El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 2 de diciembre de 2015

Dominar al ego es dificil, pero no imposible


            Somos seres espirituales viviendo una experiencia humana y, sin embargo, tiene tanto poder el ego que más parece que seamos un cuerpo despegado del alma, vagando en soledad por los intrincados caminos de su existencia.
     Las enseñanzas actuales sobre algunas leyes del Universo nos llevan a entender intelectualmente el poder del pensamiento, el poder de la energía y sus mecanismos de funcionamiento, a través de los cuales podemos atraer a nuestra vida aquello que deseamos y apartar lo que categóricamente rechazamos. 
            Sin embargo, y aquí hace gala de su poder el ego, a pesar de entender intelectualmente el mecanismo para la consecución de la felicidad, (sin entrar en otras profundidades más o menos espirituales), no permite desarrollar la práctica necesaria para aplicar la enseñanza en la vida diaria y conseguir así ese estado de paz y de felicidad que todos consciente o inconscientemente anhelamos.
             Todo esto viene a cuento por una conversación mantenida con un paciente y que nos ha hecho reflexionar juntos sobre el auténtico poder del ego. Transcribo algunos párrafos de nuestra conversación:
            “No me tienes que hablar del poder del pensamiento positivo, lo conozco, ni del poder de la meditación, también lo conozco, sabes que medito cada día, pero no es suficiente, falta algo, me tienes que hablar de ese algo que falta que sea más profundo y que consiga acallar esa vocecita tenue que acompaña a cualquier pensamiento positivo o a cualquier meditación”.
            “Explícame como es esa vocecita”, le decía yo.
        “Habíamos hablado del poder de la meditación, de la oración, y de entregarse a Dios. En relación a entregarse a Dios me decías que me fijara en la historia de la Virgen Maria que siendo joven, recién casada, le anuncia un ángel que va a quedar embarazada por obra y gracia del Espíritu Santo y va a dar a luz nada menos que al Hijo de Dios, y ella solo dice: Hágase en mi según Tu Voluntad Señor. En este punto me indicaste que hiciera lo mismo, que ante cualquier problema que pareciera irresoluble me entregara a la voluntad de Dios. Así lo hago y digo y repito una y mil veces, cada vez que la ansiedad generada por el problema me ahoga y me angustia: Señor uno mi voluntad a la Tuya; Señor, hágase en mi según Tu Voluntad”.
            “¿Y?”, le indicaba que siguiera.


            “A veces, repetir eso o pensamientos positivos del tipo Yo Soy, me tranquiliza y hace que se me olvide el problema, pero me he fijado que hay otras veces que pasa algo curioso: Según estoy diciendo que se haga la Voluntad de Dios, hay una especie de pensamiento, casi inapreciable, o una especie de sensación o de deseo, que espera que la voluntad de Dios sea coincidente con mi deseo. Es entonces cuando pienso que estoy haciendo un trabajo inútil, porque no le doy espacio a Dios para que se haga Su Voluntad”. 
            “No es un trabajo inútil”, le contesté, “Sólo es una prueba del enemigo tan poderoso con el que nos enfrentamos. Es la última etapa de un camino largo y arduo. Un camino en el que en un  principio ni tan siquiera eras consciente de que tenías pensamientos, porque todo eran pensamientos. Era como explicarle al pez como era el agua, cuando era su hábitat. Es igual, tu hábitat eran tus pensamientos. Poco a poco has conseguido dominarlos, ha sido, o mejor, lo está siendo, un trabajo duro, y eso que queda es la pataleta del ego. También vas a conseguir acallar esa vocecita, que hasta no hace mucho era un grito que se podía escuchar, casi fuera de ti”.
            “Sigue trabajando, lo estás haciendo bien. Nunca te dije que fuera fácil. Se puede, no es imposible”.


1 comentario:

  1. Dicen los maestros que nuestro hacer es el mayor obstáculo, ahí que dejar de hacer para poder ser.somos conciencia ese deseo solo es un deseo en la conciencia percibido por la consciencia y no hay que hacer absolutamente nada solo dejar que se vaya por si mismo, como una nube que aparece en el cielo. Sólo es un comentario que me gustaría decirle a esta persona no hace falta que lo publique . Gracias

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