El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




lunes, 13 de mayo de 2013

Matrimonio


 Una amiga del Facebook y de la vida colgó esta historia en su muro. Me gustó tanto que me he permitido compartirla en el blog para que más personas tengan acceso a ella.
Cuenta una vieja leyenda de los indios Sioux que una vez llegaron hasta la tienda del viejo brujo de la tribu, tomados de la mano, Toro Bravo, el más valiente y honorable de los jóvenes guerreros, y Nube Alta, la hija del cacique y una de las más hermosas mujeres de la tribu.
- Nos amamos - empezó el joven.
- Y nos vamos a casar - dijo ella.
- Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podremos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta encontrar a Manitú el día de la muerte.
- Por favor - repitieron - ¿Hay algo que podamos hacer?
El viejo los miró y se emocionó de verlos tan jóvenes, tan enamorados, tan anhelantes esperando su palabra.
Hay algo...- dijo el viejo después de una larga pausa -. Pero no sé...es una tarea muy difícil y sacrificada.
- No importa - dijeron los dos-. Lo que sea - ratificó Toro Bravo.
- Bien -dijo el brujo-. Nube Alta, ¿Ves el monte al norte de nuestra aldea? Deberás escalarlo sola y sin más armas que una red y tus manos, y deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Si lo atrapas, deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. ¿Comprendiste?
La joven asintió en silencio.
- Y tú, Toro Bravo - siguió el brujo - deberás escalar la Montaña del Trueno; cuando llegues a la cima, encontrarás la más brava de todas las águilas y, solamente con tus manos y una red, deberás atraparla sin heridas y traerla ante mí, viva, el mismo día en que vendrá Nube Alta...¡Salgan ahora!.
Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte, él hacia el sur.
El día establecido, frente a la tienda del brujo, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas.
El viejo les pidió que con mucho cuidado las sacaran de las bolsas. Los jóvenes lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo las aves cazadas. Eran verdaderamente hermosos ejemplares, sin duda lo mejor de su estirpe.
- ¿Volaban alto?- preguntó el brujo.
- Sí, sin duda. Como lo pediste... ¿Y ahora? - preguntó el joven- ¿Los mataremos y beberemos el honor de su sangre?
- No - dijo el viejo-.
- Los cocinaremos y comeremos el valor en su carne - propuso la joven-.
- No - repitió el viejo-. Harán lo que les digo: Tomen las aves y átenlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando las hayan anudado, suéltenlas y que vuelen libres.
El guerrero y la joven hicieron lo que se les pedía y soltaron los pájaros. El águila y el halcón intentaron levantar vuelo pero solo consiguieron revolcarse en el piso. Unos minutos después, irritadas por la incapacidad, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse.
Este es el conjuro: Jamás olviden lo que han visto. Son ustedes como un águila y un halcón; si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no sólo vivirán arrastrándose, sino que además, tarde o temprano, empezarán a lastimarse uno al otro. Si quieren que el amor entre ustedes perdure, VUELEN JUNTOS PERO JAMÁS ATADOS.
 
 

lunes, 6 de mayo de 2013

Sociedad de robots


            La sociedad nos iguala, aunque para desgracia nuestra, nos iguala en el sufrimiento, nos iguala en la carencia, nos iguala en los deseos. La sociedad nos genera la necesidad: una casa mejor, una segunda residencia, un carro más potente, etc., etc. Para cubrir esa necesidad la banca nos presta el dinero necesario, dinero que nos ata a los bancos de por vida, obligándonos a aceptar cualquier condición de trabajo, si tenemos la suerte de mantenerlo, por muy leonina que sea, para poder hacer frente a nuestros créditos e hipotecas.
            La misma sociedad nos engaña, nos dice que somos libres, pero alguien se ha detenido a pensar un momento en la esencia de esa libertad. Somos libres, ¿Para qué?, ¿Para votar cada cierto tiempo?, ¿A quién?,  siempre a los mismos, aunque a veces tengan diferentes nombres, diferentes collares. Votamos siempre a los mismos que se están lucrando con nuestro trabajo, y los que tienen diferente collar, pero que en ese momento no ejercen el poder, nos azuzan para que salgamos a la calle a protestar en manifestación, lo cual parece una pérdida de tiempo, sobre todo si nos atenemos a los resultados.
            La sociedad, y sobre todo sus dirigentes, que deberían de velar por el bienestar y la satisfacción del ciudadano, subyugan a este hasta la extenuación, y en coyunturas como la actual, sobre todo en los países desarrollados, hasta el suicidio.
            ¿Qué pasaría si en vez de robotizarnos y programarnos para el sufrimiento nos robotizáramos y programáramos para la felicidad?, porque en realidad sí que somos iguales, pero nuestra igualdad radica en nuestra esencia. Todos somos una energía desgajada de la misma Energía Divina, todos somos hermanos, todos somos un alma. ¿Por qué nadie nos enseña esto?, ¿Por qué nadie nos enseña que la felicidad no radica en conseguir bienes materiales?, ¿Por qué nadie nos explica que la felicidad es un estado interior, y en cómo llegar a él?
            Es posible que nadie nos lo enseñe porque los que detentan el poder no sólo son listos para manipularnos y subyugarnos, también lo son para saber que en ese estado los seres humanos, que somos sus esclavos, dejaríamos de lado las necesidades creadas por ellos con lo que se acabaría el dominio que ejercen sobre las personas. Lo triste es que los políticos también son nuestros hermanos.
            Tenemos que despertar para conseguir que cese la manipulación, pero no de la forma en que unos pocos lo están intentando, porque no lo consiguen. Hemos de probar otros caminos. Podemos intentar el camino interior, ese en el que es imposible generarnos necesidades, porque todas están cubiertas. 
          

             

sábado, 4 de mayo de 2013

Devachan: La morada de los ángeles


            El Devachan es la morada de los ángeles, y no es un lugar, es un estado de conciencia. Loa ángeles no necesitan de un espacio físico donde vivir, porque no tienen cuerpo. Los ángeles son energía, son una chispa divina, una chispa eterna e indestructible, su vida es conciencia, por lo tanto, su morada, no es ni más ni menos que un estado de conciencia.
            Al igual que los ángeles, los seres humanos también somos una chispa divina, una chispa divina eterna e indestructible, por lo tanto nuestra vida no se circunscribe a la vida en el cuerpo, va más allá, llega a la eternidad, como los ángeles. Como escribía Manly Palmer Hall autor canadiense sobre el ocultismo, la mitología y las religiones, que vivió en los últimos años del siglo XX: “Si hay una chispa divina en cada ser humano, no hay razón para presumir que Dios en la Naturaleza vive para siempre, pero en el ser humano está siempre muriendo”.
            Efectivamente, el ser humano solo deja en la Tierra lo que distingue su humanidad: el cuerpo físico, pero el Ser, esa chispa divina, es indestructible y vive para siempre.
            Es curioso que la gran mayoría de seres humanos, de una forma u otra crean en esta eternidad, porque creen en la inmortalidad del Alma y, sin embargo, tienen miedo a la muerte. El miedo a la muerte sólo es una muestra de que su creencia en la inmortalidad del Alma es intelectual, y no está integrada en el Ser, es una muestra de la desconexión que el ser humano tiene con su Alma.
            Cuando el ser abandona su parte de humano, es decir, abandona el cuerpo, bien podríamos decir que estamos más vivos que nunca porque al perder la identificación con el cuerpo físico, no tiene las limitaciones que este impone.
            Liberados de oír, ver y sentir a través de los órganos del cuerpo físico, el ser experimenta dentro de sí un poder que le permite la comprensión total de cualquier situación.
            Y después de un paso más o menos largo por los planos astral y mental inferior, según la evolución del ser, este entra en lo que va a ser su morada hasta una nueva encarnación: el plano causal o Devachan, la morada de los ángeles, el cual es un estado del Ser en el que se siente una inmensa felicidad, nada comparado a la persona más feliz sobre la Tierra.
            En este plano, sólo le basta al Ser con pensar en algún lugar para encontrarse allí de inmediato. Le basta con pensar con alguien muy querido, para encontrarse de inmediato en su presencia. Los malentendidos son imposibles. Es un mundo de luz donde el Ser asimila y transmuta en facultades las experiencias y aprendizajes de su última vida en la Tierra.
            La duración de su estadía en este plano está condicionada por sus necesidades evolutivas. Pronto la imperiosa necesidad de una nueva vida lo llevará de nuevo a la Tierra dentro de un cuerpo.
            Este plano es lo más cerca que el ser humano se encuentra de la Divinidad, en tanto en cuando prosigue su crecimiento, hasta que se de por concluido su aprendizaje en la Tierra.
            Es apasionante.