguno de los
que nos acompañan en esta aventura, eran y son, exactamente iguales a nosotros,
porque todos somos lo mismo.
Pensamientos: Empecemos por el
principio, empecemos con los pensamientos: ¿Alguna vez te has detenido a pensar
quien piensa en ti? Si no lo has hecho, puedes intentarlo, y descubrirás que no
eres tú realmente el que piensa. Tú solamente eres el observador de tus
pensamientos.
Los
pensamientos llegan a ti sin que tú lo decidas, sin que intervengas, sin que
los programes, en cualquier momento, ante cualquier situación. De esos
pensamientos que llegan a ti, no eres responsable, o al menos no lo eres al
cien por cien. Tu responsabilidad radica en que si eres tú quien atrae a tus
pensamientos, pero tampoco los atraes de manera consciente, ya que son traídos
por la energía que hay en ti. Recuerda: Energías iguales se atraen.
Bueno, en
realidad en el cuerpo mental coexisten prácticamente los mimos pensamientos en
todas las personas, sin embargo, los que viajan desde el cuerpo mental hasta el
cerebro para expresarse son esos pensamientos que habitualmente sueles tener.
Toda tu vida
se desarrolla en “piloto automático”. Sería bueno que en algún momento tomaras
los mandos para pilotar tu vida. Ya que sino, te vas a enfadas sin saber muy
bien por qué, vas a gritar sin saber muy bien por qué, vas a sufrir sin saber
muy bien por qué, vas a enfermar sin saber muy bien por qué y vas a morir sin
haber sido consciente de que has vivido.
Y no es una
exageración. Tu vida interior es un “tira y afloja” entre tus creencias y las
creencias de los demás, entre lo que deseas conseguir y lo que consigues
realmente, entre lo que esperas de los demás y lo que los demás te dan, entre
lo que tú crees que debería ser y lo que realmente es.
La primera
parte de este “tira y afloja” son tus creencias, lo que deseas conseguir, lo
que esperas de los demás, lo que tú crees que debería ser, y todo aquello que
has aceptado. Ese conglomerado hace un todo inconsciente que genera una
reacción también inconsciente en la segunda parte del “tira y afloja”, que son
las creencias de los otros, lo que consigues en tu día a día, lo que los demás
te dan, y lo que realmente es. Y en medio de todo: “el pensamiento” completamente
incontrolable en tu vida, siempre “en automático”.
A partir de
aquí, aunque parezca una ironía, es la cruda realidad y dos personas pueden
discutir hasta matarse por ser hinchas de equipos de fútbol distintos, por
tener opciones políticas distintas o por tener religiones distintas, cuando
ellos ni tan siquiera son los dueños de los clubes de fútbol, (que normalmente comen juntos en restaurantes de cinco tenedores), ni son ellos los políticos
que se están lucrando a costa de los votos de los incautos que se pelean, ni
son los dirigentes religiosos que viven en la opulencia acumulando limosnas.
Los
pensamientos que llegan sin control generan emociones descontroladas y nos
hacen actuar de manera inconsciente, haciendo y diciendo cosas de las que
posiblemente harán que nos sintamos mal, que nos sintamos culpables o
abochornados, teniendo que pedir disculpas en algún momento.
Y así pasa
la vida de millones de personas, en “piloto automático” desde la cuna hasta la
tumba. Sin avanzar ni un milímetro en su particular carrera hacia Dios.
¿Qué hacer?,
es fácil de decir aunque difícil de realizar. Ya se sabe que es mucho más fácil
predicar que dar trigo. “Hay que cambiar el piloto de automático a manual”.
En nuestra aventura de vivir, de vivir para llegar a Dios es la atención la que nos va a permitir ser conscientes de donde
estamos, de hacia dónde queremos ir y de cuáles son los obstáculos con los que
nos podemos encontrar en el camino.
Por si alguno ha
perdido el norte lo recuerdo: Venimos de Dios, estamos en la materia porque
hemos elegido vivir para recordar el camino de vuelta nuevamente a Dios, y los
obstáculos con los que nos encontramos son los que nosotros mismos nos
generamos.
La atención es ese aspecto en el que tomamos conciencia de nuestra experiencia
en el momento presente. Se trata de aprender a ser conscientes de cómo nos
sentimos, no sólo física, sino también emocionalmente, y observar nuestra
reacción en cada momento de la vida: Observar nuestros pensamientos, observar
nuestras emociones, observar las distintas reacciones de nuestro cuerpo, y todo
eso sin juzgar nada, sin calificarlo, sin ponerle nombre. Solo atención, solo
presencia, solo estar.
La vida,
normalmente, desfila por delante de nosotros sin que seamos totalmente
conscientes de ella, ya que nuestra mente y nuestros pensamientos se encuentran
en un proceso distinto al de la vida, (el proceso de la vida es un continuo,
siempre adelante, mientras que la mente trata de ponerle freno a la vida), reaccionando
ante las distintas situaciones de manera automática, sin ser plenamente
conscientes de nuestras reacciones.
No somos
conscientes de nuestros pensamientos, de nuestros hábitos, de nuestros vicios,
de nuestras virtudes. No tenemos ningún control sobre nuestras emociones y en
muchas ocasiones ni sobre nuestras reacciones. No conocemos casi nada de
nosotros mismos, y para madurar y para construir nuestro carácter es
imprescindible que nos conozcamos y que sepamos de nuestras debilidades para
eliminarlas y permitir que se vaya fortaleciendo nuestro carácter.
Toda nuestra
vida se desarrolla en “piloto automático”, no somos conscientes de casi nada,
las situaciones de la vida nos atraviesan, eso hace que nuestras reacciones sean
hacia el exterior más o menos explosivas, posiblemente hiriendo a alguien que
puede incluso no ser el responsable de nuestra reacción, o hacia el interior, más
o menos dolorosas, hiriéndonos a nosotros mismos.
Esto hay que
conocerlo, pero no para aprender a convivir con la reacción, sino para no tener
reacción, para que las situaciones que se van sucediendo a lo largo de nuestro
día sean algo tan consustancial de la vida como ver salir el sol o la luna.
Alguien
podría pensar que se trata de volvernos amorfos, sin reacción. No, se trata de volvernos
más conscientes de la vida, pero si, sin reacción, porque nada nos va a
afectar. ¿Le afecta a Dios?
Mejor
maticemos eso de que “nada nos va a afectar”. Es posible que lo entendamos
mejor con un ejemplo, y mejor uno que haga que se remuevan nuestras entrañas
por su dureza: La muerte de un hijo. La muerte de un hijo es posiblemente la
situación más dramática por la que puede pasar un ser humano. En cierto que
ningún padre debería de enterrar a un hijo. Por lo tanto, si va a afectar. Pero la afectación
no puede ser eterna, ni tan siquiera tiene que alargarse en el tiempo, ¿Por
qué?
Sabemos que
somos Hijos de Dios, sabemos que nuestra alma es eterna, sabemos que solo
estamos en la vida para cumplir un Plan establecido de antemano, sabemos que la
auténtica vida es la vida del alma, sabemos que al otro lado de la vida no hay
dolor, no hay sufrimiento, que todo es paz, Amor y alegría. Sabemos que en
nuestro Plan de Vida en la materia tenemos una fecha de caducidad, una vez
concluido el aprendizaje establecido. Entonces, ¿Por qué sufrir si nuestro hijo
va a estar mejor después de haber finalizado su trabajo? El sufrimiento es
lógico desde nuestra posición de separación de Dios, y tiene su origen en el
pensamiento.
¿Por qué es
lógico el sufrimiento desde nuestra posición de separación de Dios? La
separación de Dios comporta que el conocimiento que tenemos de cuál es la
auténtica vida, y de cómo se vive en la vida real al otro lado de la vida en la
materia, sea un conocimiento teórico, un conocimiento intelectual, para nada
integrado en nosotros, por lo tanto los pensamientos, las actuaciones, las
sensaciones y las emociones, están dirigidas por la materia, están dirigidas
por la mente, por sus creencias, por el falso amor, por los apegos, por los
deseos y la muerte. Para la mente separada de Dios la muerte es el fin y por lo
tanto cree que nunca más se va a tener contacto con la persona desaparecida, no
llegando a entender cómo se puede vivir cuando ha muerto el cuerpo. En estas
condiciones lo normal es el sufrimiento.
Además, el
sufrimiento no solo es debido a nuestro propio pensamiento, es debido también
al pensamiento social, a la forma de pensamiento globalizada que existe y que
ya tiene establecido que la muerte es un drama y la muerte de un hijo un drama
para sufrir prácticamente de por vida.
No debe ser
así. Para esto los dos primeros apartados de nuestro trabajo para recorrer el
camino hacia nuestro corazón: Ser conscientes de que somos Hijos de Dios y
vivir plenamente con total atención la emoción y el dolor generados por la
muerte del hijo, nos tienen que ayudar, no solo para sobrellevar el dolor, sino
para eliminar el dolor en el más breve plazo posible.
Sabemos que
en el punto del trayecto en el que nos encontramos como seres espirituales es
casi impensable tal actitud, pero es hacia donde, antes o después, vamos a
llegar. Hasta entonces no nos va a quedar más remedio que sufrir ante la
muerte, en esta vida y en las próximas.
Sueña el rey que es
rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su
riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy
aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
¡Somos libres!, tenemos capacidad de elección, pero
son muy pocos los que eligen lo bueno. Casi todos eligen sufrir, eligen el
miedo, eligen enfadarse con su hermano, eligen la ansiedad, eligen la tristeza,
eligen la enfermedad, eligen el dolor, eligen la soledad, eligen los celos, eligen la codicia, eligen la envidia, eligen el rencor. Con lo fácil que es
cambiar el punto de mira, recorrer el camino que nos separa de nuestro corazón
y elegir la felicidad, elegir la alegría, elegir el Amor, elegir a Dios.
Imagina un mundo en el que todos pensaran,
hablaran y actuaran como si la persona que estuviera delante fuera ella misma.
¿Qué ocurriría? Pues que no existiría el mal en
el mundo. No existiría el conflicto. No existirían las guerras. No existiría el
hambre. No existirían los asesinatos. No existirían las agresiones. No existirían
los maltratos. No existirían las discriminaciones. No existiría la desigualdad.
No existiría la mentira. No existirían los separatismos. No existirían naciones.
No existirían religiones. No existiría la envidia. No existiría el odio. No existiría
el rencor. No existiría la ofensa. No existiría la confrontación. No existiría la
crítica.
Solo existiría el amor. Es cierto que no sería
un amor desmedido porque tampoco es que nos amemos en exceso a nosotros mismos,
pero no nos haríamos sufrir, el mundo sería distinto, ya que permaneceríamos de
manera permanente con la mano tendida para ayudar al otro.
Alguien puede pensar que esto es una utopía. No
lo es. Dentro de miles o de millones de años será así. Para que eso llegue
posiblemente tengamos que vivir cientos o miles de vidas más cada uno de
nosotros, sufriremos lo indecible odiándonos, matándonos, pisoteándonos, y
además lo repetiremos muchas veces con los mismos protagonistas.
No merece la pena repetir tanto dolor y tanto
sufrimiento. Cuanto antes abramos los ojos, antes dejaremos de sufrir. Piensa,
habla y actúa como si el enemigo irreconocible que esta frente a ti fueras tu
mismo. Si ambos hacéislo mismos en poco
tiempo vuestra postura será la misma, en poco tiempo habréis quemado vuestras
banderas, en poco tiempo habréis enterrado las religiones, en poco tiempo habréis
borrado las fronteras, en poco tiempo estaréis hablando la misma lengua, en
poco tiempo habréis convertido el odio en comprensión, y en poco tiempo más convertiréis
esa comprensión en Amor.
Sabemos que
lees mucho de casi todo: Libros de crecimiento, de física cuántica, de
meditación, de filosofía, de metafísica, de teosofía, lees la vida de los
grandes seres espirituales, lees sus obras. Sabemos que también realizas prácticas
de yoga, o meditación, o asistes a meditaciones grupales o a conferencias que
tocan tu alma, sabemos que sientes el amor en el abrazo de Amma, sabemos que te
indignan las injusticias, las guerras y sus consecuencias, sabemos que te
emocionan ciertos sucesos en los que se ven involucrados niños, ancianos o
personas discapacitadas, sabemos de tu amor por los animales, sabemos de tu
devoción por ciertos Maestros. Sabemos esto y mucho más.
Pero sabemos
también que aun te identificas plenamente con tu parte humana, material, caduca,
y que no actúas prácticamente desde tu alma, desde tu parte divina, ya que
sino, ¿Qué hay de la lectura de tu corazón?, ¿Qué hay de la lectura de tus
emociones?, ¿Qué hay de tu impaciencia?, ¿Qué hay de tu soberbia, de tu
orgullo, de tu vanidad, de tu arrogancia?, ¿Qué hay de tu miedo a la
enfermedad,o a la muerte, propia o de
tus seres queridos?, ¿Qué hay de tus celos?, ¿Qué hay de tu afán por impresionar
a los demás?, ¿Qué hay de tu carrera en pos del éxito?, ¿Qué hay de tus
criticas, de tus juicios, de tu intolerancia, de tu discriminación?, ¿Qué hay
de tu mal humor, de tu rabia, de tu envidia?, ¿Qué hay de tus preocupaciones y
de tus deseos?, ¿Qué hay de tus mentiras y de tus medias verdades?, ¿Qué hay de
tus adicciones y de tu afán por seguir los cánones de la moda?
A pesar de
las lecturas, a pesar de las prácticas y de esas emociones positivas más o
menos desbordadas, es muy posible que aun te encuentres lejos de la integración
de tu cuerpo y de tu alma, de la integración del ser y del humano. Es posible
que a pesar de que en las lecturas, en las prácticas, en los talleres, en las
conferencias o en las terapias, leas, escuches y a veces, hasta llegues a
sentir que eres un alma, que eres espíritu, que eres energía, que eres grande,
que eres Hijo de Dios, aun sientes y actúas solo desde el cuerpo.
Y ¿A qué
estás esperando para integrar todo eso que estás aprendiendo, o mejor
recordando?, ¿A un nuevo libro?, ¿A un nuevo desengaño?, ¿A un nuevo intensivo?
No pierdas
más tiempo, ¡hazlo ya!, no necesitas aprender más, lo sabes todo.
Seguro que
has leído y escuchado cientos de veces como hacerlo. Por si no lo recuerdas te
damos algunas pautas. La primera es imprescindible, necesitas voluntad. Sin
ella nada te sirve. Aunque tuvieras el conocimiento de Dios, (que lo tienes),
sin voluntad es como si fueras la persona más ignorante del planeta.
Así que si
eres débil y te dejas arrastrar por la indolencia comienza por fortalecer esa
parte de tu carácter. Es imprescindible para llegar a Dios.
Mientras
trabajas tu voluntad puedes responder las preguntas que aparecen en el segundo
párrafo. Así podrás determinar las debilidades que acompañan a tu indolencia,
ya que ellas solo son producto de tu parte humana.
Llegar al
ser, integrarse con el alma, se ha de hacer desde el cuerpo, ya que el cuerpo es nuestra
herramienta de trabajo:
Mantén
en tu mente el pensamiento durante todo el día, o el mayor tiempo que puedas, de
que eres un Hijo de Dios, mantén en tu mente la idea de que tienes que actuar
como tal, mantén en tu mente la idea de que eres un ser divino que
temporalmente se encuentra en un cuerpo, y se consciente de cada pensamiento,
de cada palabra, de cada emoción, se consciente de tus actos, y a continuación
hazte las preguntas: ¿Pensaría Dios esto?, ¿Sentiría esto?, ¿Diría esto o
actuaría de esta manera?
Si
la respuesta fuera sí, no necesitarías ni hacerte la pregunta porque en los
pensamientos, las palabras o las acciones concordantes con el quehacer de Dios,
se siente una energía especial que te indica de antemano que estás en el camino
correcto.
Si
la respuesta fuera no, tienes que arreglarlo. Pide perdón por lo que has
pensado, dicho o hecho, y permanece atento para que la próxima vez no te vuelva
a suceder. De la misma manera si has descubierto alguna debilidad en ti,
(seguro que tienes más de una), aplica también la atención y la voluntad para
actuar con la virtud contraria, de momento de manera consciente, ya se
encargará el inconsciente de aprender, lo va a hacer con la repetición, de la
misma manera que aprendió el mal hábito.
La
atención es tan imprescindible como la voluntad. Son las dos facultades
esenciales del trabajo de integración, se necesitan la una a la otra, se
complementan, de la misma manera que los procesos de la inspiración y la
exhalación son fundamentales en la respiración.
Resumimos
los pasos a dar:
-Conocimiento
de quien eres.
-Voluntad
para mantener en tu mente que eres Hijo de Dios.
-Atención
para observarte como observador imparcial.
-Descubrir
tus debilidades y aplicar la virtud contraria.
-Perdón
para todo aquello que sabes que Dios no haría.
Esto es más que un trabajo, es una
lucha sin cuartel con el peor enemigo que puedes encontrar, tú mismo. Te vas a
convertir en un guerrero, en un guerrero de la Luz. No desfallezcas, integrar
el ser en lo humano es el camino que se ha de recorrer obligatoriamente para
llegar a Dios. No es un trabajo para débiles de carácter, ni para perezosos o
indolentes. Es para auténticos guerreros. Dejar a los débiles leyendo,
asistiendo a cursos y conferencias, mientras vosotros, guerreros poderosos camináis con paso seguro en pos de Dios.
Todo fue
antes un pensamiento, todo es antes un pensamiento, todo será antes un
pensamiento. Cada emoción, cada palabra, cada acción, antes fueron pensamiento.
Si el
pensamiento, por si solo ya genera Karma, cuando se le permite que evolucione
hasta el miedo, hasta la palabra ofensiva o hasta cualquier acción en contra de
lo que sea, el Karma generado crece tanto como la ira que nos invade, tanto
como la envidia que nos corroe, tanto como los celos que encadenan la razón,
tanto como el miedo que paraliza cada célula.
Parece
entonces claro, sino quieres que el miedo te atenace, sino quieres que tu
corazón se desangre por los celos, sino quieres que la envidia te corroa desde
dentro, o sentir como rechina tu alma por la ira, no pienses. Pero sobre todo,
sino quieres generar Karma, no pienses.
Si quieres
ser feliz, no pienses. Si quieres acercarte a Dios, no pienses.
Si ahondamos
solo un poquito en las palabras del Buda: “Somos lo que pensamos”, seremos
realmente conscientes de que somos nosotros mismos los auténticos hacedores de
nuestra vida, y no solo de la vida actual, sino de nuestras vidas futuras, ya
que vamos acumulando deudas que vamos a tener que ir cancelando poco a poco,
vida tras vida.
¿Por qué no
empezar ahora a cambiar nuestro destino? Para que te sea más fácil ten en
cuenta los siguientes puntos:
1)Somos seres espirituales disfrutando,
que no sufriendo, de una experiencia humana.
2)Nuestra vida no está circunscrita al
nacimiento y la muerte de la actual vida, sino que comenzó la primera vez que
encarnamos y terminará, no sabemos cuándo, pero mucho más allá de la muerte.
Por lo tanto, no tenemos prisa y tenemos tiempo, mucho tiempo para cambiar las
cosas. Pero cuanto antes empecemos mejor. Recuerda: “El camino, por muy largo
que sea, siempre comienza con el primer paso. Primer paso que te acercará
sesenta centímetros a la meta”.
3)Si empezamos a trabajar los
pensamientos ya, comenzará el cambio en nuestra vida ya. Pero no solo afectará
ese cambio a nuestra vidaactual, estaremos
proyectando ese cambio a las futuras vidas, en calidad, porque serán mejores, y
en cantidad, porque serán menos.
4)En la entrada anterior que lleva por
título “Dos y dos no son cuatro en la Ley del Karma”, decíamos que el perdón
puede liberar de Karma e incluso no generarlo. Por lo tanto, como vas a estar
atento a tus pensamientos, cuando estos se descontrolen o te rindas a su poder,
pide perdón en cuanto seas consciente de tus errores.
Para controlar el pensamiento medita,
para ser feliz perdona. Y estas dos actividades, la meditación y el perdón te
van a llevar en volandas en muy poquitas vidas más a la presencia de Dios.