El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 21 de abril de 2011

El cuerpo mental

Una de nuestras capas del aura es el cuerpo mental, y es en él donde se desarrollan los poderes de la mente, donde se desarrollan los pensamientos, incluso la memoria y la imaginación. A diferencia de otras capas, que siempre permanecen inalterables en su tamaño, el cuerpo mental crece a medida que el ser humano va evolucionando.
En su forma, existe una especie de estriaciones, que lo dividen en secciones. Estas secciones son como los caminos asignados para cada tipo de pensamiento. Los pensamientos, dependiendo del tipo que sean, actúan a través de estas secciones.
  En el ser humano ordinario, el cuerpo mental está todavía desarrollado de manera imperfecta por lo que, en muchas personas, todavía no están en actividad gran número de estas secciones. Así pues, los pensamientos pertenecientes a una sección que no se haya activado, han de fluir por otra sección que se encuentre en actividad, lo cual es inadecuado, por lo que tales pensamientos se expresan torpemente y de manera incomprensible. Por ejemplo, si llega un pensamiento relativo a Dios a una persona atea, expresará muy torpemente ese pensamiento porque ha de circular por un camino que no es el suyo, ya que tiene desactivada la sección o camino de la divinidad.
La forma del cuerpo mental es ovoidal, pero no es un ovoide perfecto, ya que según el tipo de pensamiento, estos se alojan en una determinada parte del ovoide. Los buenos pensamientos, de orden superior, hacen vibrar la materia más fina del cuerpo mental, la cual, en virtud de la gravedad, tiende a flotar en la parte superior del ovoide; mientras que los pensamientos de orden inferior: egoísmo, miedo, juicios, etc., que son vibraciones de materia más grosera, tienden a desplazarse hacia la parte inferior del ovoide; por lo que la persona corriente, que cede fácilmente a pensamientos inferiores, expande la parte inferior de su cuerpo mental, teniendo la apariencia de un huevo con su porción más abultada en la parte inferior. La persona que no se entretiene en ese tipo de pensamientos inferiores, sino que se dedica a los más elevados, tiende a expandir la parte superior de su cuerpo mental, tomando este la apariencia de un huevo con la parte más estrecha en el inferior.
El cuerpo mental posee una  molécula denominada semilla mental permanente, la cual perdura en el ser en todas sus encarnaciones. Esta semilla es el centro y corazón del cuerpo mental, y su función es la de conservar almacenadas todas las experiencias por las cuales pasa el cuerpo mental en todas sus encarnaciones.
El ser humano, al usar su cuerpo mental, es decir, al pensar, imprime una vibración en el cuerpo mental, y esa vibración produce dos resultados:
1)      Irradia vibraciones u ondas.
2)      Produce formas mentales.
La vibración en el cuerpo mental, como todas las vibraciones, se propaga a su alrededor, y  tiende a reproducirse en cuanto tiene oportunidad. En consecuencia, al chocar una onda mental con el cuerpo mental de otra persona, tenderá a imprimir en esta, vibraciones similares al pensamiento originado por la primera persona. Es decir, que el cuerpo mental de una persona al ser tocado por una onda mental, tiende a producir en su mente un pensamiento similar al que surgió en primer lugar en la mente de la persona originaria del pensamiento.
Como gran número de personas carecen de pensamientos fuertes y precisos, salvo en la persecución de algún asunto que demande toda su atención, en condiciones ordinarias son afectados considerablemente por los pensamientos que chocan en sus mentes. De ahí proviene la gran responsabilidad de quienes verdaderamente piensan, porque sus pensamientos, sobre todo si son fuertes y precisos, afectarán inevitablemente a un gran número de personas. Se puede causar mucho daño de esta manera; aunque ello se haga inconscientemente, el causante es kármicamente responsable por lo que ha hecho.
Como es natural, un pensamiento bueno puede afectar a otros en bien de la misma manera. Así, uno que sepa esto, puede convertirse en un verdadero Sol, irradiando constantemente hacia sus amigos y vecinos pensamientos de amor, de calma, de paz, etc. Pocos se dan cuenta de la enorme fuerza que pueden ejercitar, si quieren, gracias al poder del pensamiento.
Una forma mental, por ejemplo, de amor o de deseo de proteger, dirigida con fuerza a otra persona, llega a ésta y se mantiene en su aura como agente protector y aprovechará todas las oportunidades de servir y de defender, no por acción consciente y deliberada, sino siguiendo ciegamente el impulso que se le imprimió; fortalecerá las fuerzas amistosas que choquen con el aura, y debilitará a las inamistosas. Así se crean y mantienen verdaderos ángeles guardianes alrededor de las personas queridas. Muchas plegarias maternas envuelven al hijo ausente, actuando de esta manera.
 La mente es la gran matadora de lo real. No vemos objeto alguno tal cual es, sino, únicamente, las imágenes que somos capaces de formar de ellos; de manera, que todo está necesariamente coloreado por esas formas mentales de nuestra propia creación.
A partir de este instante, todos los que hemos leído esto, ya sabemos que somos responsables de nuestros pensamientos, por lo que mantener en nuestra mente pensamientos negativos sería una grave irresponsabilidad, ya que por un lado afecta negativamente en las personas objeto de nuestro pensamiento, y por otro lado nos afecta a nosotros mismos.
Para aclarar conceptos, te presento algunos ejemplos prácticos:
Imagina una relación de pareja, en la que los dos miembros de la pareja se aman normalmente, sin excesivos juicios ni críticas. Los pensamientos de amor de cada uno de ellos, se desplazan hasta el aura de la otra persona, incrementando los pensamientos de amor de ella misma. La consecuencia es que la forma de pensamiento de amor en cada uno de ellos será mayor cada día que pasa.
Imagínate que tú mismo/a eres un/a hipocondríaco/a. La forma mental de miedo a una determinada enfermedad, va a crecer cada día, con una consecuencia lógica, más tarde o más temprano hay muchas posibilidades de somatizar la enfermedad.
Una manera de actuar de manera benéfica sobre los demás, es la bendición, de la que tantas veces hemos hablado en este blog. Pero para que la energía de la bendición sea efectiva, es necesario que la persona a la que va dirigida se encuentre libre de pensamientos, o al menos, que estos no sean negativos. La energía de la bendición permanecerá en el aura de la persona hasta que se libere de pensamientos, protegiéndola contra energías negativas.
Si te apetece tener información más completa sobre el cuerpo mental, puedes buscar en Internet “El cuerpo mental” de Artur Powell.

1 comentario:

  1. Muchas veces el pensamiento de otras personas es tan intenso que no se distinguir si es mio o de la otra persona , un abrazo grande.

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