El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




miércoles, 17 de abril de 2013

Pensamientos


            En vida no nos acordamos que hay antes y después de la muerte, pero después de muertos si nos acordamos de la vida. Si tuviéramos cara, el rubor sería permanente, y si tuviéramos cuerpo permaneceríamos escondidos por siempre, ¡qué vergüenza!
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            Dios siempre nos habla, siempre nos dice, siempre nos guía; pero lo hace tan bajito, que el ruido de nuestra mente nos impide sentir el más mínimo murmullo. Dios, ¿Por qué no hablas más fuerte?
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            Vive el momento presente ahora, en ver de intentar recordarlo dentro de un rato.
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            Vive este momento porque no volverá a repetirse en toda la eternidad.
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            La muerte nos iguala, iguala al rico con el pobre, al hombre con la mujer, al homosexual con el heterosexual, al ateo con el beato, al joven con el viejo, al guapo con el feo, al listo con el tonto, ¿Por qué no nos igualamos en vida?, ¡Todo sería más fácil!, ¡Todos seriamos más felices!
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            Hay personas que necesitan demostrar cuanto es su poder, casi siempre pisoteando los derechos de los que no tienen. Y yo me pregunto, ¿Para qué?, ¿Se harán más altos, más guapos, más ricos, más listos, más fuertes, sentirán más amor?, no sé, no entiendo la razón.
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            Quien duda no ama.
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            No busques que aquellos que te aman te hagan feliz, dedica tu vida entera a hacer felices tú a los que amas y encontrarás la felicidad que buscas.
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            Vive cada día como si fuera el último y trata a los demás como a ti te gustaría ser tratado.
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            No hay nada en la vida que sea más importante que nada. Todo sólo es vida.
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            Bendice para abrir tu corazón, bendice para abrir el corazón del prójimo.
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            Es mejor llevarse bien contigo mismo, ya que tú mismo eres la única persona  con la que tienes que convivir toda la vida.
 

viernes, 12 de abril de 2013

Las pequeñas cosas de cada día


            Todos sabemos que no somos el cuerpo, que somos un alma; de la misma manera que tenemos un conocimiento bastante aproximado de que el Amor con mayúscula, el Amor incondicional, el auténtico y verdadero Amor, es una energía que se siente en el interior y que nadie nos va a hacer sentir nunca, ni tan siquiera la tan cacareada como inexistente alma gemela; al igual que tampoco vamos a conseguir la tan ansiada felicidad con nada ni nadie procedente del exterior, ya que la felicidad, como el Amor, es un estado interior.
            Pero ¡qué difícil es vivir desde el alma!, o sentir el Amor, o la felicidad, (hablamos del Amor incondicional y de la felicidad permanente). Y no será porque no lo intentemos, aunque sin mucha convicción, por supuesto, ya que esto supone un trabajo adicional, y como tampoco conocemos a muchas personas normales que lo hayan conseguido, creemos que las posibilidades de conseguirlo son una entre un trillón.
            Es cierto, que algunas personas parece que lo han logrado, pero no parecen estar a nuestra altura, parecen muy elevados, y enseguida se les cataloga de Maestros, Santos o Gurús.  Pero también es posible, que no se nos ocurra pensar que esas personas, que parecen extraordinarias, no nacieron así, y que lo conseguido por ellos, sólo es fruto de su propio trabajo. ¿Por qué no vamos a poder conseguirlo nosotros? Sólo se necesita una pequeña dosis de trabajo interior. Pero si, ya sé que cualquier trabajo interior, por pequeño que se nos anuncie, nos parece una montaña insalvable. Preferimos, por ejemplo, leer, creyendo que con ese conocimiento vamos a conseguir alguna cosa. Lo cierto es que sólo adquiriremos un cierto conocimiento, bastante raquítico, comparado con el conocimiento que llega por sí solo, cuando abrimos las puertas de nuestro interior.
            Si cualquier cosa que se defina como “estado interior”, es difícil de conseguir para los que nos podemos considerar seres normales, (nada de maestros, ni de gurús), podemos intentar acercarnos a ese estado interior con las pequeñas cosas de la vida. Es también una manera de conseguirlo: No gritar a la pareja por cualquier nimiedad, dedicar un ratito cada día para jugar con los hijos, dar una limosna al pobre que encontramos cada día en la esquina de casa, comprender los gritos (inútiles) de nuestro jefe y no caer en su provocación, etc., etc.
La propuesta es bien sencilla: Es prestar atención y agradecer todo lo bueno que nos sucede cada día, dejando a un lado lo que calificamos como malo, y ayudar a todos en todo lo que podamos. Es buscar lo bueno de las personas, en vez de resaltar lo que parecen sus fallos. Es vivir con atención cada segundo de vida, en vez de lamentarnos permanentemente por todas aquellas cosas de las que creemos que carecemos. Es vivir sin atarnos a ningún deseo ya que cuando estos se cumplen, no suele ser en el momento que nosotros deseamos, ni suele ser exactamente como deseamos. Es cierto que no recibimos lo que queremos cuando lo queremos, sino que recibimos lo que necesitamos, en el momento en que eso es necesario.
Está en nuestras manos, en nuestra cabeza y en nuestro corazón evolucionar, crecer y madurar en dignidad, y no es nada difícil, solo hemos de prestar atención a las pequeñas cosas de cada día.
¡Que tengas un feliz día!

jueves, 11 de abril de 2013

Estoy de regreso


          Han sido dos meses y medio intensos, han sido dos meses y medio de viaje, de un viaje que no me ha llevado nada lejos en la distancia, pero sí bastante lejos en el tiempo, en mi propio tiempo. Aprovechando las circunstancias que la vida nos presenta, que la vida me ha presentado en su continuo fluir, he realizado un viaje, corto, pero muy intenso hacia mi interior.
            He realizado un recorrido por las arenas del desierto de la paciencia, aceptando los contratiempos para vencer mis debilidades; he paseado por los vaivenes de la tolerancia, tratando de entender otros comportamientos diferentes a los que me tienen acostumbrado mis propias creencias; he sufrido el camino de espinas de la humildad, aceptando mis habilidades sin vanagloriarme de ellas, y aceptando, o tratando de aceptar, y superar a la vez, mis propios defectos; y como fruto de todo eso crecer en amor y comprensión, o ¿Primero ha sido crecer en el amor?, no estoy muy seguro, pero tampoco importa.
            Siempre he creído que en cada virtud, como en cada mal hábito, hay grados, y cuando se viven situaciones en las que se siente que algo se mueve para bien en el interior, soy consciente de lo lejos que estoy, de lo lejos que estamos los seres humanos, del punto máximo de cada una de ellas. Pero a fin de cuentas, este es nuestro único trabajo en el cuerpo, crecer en el amor, y en nuestra agenda de vida se encuentran marcadas, con rotulador fosforescente, las situaciones y las circunstancias que nos van a permitir nuestro crecimiento en el amor. Es nuestra opción aprovecharlas o no. 
            Doy gracias a Dios, a pesar de haber estado muy enfadado con Él, que me ha permitido sobrellevar las situaciones presentadas, yo creo que aprovechándolas y creciendo, posiblemente no en toda su magnitud, y tampoco se en que porcentaje, pero si me siento feliz por el trabajo realizado.
 Me alegro de poder disponer, espero que con una cierta asiduidad, como antes del viaje, de algunos minutos para poder acercarme al blog después de este tiempo, me alegro de reencontrarme de nuevo con vosotros.