Mi alma, mis libros, mis creencias, mi corazón y mis opiniones.
El viaje del alma
El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión. Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y, para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS
Un ciclo es
un espacio de vida, sin duración definida en el tiempo, en el que la persona
desarrolla ciertas actividades, rodeada de un determinado grupo de personas. Así
mismo, dentro de cada ciclo pueden establecerse una especie de miniciclos que
son situaciones que se repiten, y se repiten, y se repiten hasta el
aburrimiento en la vida de la persona, casi como si de un mal sueño se tratara.
Estos miniciclos sólo son lecciones no aprendidas, y podemos tener claro que se
van a repetir una y otra vez, sin ningún tipo de misericordia.
El mayor de
los ciclos, es el tiempo que comprende una vida, y de la misma manera que no
permanecemos eternamente en la vida de la materia, no hemos de intentar
permanecer tampoco en ninguno de los ciclos o etapas que comprende la vida.
Intentar permanecer más tiempo del necesario hace que empiecen a no funcionar
las cosas, hace que perdamos la alegría y la ilusión.
No tenemos
normalmente mucha conciencia de la finalización de las etapas, salvo casos
excepcionales, en los que se siente que el ciclo en el que nos encontramos ha
finalizado. Tenemos, por tanto, que permanecer atentos a las señales, que
pueden ser de diferentes tipos, en función del tipo de etapa finalizada. Dichas
señales, como pueden ser aburrimiento, desgaste excesivo en relación con
personas, trabajo o cualquier otra actividad, son los síntomas de que debemos
cerrar una puerta y encararnos hacia la siguiente.
La
finalización de cada etapa lleva consigo el inicio de un nuevo ciclo, y para
eso, en función del tipo de cambio, no está preparada la sociedad, ni por
supuesto nosotros, que somos una parte de esa sociedad. A la sociedad le gusta
vernos revolcarnos en la miseria del presente, antes de aceptar cualquier tipo
de cambio. Así, mientras nos revolcamos, la sociedad puede sentirse útil
culpabilizándonos, compadeciéndonos y dándonos consejos. Sin embargo, si
encaramos nuestra vida y realizamos los cambios que demanda nuestro corazón, ya
tienen la frase preparada: “Estás loco”.
No aceptar
la finalización del ciclo y cerrar bajo llave la puerta de la etapa anterior,
supone un desgaste de energía enorme, que hace que físicamente la persona deje
de vivir para empezar a vegetar. Caminar dejando puertas abiertas, “por si
acaso”, impide una vida plena.
La vida es
un continuo, y aferrarse a una etapa acabada es tratar de detener la vida, y la
vida no se detiene. Aferrarse a una etapa finalizada puede hacer que la propia
vida se pudra y huela tan mal como el agua estancada.
No se puede
vivir añorando situaciones del pasado. Hay que soltar las amarras, hay que
cerrar los círculos, hay que cerrar las puertas. Es importante deshacerse de
recuerdos, cambiar de casa, de ciudad, de país si la situación lo requiere, hay
que romper documentos, romper fotos y regalar libros.
Hay que
tener en cuenta que negar los cambios es negar el propio crecimiento interior,
porque los cambios externos pueden ser sinónimo de procesos internos de
crecimiento.
Recuerda
que nada ni nadie es imprescindible, y quien siente eso, solo son apegos. Deja
que fluya la vida, suelta, despréndete de lo innecesario, cierra puertas,
clausura, oxigénate, vive.
Buscando
información sobre las masacres realizadas en Siria, (donde en casi tres años de
guerra han muerto 115.000 personas, de los que 11.000 eran niños, y donde seis
millones de personas han tenido que huir de sus hogares), he ido un poco más
allá, mirando cifras globales:
100.000 personas mueren de hambre al día.
Cada 5 segundos un niño menor de 10 años muere por falta de
alimento.
Más de 1.000 millones de personas viven actualmente en la pobreza
extrema (menos de un dólar al día); el 70% son mujeres. El 23% en la
Europa desarrollada.
Más de 1.800 millones de seres humanos no tienen acceso a agua
potable.
840 millones de personas malnutridas, de los que 200 millones son
niños menores de 5 años.
2.000 millones de personas padecen anemia por falta de hierro.
880 millones de personas no tienen acceso a servicios básicos de
salud.
2.000 millones de personas carecen de acceso a medicamentos
esenciales.
En la actualidad hay 22 países
en guerra, en los que 26 millones de sus ciudadanos han tenido que refugiarse
fuera de sus hogares.
Es posible que seamos capaces de leer
estas cifras sin que se nos encoja el corazón hasta secarse. Detén un momento
la lectura y observa la foto:
Sólo es una,
pero son 200 millones los niños que como este están pasando hambre en el mundo.
Y mientras tanto, las personas que
podían arreglarlo, los dirigentes políticos, miran para otro lado,
enriqueciéndose y favoreciendo a sus familiares, amigos y comparsas. Pero la
culpa no la tienen ellos, la tenemos todos, sobre todo los que vivimos en
países democráticos, que dejándonos engañar por canticos de sirenas, les
votamos una y otra vez. A veces, cambian el collar, pero siguen siendo los
mismos. Incluso en vez de unir, separan. Llevan muy bien a la práctica la frase
de divide y vencerás.
La política, por definición, es una rama de la “moral”, que se ocupa
de la actividad, en virtud de la cual una sociedad libre, compuesta por hombres
libres, resuelve los problemas que le plantea su convivencia colectiva.
Es una pena, es seguro que los
políticos que gobiernan el mundo no saben cuál es la definición de su oficio.
Si lo supieran, y fueran consecuentes con su oficio, no habría fotos como las
anteriores.
¿Dónde se ha quedado la compasión?,
¿Te acuerdas de ese sentimiento humano que se manifiesta a partir del
sufrimiento de otro ser? La sociedad ha conseguido que seamos insensibles. Ya
no sólo no nos conmueven esas grandes cifras, sino tampoco las pequeñas: la
persona que se suicida porque el banco la ha arrebatado su casa, las familias
que se quedan en la calle, sin ayuda, porque un incendio ha destruido sus
viviendas, las familias en las que ningún miembro trabaja y no entra en casa ningún
sueldo, etc., etc.
Y ¿Qué podemos hacer los pobres
mortales de a pie, si los que tienen que hacerlo, y podrían hacerlo, son
insensibles y desprecian a sus conciudadanos? Podemos hacer mucho:
En primer lugar, los que vivimos en países
democráticos, podemos no regalar nuestro voto a los que mienten, a los
corruptos, a los que dividen, a los que prevalican, a los que van privando de
derechos a sus conciudadanos, y a tantos y a tantos arribistas que no saben cuál
es la definición de su trabajo y nos desprecian a todos olímpicamente.
Y en segundo lugar ayudar, la
compasión va normalmente combinada con un deseo de aliviar o reducir el sufrimiento
del otro. ¿Ya das el 10% de tu sueldo como diezmo para ayudar a los que nada tienen?,
¿Ya dedicas el 10% de tu tiempo libre en servicio?
La compasión no es decir “pobre gente”,
es tratar de aliviar ese sufrimiento. En tus manos está que se alivie en algo
el sufrimiento de tantos y tantos millones de personas.
En la anterior entrada sobre “El arte
de vivir” utilizaba el símil de que la Tierra es un enorme escenario en el que
cada persona interpreta el papel de su vida, y que para la escenificación de
ese papel, cada uno de los actores tiene su actuación planificada, organizada,
consensuada y aceptada con su Director.
Y que el
Director no es más que el mismo Dios, y que el libreto de la obra es, ni más ni
menos, que el Plan Divino.
Tanto nuestra vida, como nuestro
cuerpo, han sido diseñados, con nuestra colaboración y consentimiento, para
llevar a cabo un plan que concuerda completamente con el Plan Divino. Por lo
tanto, ya podemos estar seguros de que el plan para nuestra vida, es perfecto,
sin errores. Ninguno de los mortales estamos abandonados a nuestra suerte: Todo
ha sido perfectamente planificado, tanto las vidas agradables, como las vidas
duras, todo está perfectamente milimetrado. Lo único que tenemos que hacer, es
ser conscientes de eso y aprovechar cada oportunidad para extraer las
enseñanzas y asimilarlas.
Es cierto que, a veces, parece que la
vida es dura, demasiado dura, pero eso sólo es parte del aprendizaje que hemos
decidido realizar a lo largo de esa vida. Es sobre todo en los momentos de
sufrimiento cuando hemos de tener presente que el objetivo de la vida no es más
que conseguir la manifestación en la Tierra del Amor Divino. Y si hemos
decidido, en nuestra planificación de vida, aprender a sentir y a manifestar
nuestro Amor a través del sufrimiento, así será. En esos momentos sólo queda la
rendición y entregarse por completo a Dios, al Plan Divino.
Pero… ¿Cómo sé yo cual es el Plan
Divino para mí?, ¿Por qué en mi hoja de ruta está marcado el sufrimiento y el
Plan de mi vecino es de felicidad? Ha sido nuestra propia elección, en función
de nuestras anteriores vidas. Cada vida no es independiente, no es un oasis en
mitad del desierto. Cada vida está concatenada con todas las anteriores, y es
en función de todos los aspectos, comportamientos, aprendizajes, servicio a los
demás, etc., etc., de cada vida, que se planifica la siguiente.
Sin embargo,
es claro, que ninguno de los que pisamos el escenario de la vida recordamos, en absoluto, cual es el papel
reservado para nosotros en dicho Plan Divino. ¡Qué fácil sería si cada ser
humano llevara debajo del brazo su plan de vida!, y cada mañana al levantarse
consultara la página correspondiente a dicho día, para ver qué era lo
establecido para el nuevo día. Aunque es muy posible que alguno se revelara y
no siguiera su plan establecido, somos tan……., humanos.
Es claro que no se lleva el plan de
vida debajo del brazo, pero eso no quiere decir que no tengamos conocimiento de
él. El Plan Divino se encuentra integrado en el corazón de cada persona, y
llega a esta una vez que la persona está dispuesta a escuchar los mensajes de
su corazón. Ya….., pero ¿Cuándo está dispuesta y preparada la persona para
escuchar los mensajes de su corazón? Siempre está preparada la persona para tal
menester, solo depende de su disposición, y la disposición se consigue cuando consciente
de su verdadera identidad, decide detener el desenfreno de su mente. Una mente
en silencio es el camino más rápido para llegar al corazón, para llegar al Plan
Divino.
Invertir la energía, pasar a vivir desde
el corazón en lugar de hacerlo desde la mente, es la manera más rápida de
alinearnos con el Plan Divino, es sentir el apoyo, el sostén y la protección que
Dios nos proporciona en cada momento, pero que a causa de nuestro ruido
interior no llegamos a percibir. Y en lugar de sentir a Dios, lo que tenemos son
dudas y confusión, y todo ello debido a que hemos programado un plan,
llamémosle humano, un plan mental, lleno de deseos, lleno de apegos y miedos.
Nuestro plan de vida humano,
organizado por nuestras familias, la sociedad y nosotros mismos, es todo caos y
confusión, es efímero y nos aparta del mensaje verdaderamente importante de
nuestro papel dentro de la Creación.
Dios siempre nos habla y nos envía
señales, pero… ¿Mantenemos el suficiente silencio para escucharle?, ¿Permitimos
la entrada de Sus señales a través de la puerta de nuestro corazón, cerrando la
puerta de la mente?
Nuestra mente es una jaula de
grillos, en la que es imposible escuchar nada ¿Podemos escuchar el canto de un
pájaro con los audífonos puestos en nuestros oídos escuchando música a todo
volumen?, ¿Verdad que no?, pues la Voz
de Dios es como el canto de ese pájaro que canta dulce y suavemente, pero no
llega a nosotros porque en la mente siempre está instalada esa música al máximo
de decibelios que impide que el canto llegue a ella.
Percibir las señales de Dios es muy
sencillo, sólo hay que permanecer en silencio, sólo hay que atravesar el
espacio que existe entre nuestro pensamiento y nuestra sensación, sólo hay que
aparcar el pensamiento y centrar la atención en el corazón. Ahí vive Dios en
nosotros. Y para llegar no vale escuchar discursos llenos de amor, ni asistir a
misas donde se hable de Dios. El ser humano ha de encontrar a Dios en
solitario. Sin embargo, así como no vamos a salir en la búsqueda de un tesoro si
no se sabe que existe, hemos de tener el pleno convencimiento de que Dios
habita en nuestro interior para establecer contacto.
Para cerrar las puertas de la mente y
abrir de par en par tu corazón, medita. Te dejo una hermosa meditación. La
enseñó Yogui Bhajan, que dejó un legado extensísimo de enseñanzas, de kriyas y
meditaciones hermosísimas.
LA MENTE NEUTRAL
·Esfácilescucharlaverdad,perodifícil vivirla,imbuirlaprofundamenteenelcorazón y en la mente.
·Lamenteneutralabrelapuerta a esa profunda
remembranza del yo y el alma.
·Lamenteneutral vive para el toque
de la inmensidad.
·Dejaqueexistan los pensamientos de
los demás sin que molesten la propia luz interior.
·Llamar al Yo Superior y mantenerse firme hacia
delante a través de todas las barreras.
·Dejarse ir, fluir.
·Observar como provee el Universo.
Postura:
·Sentado
en postura fácil o en una silla, con la espalda recta.
·Suprimir
cualquier tensión que se sienta en cualquier parte del cuerpo.
·Sentarse
derecho, con equilibrio.
Concentración:
·Los
ojos están cerrados.
·Imaginarse
sentado tranquilamente y llenos de luz.
·Dejar
que gradualmente esa energía se acumule en el punto de la frente, como si
fluyera.
Respiración:
·Dejar
que la respiración se regule a sí misma de una manera lenta y meditativa.
·Se
respira siempre por la nariz.
Mantra:
·“Wa-he” “Gu-ru”.
·Hacer
vibrar mentalmente un simple tono monocorde como si se cortara el sonido.
·Proyectar
cada sílaba de manera clara: WA-HE GU-RU.
Significado
del mantra:
·Este
es el mantra del éxtasis.
·Significa:
“Fuera de la oscuridad, en la luz”.
Mudra:
·Lasdosmanos en el regazo, con las palmas hacia arriba.
·Colocar
la mano derecha sobre la izquierda. (Las mujeres al revés).
“El arte de vivir” es la denominación
genérica de un grupo de entradas dedicadas a la vida, a la muerte, al amor, a
la pareja, a los hijos, a la felicidad, al sufrimiento, etc., etc., etc. En
suma, es un aprendizaje para vivir feliz, y para dejar atrás el miedo a la
muerte. La felicidad, el bien vivir y el bien morir, es un arte que hay que
aprender, y como no nos lo enseñan desde la cuna hemos de aprenderlo ahora.
Pero todos los momentos son los adecuados, nunca es tarde para nada. Y sobre
todo, hemos de tener en cuenta que tampoco tenemos edad; porque son muchas las
personas que nos hemos encontrado, que ante cualquier enseñanza comentan: “Yo
ya no tengo edad”. Siempre se puede intentar cualquier cosa y sobre todo una
enseñanza espiritual, porque el ser humano no tiene edad, es atemporal, es eterno.
Todas las entradas van a ser un poco
más de lo mismo, así que si esperas encontrar algo nuevo, deja de leer, no
pierdas el tiempo, porque el tiempo perdido ya no puede recuperarse. Lo que si
intentaremos será dar pautas en cada concepto que vayamos tratando, para ir
subiendo cada peldaño con la seguridad de no caer, y en el caso de tropezar,
tener la fuerza suficiente para volver a levantarse. Podríamos incluso resumir “el
arte de vivir” en una sola palabra: Amar, porque ese va a ser nuestro objetivo
final. Si uno solo de los que estáis ahora leyendo esto, lo consigue, habrá
merecido la pena.
Es importante para convertirse en
auténticos artistas de la vida, tener claro que es la vida y tener claro que es
un Ser Humano. De momento aunque sea a nivel intelectual, es suficiente saber
que la vida es un lugar de aprendizaje, y que el ser humano es a imagen y
semejanza de Dios. Más adelante veremos que hay que aprender en la vida, y que
significa ser a imagen y semejanza de Dios. Sabemos lo difícil que es para los
seres humanos integrar su divinidad en la creencia adquirida, pero también
sabemos que se puede conseguir. No hay nada que no consiga un ser humano, que
no puedan conseguir el resto, por una sencilla razón, todos somos iguales, (y
más de uno lo ha conseguido). Como el ser humano es especialista en buscar los
fallos, seguro que más de uno está pensando: “Pues yo podría dar ejemplos de
personas que no lo van a conseguir nunca”. Además es cierto, pero también
comentaremos las excepciones y las razones por las que eso pasa.
Como aperitivo vale el siguiente símil
para comenzar a familiarizarse con lo que es la vida.
La Tierra es
un enorme escenario en el que se interpreta de manera simultánea la vida
completa de siete mil millones de actores.
Para la
escenificación de la obra, los actores preparan con anterioridad y
minuciosamente su actuación, eligiendo el papel, eligiendo el momento preciso
para su aparición en el escenario, eligiendo el momento de la finalización de
su papel, eligiendo cada uno de los momentos estelares, así como todas las
escenas, que encadenadas llevan al actor a la realización de toda la obra.
De la misma
manera, para su aparición en escena, cada actor elige su vestuario. Se da un
cuerpo con unas características determinadas, necesarias para la realización de
su papel.
Por lo
tanto, todos los actores aparecen en el escenario con el vestuario elegido por
ellos mismos y con el libreto aceptado y consensuado con su Director.
Sin embargo,
a pesar de estar todo planificado, organizado, consensuado y aceptado, el
Director se encuentra con que al poco tiempo de iniciada la obra, los actores,
no recuerdan el papel, no están conformes con su vestuario, se creen que la
obra es la auténtica realidad olvidando que están representado el papel de su
vida, viviendo de manera ilusoria cada escena como si de una realidad se
tratara.
Y el
Director, que siempre ha creído en sus actores y les ha permitido la
improvisación, se encuentra con una obra que muy pocos actores consiguen
finalizar según el guión. Por cierto, el Director de la obra es Dios.
Cuando los
actores finalizan la obra y dejan el escenario, viven su autentica realidad,
siendo entonces conscientes de que han represando una obra completamente
distinta al libreto original, y que por exigencias del contrato, deberán volver
a representar nuevamente.
Ser
conscientes de que la vida en la Tierra es una ilusión es la primera condición
para el aprendizaje de una vida feliz.
Volveremos en la siguiente entrada a
tratar sobre lo que es realmente la vida, y como llega a ella el ser humano.
¿En cuantas
ocasiones te has sentido mal, sobre todo con los más cercanos, por culpa de
algo de lo que ni tan siquiera eres consciente?, ¿En cuantas ocasiones
reaccionas de manera abrupta sin habértelo propuesto?, ¿En cuantas ocasiones va
creciendo en tu interior un rechazo hacia algo, sin mediar causa que lo
justifique?, ¿En cuantas ocasiones culpabilizas a otros de cualquier cosa, no
importa qué? Es posible que en determinadas circunstancias, se desarrolle en tu
proceso interno de pensamiento, de sentimientos o emociones, un mecanismo que
acerca a los seres humanos a su animalidad. Y es posible que si lo analizas
serenamente no llegues a una conclusión lógica, o llegues a conclusiones poco
consistentes.
Puedes no
llegar a una causa razonable, pero sin embargo, eso que no tienes muy claro que
es, sigue ahí, y sale a la luz en los momentos más inesperados. Por lo tanto,
parece necesario tomar alguna medida para que desaparezca. Porque aunque parece
difícil conocer la causa, si se conoce, no es más que energía que te hace reaccionar
ante determinadas situaciones con más animalidad que humanidad.
¿Qué tipo de energía? Es conveniente
y necesario que la persona realice un trabajo de introspección para ver cuál es
la causa oculta que la hace reaccionar de una determinada manera ante
determinadas situaciones.
Si consigues entrar seriamente dentro
de ti, podrás comprobar que existe intolerancia, o falta de respeto, o
soberbia, o algún otro hábito negativo, que se ha ido fortaleciendo al dejarle
que saliera a la luz, sin intentar bloquearle en un principio, y eliminarle con
posterioridad.
Cualquiera de ellos, sean los que
sean, que te hacen reaccionar desde tu propia animalidad, se pueden eliminar si
se trabaja, de manera consciente, la tolerancia, el respeto y la humildad.
La tolerancia lleva implícita en sí
misma aceptación y respeto, porque tolerancia es aceptar y respetar las ideas,
las creencias o las prácticas, cuando son diferentes o contrarias a las
propias. Es aceptar y respetar las diferencias étnicas, sociales, culturales y
religiosas. Es reconocer los intereses, los sentimientos y los valores del
otro. Es aceptar al humilde, al soberbio, al rico, al pobre, al ignorante y al
ilustrado.
Tienes que vivir consciente, para
comprobar cómo va generándose en tu interior esa bola de fuego, que va a salir
por la boca en forma de exabrupto dirigida hacia alguien, posiblemente muy
cercano a ti, y bloquearla, no dejar que salga. En ese momento piensa que quien
tienes delante eres tu mismo, y en lugar del exabrupto deja que salga humildad
y respeto.
Al principio cuesta ser consciente y serán
muchas las veces que seas consciente después de sucedido el hecho, pero ya es
algo, con el tiempo iras consiguiendo ser consciente antes, hasta que llegará
un momento en que te darás cuenta del momento exacto en que se forma la bola de
fuego en tu interior. Y con un poco más de tiempo, no mucho, ni tan siquiera
llegará a formarse esa bola. Entonces habrás ganado la partida.
Al finalizar
mi meditación de esta mañana, tenía claro que el tema de hoy para el blog sería
la conciencia. Pero cuando me he sentado delante de la computadora a escribir
tenía la sensación de que ya había escrito algo parecido, y me puse a buscar en
los archivos del blog, y efectivamente había una entrada con pensamientos
similares. Así que me he permitido recuperarla añadiendo aquello que bailaba en
“mi conciencia” esta mañana durante la meditación.
Todo es
conciencia, todo es para cada uno, tal como cada uno lo piensa y lo siente, todo
está en la conciencia. La conciencia es el factor común de todas las
experiencias. Siente que tú sólo “estás”………, que sólo estás simplemente
presente…….., que no está pasando realmente nada, que todo es producto de tu
conciencia. Observa que todo empieza y acaba en esa conciencia tuya que ahora
mismo está presente. Los coches que pasan, la Tierra girando alrededor del Sol,
una guerra al otro lado del mundo, tus pensamientos. Todo se desarrolla en tu
conciencia…….., en este instante………, ahora.
Pero tu
conciencia no siempre está presente, si tú te desmayas o te duermes, para ti no
existen ni los coches pasando, ni la tierra girando, ni las guerras, ni tu
pensamiento, para ti no existe nada de eso, mejor dicho, para ti no existe
nada. Y si no existe para ti, ¿Seguirán pasando los coches? ¿Seguirá girando la
Tierra? ¿Seguirán las guerras? Seguramente contestarás que sí, que sigue
pasando. Pero aunque siguiera pasando todo eso, a ti ¿Qué más te da si no te
enteras?
Además, ¿Cómo sabes que todo eso
sigue pasando?, ¿Por lo que te cuentan? Y ¿Cómo sabes que lo que te cuentan es
lo que está pasando realmente?, ¿Cómo sabes que tu conciencia y tu percepción
son similares a las de otra persona? Si fuera así, todos seriamos prácticamente
iguales, tendríamos los mismos coches, votaríamos al mismo partido, etc., etc.,
y no pasa, y si eso no pasa, ¿Por qué ha de pasar que dos personas con
distintos estados de conciencia sean conscientes al cien por cien de la misma
percepción?
Tu conciencia tampoco está presente
en otros momentos, en los que no te has desmayado, y ni tan siquiera duermes.
Tu conciencia no está presente cuando te dejas llevar por la ira, por la
indignación, por la rabia, por el odio, por el miedo, por el rencor, por el
enojo, por la irritación, por el resentimiento, por la envidia, por un deseo
incumplido, por el efecto espejo, que es cuando ves un defecto tuyo en otra
persona, etc., etc., etc. En esos momentos, no eres más que un animal siguiendo
tus instintos, en esos momentos dejas de ser persona, en esos momentos dejas de
ser consciente, sencillamente dejas de vivir como ser humano consciente, se te
ha escapado un espacio de vida, y lo malo de esto es que tendrás que repetir
ese espacio en otra vida o en otro momento en el que tendrás que pagas esa inconsciencia,
es por el karma que puedes generar con la otra persona que ha sido el blanco de
tu ira.
Tu conciencia es más, es tu aspecto
físico, es tu sufrimiento, son tus penas y tus alegrías, son todas tus
emociones, todo eso también es conciencia, también son tus pensamientos. ¿Qué
pasaría si apartaras la conciencia de todo eso?, ¿Qué pasaría si tu conciencia
estuviera siempre centrada en tu respiración, por ejemplo? Pasaría que no
tendrías conciencia de tu aspecto físico, pasaría que no tendrías sufrimiento,
ni penas, ni alegrías, ni emociones; porque sólo habría respiración, que es
donde tienes centrada tu conciencia. Y si no tienes, por ejemplo, conciencia de
tu cuerpo físico, ¿Qué crees que pasaría? Que no le darías poder a ninguna
sensación de tu cuerpo: No habría cansancio, no habría dolor.
En los aspectos emocionales, ya está
claro que todo depende solamente de nuestro pensamiento, de nuestra conciencia,
pero ¿Cómo afecta la conciencia físicamente? Podríamos llegar más allá……., como
por ejemplo, influir en el aspecto de
nuestro propio cuerpo. Las células del cuerpo están muriendo y naciendo de
manera permanente, y las que van naciendo, lo van haciendo con la información
de la célula madre: aspecto, enfermedad, etc. Pero la información de la célula
madre no es más que nuestra propia conciencia, ¿Qué pasaría si apartamos la
conciencia de nuestro propio aspecto?, ¿Nacerían las nuevas células con la
misma información que cuando fueron creadas, es decir, sanas, con la
información de la Conciencia Divina, o con la información actual de la
conciencia social?
Lo vamos a dejar aquí, porque para
llegar a afectar al cuerpo sería necesario un dominio total de la mente, y no
creo que sea el caso de ninguno de los que leemos este blog o escribimos en él.
Pero por intentar dominar totalmente
a la mente que no quede. Medita para conseguirlo, ¿Todavía no meditas? ¿Sabes
que grandes mujeres y hombres de la historia lo hacían? ¿Sabes que Jesús, y
Buda, y Tagore, y Gandhi, y San Francisco, y Santa Teresa, y tantos y tantos
más, meditaban? Por cierto, orar, (no como los papagayos), también es
meditación. La oración, la meditación y el silencio, son las únicas maneras de
dominar la conciencia, de dominar el pensamiento, de dominar la mente.
Si ya meditas, ¡enhorabuena!, si no
lo haces, ¡empieza ya! Puedes hacerlo solo sintiendo tu respiración, sintiendo
cada inhalación y cada exhalación, puedes incluso contarlas; y cuando te
encuentres que estás pensando, a la segunda o tercera respiración, vuelve al
principio, vuelve a comenzar por uno, una y otra vez, tantas veces como tu
mente te saque de donde tú has decidido estar: la respiración. Hazlo cada día,
no menos de once minutos.
En poco tiempo te darás cuenta de que
empiezan a llegar cambios a tu vida, física y emocionalmente, te darás cuenta de
que empiezas a dominar tu conciencia, y por lo tanto tu vida.
Dedicaba la entrada anterior a
una virtud: la humildad, y en esta entrada quiero dedicarla a otras virtudes,
las teologales, que son: fe, esperanza y caridad; por ser tan o más necesarias
para la realización de nuestro trabajo interior como lo es la humildad.
Pero, ¿Qué es una virtud? Una
virtud es una cualidad moral que se considera buena, es un hábito espiritual,
es un buen hábito. Se adquiere por la repetición de actos moralmente buenos y
reiterados. Una virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien. Las
virtudes se oponen a los vicios. Un vicio se adquiere, como la virtud, con la
repetición de actos, pero que en este caso los podemos considerar moral y físicamente
perniciosos.
Un virtuoso es aquel que sabe cómo
llegar a sus metas sin pisar las metas de los otros, un virtuoso es aquel que
pone a los demás de su lado y los lleva a alcanzar un objetivo diferente, un
virtuoso es el que «sabe remar contra la corriente». ¿Te identificas?
Las virtudes pueden ser
cardinales, que son el principio de las demás cualidades morales, y teologales,
que son las virtudes que tienen como origen, motivo y objeto inmediato al mismo
Dios.
Fe, es la virtud por la que creemos
en algo que no vemos, y en lo más importante que podemos creer sin ver, es en
Dios, ya que aunque todo a nuestro alrededor, incluso nosotros mismos, somos
una prueba, yo diría que irrefutable, de que Dios existe, no se le ve, por lo
tanto creer en Él es un acto de fe. Es un acto de fe creer en guías, ángeles,
Maestros; es un acto de fe creer en el alma; es un acto de fe creer en la
reencarnación, es un acto de fe creer que existe la iluminación y que podemos
llegar a ella.
Por lo tanto, es imprescindible la fe
para realizar cualquier tipo de actividad que nos acerque a Dios.
Esperanza es la siguiente virtud
teologal por la que deseamos y esperamos de Dios la vida eterna como nuestra
felicidad, confiando en las promesas de Cristo, y perseverar hasta el fin de
nuestra vida terrena.
La vida, llena de problemas, llena de
sufrimiento, llena de dificultades y de decepciones, hace que los seres humanos
caigamos en el desaliento y pensemos
que no hay nada que hacer, que todo es inútil. Es la esperanza la nos da el
ánimo y la constancia en la lucha, asegurándonos el triunfo.
La fe y la esperanza no tienen ningún sentido si no
desembocan en el amor y en la caridad. Por la fe tenemos el conocimiento de
Dios, por la esperanza confiamos en el cumplimiento de las promesas de Cristo y
por la caridad amamos y obramos de acuerdo a las leyes divinas, las leyes del
amor.
La caridad es la virtud teologal por
la cual amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro hermano como a nosotros
mismos. Jesús hace de ella un nuevo mandamiento: “Un mandamiento nuevo os doy,
que os améis los unos a los otros”.
Hay quien puede pensar que caridad es
dar alguna de las monedas que nos sobran al mendigo que está sentado en una
esquina. Es mucho más que eso, sentir auténtica caridad, es amar sinceramente,
es servir, es perdonar, es ser paciente y no irritarse, es dulzura, es bondad,
es tolerancia, es misericordia, es respeto, es entrega, es generosidad, es….
Por lo tanto, todos los que nos creemos trabajadores de
la Luz, todos los que buscamos la Unión Divina, hemos de comenzar a vivirla en
el cuerpo, hemos de creer en todo lo que no vemos, hemos de esperar que vamos a
alcanzar eso que no vemos, y lo vamos a conseguir con una herramienta muy difícil
de conseguir, la caridad, que no es más que amar a nuestros hermanos.
Hay un refrán que
dice: “Dime de que hablas y te diré de qué careces”.
Hoy quiero hablar de humildad,
Porque en una
canalización que hice recientemente, el Maestro que hablaba desde el otro lado
de la vida, me dijo: “Tienes que trabajar tu humildad”.
Y, supongo que en mi
soberbia, me quedé petrificado, porque la humildad, es cierto que no es uno de
mis puntos fuertes, pero sí que durante mucho tiempo he estado trabajando uno
de los defectos opuestos a esta virtud, el orgullo. Ahora veo que el trabajo no
fue del todo efectivo. En la meditación posterior a la canalización, llegó a mí,
no importa cómo, que el trabajo sobre el orgullo no había sido completo por una
razón, conseguí eliminar una parte importante de orgullo, pero en el lugar
donde habitaba esa energía, que debía de haber sido sustituida por la virtud
contraria, la humildad, no hay nada.
Hay un vacío, un hueco,
que debía ser ocupado por la humildad, pero sólo trabajé la eliminación del
orgullo, y no la adquisición de la humildad, por lo tanto, no existe, o no
existe en el porcentaje adecuado, y otras virtudes, que si atesoro, como pueden
ser la compasión, la caridad, el servicio o la misericordia, no pueden, de
ninguna manera llenar ese hueco.
Antes de decidirme a
escribir esta entrada, busqué en La Biblia que podía encontrar sobre la
humildad, y este fue el resultado:
§“Riquezas, honra y
vida son la remuneración de la humildad y del temor de Jehová” (Proverbios
22.4).
§“Dios resiste a los
soberbios, y da gracia a los humildes” (Santiago 4.6).
§“Porque cualquiera
que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido” (Lucas
14.11).
§“La soberbia del
hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra” (Proverbios
29.23).
§“Mejor es humillar el
espíritu con los humildes que repartir despojos con los soberbios” (Proverbios
16.19).
§“Jehová asolará la
casa de los soberbios” (Proverbios 15.25).
§“Pero los mansos
heredarán la tierra; y se recrearán con abundancia de paz” (Salmo 37.11).
§“Antes del
quebrantamiento es la soberbia, y antes de la caída la altivez de espíritu”
(Proverbios 16.18).
§“Cualquiera que se
humille (...) ése es el mayor en el reino de los cielos” (Mateo 18.4).
Busqué también las cualidades del alma, y justamente,
la humildad es una de ellas, que además nos prepara para tener fe. Es
imprescindible tener humildad para creer lo que no vemos.
Son muchas las personas que alaban la virtud de
la humildad, yo entre ellas, pero, de alguna manera, está claro que
inconsciente, es posible que no la queramos poseer, ya que ella termina con el
ego.
La humildad es una virtud, que consiste en
aceptarnos con nuestras habilidades y nuestros defectos, sin vanagloriarnos por
ellos.
Ya estoy trabajando en
mi humildad, y lo estoy haciendo con la Regla de Oro: “Trata a los demás como
tú mismo deseas ser tratado”. Ya la he utilizado para otros trabajos, creo que
también servirá para la humildad.
Según vaya avanzando
en mi trabajo espero ser un poco más tolerante, más paciente y más condescendiente
con todos los que me rodean.
Afortunadamente son muchos los
¿predicadores? del Amor, que como Juan “el Bautista”, van desgranando el amor y
la palabra y van esparciéndolos por el mundo. Hay muchos “Bautistas”, todos
aquellos que como tú, recomiendan un libro, se reúnen para meditar, acuden a
cursos de crecimiento, ayudan porque sí, colaboran, animan, acompañan, hacen sanación.
Es cierto que la semilla de la
palabra y del Amor, no siempre caen en un terreno abonado y preparado para su
crecimiento, y terminan entre las arenas del desierto o en terrenos pedregosos
y baldíos; pero tampoco hay que olvidar que la semilla del Amor es imperecedera
y permanece inmutable en su cascarón hasta que se dan las condiciones adecuadas
para su crecimiento.
En todos los casos, esa palabra llega
a las puertas de cada corazón, y con mucha discreción toca suavemente,
encontrándose con que hay muchas puertas abiertas en muchos corazones, y en
estas la palabra entra hasta el salón. Hay otros corazones que se abren en ese
momento dejando paso con cierto respeto y reserva, y otros muchos que, al
menos, se entreabren para ver quien llama. Es posible que las puertas de los
corazones que se abren o entreabren, después vuelvan a cerrarse, pero al menos,
se han abierto una vez.
¿Tienes dudas de cómo está la puerta
de tu corazón?, ¿Te emociona la sonrisa de un niño?, está abierta; ¿Te conmueve
la soledad de algunos ancianos?, está abierta; ¿Te compadeces del inmigrante
frente a su manta de cd’s?, está abierta; ¿Te enternece la mirada entre dos
enamorados?, está abierta, ¿Aprecias la bondad allá donde se encuentre?, está
abierta; ¿Sientes clemencia por el condenado?, está abierta; ¿La amistad, la
lealtad, la nobleza, son algunos de los pilares de tus creencias?, está
abierta; ¿Practicas la caridad con el necesitado?, está abierta; ¿Tu
misericordia está por encima de tu indiferencia?, está abierta.
La bondad, la clemencia, la
compasión, la nobleza, la tolerancia, la misericordia, la lealtad, la ternura,
la caridad, son algunas de las cualidades que envuelven el amor y todas son
energías del centro de tu corazón.
Va a ser abriendo la puerta de tu
corazón como vas a ir preparando y abonando el terreno para que las semillas
del amor vayan prendiendo en tu corazón y vayan cambiando la vibración de tu
campo energético, para llevarte desde la intolerancia a la igualdad, de la
indiferencia a la misericordia, del egoísmo a la caridad, del engaño a la
nobleza, de la venganza a la clemencia, del desprecio a la compasión, de la
malicia a la bondad, del rencor al perdón, de la violencia a la ternura, del
miedo al amor.
¡No pierdas tiempo!, vete a tu
corazón, ¡ahora!, medita en tu corazón y empieza a sentirlo, porque sentirlo es
la mejor manera para que tu corazón se vaya ablandando. No te asuste llorar, porque
las lagrimas son el estandarte de tu corazón; no te asuste ir en contra de las
ideas de los políticos, porque ellos no saben lo que es el amor, ni la
compasión, ni la misericordia, porque no viven desde el corazón; no te asuste
ir en contra de los dogmas religiosos, porque ellos, sus representantes, ni tan
siquiera tienen corazón; no te asuste agitar la bandera del amor, porque
siempre triunfa. ¡No te asuste amar!