El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




viernes, 8 de julio de 2011

Grandes vidas

            Muchas veces me he preguntado leyendo la biografía y la obra de gentes como Yogananda,  Vicente Ferrer, Teresa de Calcuta, y tantos y tantos que han dedicado su vida a los demás, ¿Por qué a ellos parece no costarles nada entregar su vida para el bienestar o el crecimiento de sus semejantes, y a todos nosotros nos cuesta tanto, no ya dedicar nuestra vida al servicio de los otros, sino mantener un estado de alegría y felicidad, que es el que parece que ellos han vivido de manera permanente?

            Parece una buena explicación y deja tranquilas nuestras conciencias, el pensar que ellos han vivido muchas vidas y que están al final de su camino como humanos, por lo que el trabajo realizado en vidas anteriores, y el crecimiento experimentado en esas vidas, les ha hecho entender que, efectivamente, vinieron para realizar un trabajo de ayuda y servicio a los más desfavorecidos, tanto material como emocionalmente, y ni de las comodidades de la vida, ni los deseos por conseguir posesiones, o por desarrollar ningún tipo de poder, les ha distraído y desviado de su camino.

            Pero, ¿Realmente es así?, ¿No es posible vivir una vida parecida a la que ellos han vivido desde nuestra perspectiva? Personalmente creo que si es posible, con independencia del número de vidas vividas, a fin de cuentas, eso es algo que aquí, revestidos del cuerpo, no sabemos si hemos vivido una o mil. Lo único que tenemos que hacer es creer: Por un lado, creer que no somos el cuerpo; y por otro, que nosotros también tenemos un trabajo, seguramente mucho más fácil que el suyo.

            Solamente con un cambio de creencias, nuestra vida daría un vuelco total, y podríamos acercarnos a vivir una vida parecida a la suya. Si cambiamos la creencia de que la felicidad está en el exterior, y que para ser felices tenemos que conseguir todo eso que se encuentra fuera de nosotros: el amor de otra persona, una cuenta bien repleta de dinero en un banco, para conseguir el coche más grande o la casa más bonita; por la creencia de que lo esencial: amor, alegría, paz y felicidad, ya lo tenemos.

            Ellos no buscaban posesiones, las donaban, y han llegado a tener pueblos enteros, ashrams, fundaciones; ellos no buscaban amor, lo entregaban de manera desinteresada, y han llegado a ser amados por miles y millones de personas; ellos no buscaban poder, huían de él, y su palabra era poder, eran escuchados y admirados por el mundo entero, y recibidos por las primeras autoridades políticas, religiosas y culturales. Nosotros, que si que buscamos amor, posesiones y poder: O carecemos de ello, o no lo conseguimo en la misma cantidad que ellos lo conseguían.

            A veces creo que somos un poco torpes: Nos quejamos de nuestra vida, pero somos incapaces de cambiar ni un ápice de ella. Buscamos desaforadamente la felicidad, pero no se nos ocurre pensar que, a lo peor, la buscamos en lugares erróneos. Nos admiran esas vidas, las leemos, transcribimos sus frases y las comentamos con los demás, las colgamos en las redes sociales para que todos las vean; pero no pasamos de ahí, no imitamos lo esencial, que no son sus frases, sino su modo de vida.  Podemos incluso, apadrinar un niño de su fundación, pero criticamos y despreciamos a los miles de desprotegidos que, para poder comer, venden  chatarra en mantas en nuestras calles. ¡Ellos amaban a todos!

            Podríamos empezar por aquí: Amar a todos, con independencia de si son niños o mayores, de si son ricos o pobres, de si son amigos o enemigos. Ellos lo hacían así. Claro que podemos pensar: ¿Cómo voy a amar a mi enemigo o a un desconocido?, ¡pues si!, es fácil, ¡amándole!. A nosotros nos va a dar igual lo que él haga o piense, es su problema, su karma se encargará de que pague por ello. Nuestro trabajo sólo es amarle, y no tendremos que esperar mucho para recibir nuestro premio, lo recibiremos a la vuelta de la esquina. Como somos muy amigos de las frases bonitas, leer lo que decía Antoine de Saint-Exupéry; está a la derecha de esta entrada: “El amor es la única cosa que crece cuando se reparte”.

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