El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 14 de marzo de 2014

Volver a Dios


Oración es cuando usted le habla a Dios;
meditación es cuando usted escucha a Dios.
Diana Robinson
 

Recuerde esto.
Cuando las personas escogen el retirarse del fuego,
el fuego continua dando calor, pero ellos se enfrían.
Cuando las personas escogen alejarse de la luz,
la luz continua siendo brillante, pero ellos están en la oscuridad.
Esto es lo mismo que pasa cuando la gente se aleja de Dios.
San Agustín. 

Desde siempre, al menos a mi me sucede, el camino de retorno, en el regreso a casa, da la sensación de que el camino sea más corto, más fácil, más agradable. Supongo que debe de ser porque volvemos a lo conocido, por un camino también más o menos conocido, ya que lo hemos recorrido en la ida.
            Sin embargo, hay un retorno olvidado, hay un retorno desconocido, y justamente es el retorno que más veces hemos recorrido, es el retorno a Dios.
            Existe una verdad esencial, que no tiene discusión: Venimos de Dios y volvemos a Dios. Hemos venido a la vida miles de veces, y otras tantas hemos retornado de la vida, sin embargo, cuando nos encontramos en la vorágine de la vida en la materia, no nos acordamos, para nada, de que hemos de volver y de cuál es el camino, no recordamos que nuestro origen es Dios y a Él hemos de volver.
Ni tan siquiera lo recordamos en nuestros cursos de crecimiento personal, en nuestras meditaciones, en nuestras lecturas, y en tantas y tantas actividades que realizamos para ¿encontrar la paz?
Cuando buscamos la paz, buscamos a Dios; cuando buscamos la iluminación, buscamos a Dios; cuando buscamos la expansión de nuestra conciencia, buscamos a Dios; cuando elevamos los ojos al cielo pidiendo ayuda, buscamos a Dios; en el hambre y sed de justicia, buscamos a Dios; en nuestra indignación ante la injusticia, buscamos a Dios; en el consuelo y la ayuda a los necesitados, buscamos a Dios. Buscamos a Dios de manera inconsciente y espontánea, y esto es así, porque somos un alma, y el alma no puede vivir sin Dios.
Hablar de Dios hoy día, casi está mal visto, porque vivimos en una sociedad en la que hemos alejado a Dios, vivimos en una sociedad en la que Dios está ausente. Ausente incluso en los que rezan a Dios, ya que le buscan como el solucionador de problemas o el conseguidos de sus más íntimos deseos. Dios es para casi toda la sociedad un medio al servicio del ser humano, le pedimos cuentas, le juzgamos, nos quejamos si no satisface nuestros caprichos, y aunque oremos o le nombremos, estamos muy lejos de Él.
Identificamos a Dios cuando hablamos de moral, de lo que está bien o está mal, sin recordar que Dios no es el valedor de la moral, que sencillamente Dios Es. Dios Es Todo. Dios es la fuerza que está detrás absolutamen­te de todo cuanto existe. Dios es la Inteligencia que está regulando cada cosa que es y que sigue siendo. Dios es el gozo infinito, Dios es la fuente de todo placer, de toda satisfac­ción, de toda felicidad, de toda alegría. En cada aspecto de la vida está Dios. Dios es nuestro origen, Dios es nuestro destino.
Bueno es que en nuestras reflexiones y en nuestras meditaciones, vayamos poniendo a Dios por delante, de manera consciente, porque toda nuestra vida física está encaminada hacia él, hacia su encuentro.

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