El viaje del alma

El alma no tiene raza, no tiene religión, solo conoce el Amor y la Compasión.
Todos somos seres divinos, hace miles de años que lo sabemos, pero nos hemos olvidado y,
para volver a casa tenemos que recordar el camino. BRIAN WEISS




jueves, 14 de octubre de 2010

Los cinco primeros maestros

            Existe una historia muy bella en los Shastras acerca de la interacción de los cinco elementos  cósmicos del Íntimo con los elementos microcósmicos del íntimo: Había un humilde sadhak, (persona en el camino espiritual). En sus viajes, él aprendía de cada maestro con el que se encontraba.
              Sus primeros cinco maestros fueron los cinco elementos en el Universo: Madre Tierra, viento (aire), cielo (éter), agua y fuego.

              Primero aprendió de la Madre Tierra. De la misma manera en que el primer maestro del niño es su madre, así la Madre Tierra enseñó al sadhak: Ella le enseñó la lección del perdón. Puesto que, aunque el hombre apila montañas de desperdicio y contaminación sobre la Madre Tierra, ella le da alimentos y minerales valiosos sin los cuales el hombre no podría sobrevivir. Él aprendió la lección de que a pesar de todo el abuso, la crítica y la negatividad que reciba del mundo exterior, él debía dar el beneficio de su poder espiritual, su conocimiento de ser y su perdón bondadoso.
             
               El viento le enseñó a estar desapegado. Constantemente, él debía estar en movimiento para alcanzar a tantas almas maduras como fuera posible, sin apegarse a nada. El viento es sutil, no es perceptible al ojo. Las maneras del sadhak deben ser sutiles. Él debe vivir en las profundidades del espíritu.

Yogui Bhajan

               El cielo, el cual abarca todo, le enseñó a mantenerse puro e inmaculado, y le enseñó la sutileza. Ya que el éter es el más sutil de los cinco elementos. Aprendió que así como las nubes parecen colorear un cielo que siempre es azul, también parece que la suciedad de la vida puede ensuciar el alma, un alma, que en realidad no se puede ensuciar con nada.

               El agua le enseñó a estar sereno y a ser compasivo con los demás, y le enseñó a purificar a todos los que entraran en contacto con él. Así como el agua siempre está fluyendo, el sadhak debe fluir y progresar continuamente, sin estancarse.

               El fuego fue su quinto maestro. El fuego es brillante. Un sadhak debe quemar con la iluminación espiritual para purificar las impurezas de las gentes que llegan a él. Así como el fuego aleja el frío y proporciona calidez y calos, así el sadhak debe alejar el miedo de la gente y el temor de la ignorancia, y darles aliento y consuelo espiritual.

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